miércoles, 23 de marzo de 2016

Cuentos Sufís de Rumí

LA JAULA
Un comerciante poseía un loro lleno de cualidades. Un día decidió viajar a
la India y preguntó a todos qué regalo querían que les trajese del viaje. Cuando hizo esta pregunta al loro, éste respondió:
"En la India hay muchos loros. Ve a verlos por mí. Descríbeles mi situación, esta jaula. Diles: "Mi loro piensa en vosotros, lleno de nostalgia. Os saluda. ¿Es
justo que él esté prisionero mientras que vosotros voláis en este jardín de rosas? Os pide que penséis en él cuando revoloteáis, alegres, entre las flores"."
Al llegar a la India, el comerciante fue a un lugar en el que había loros.
Pero, cuando les transmitía los saludos de su propio loro, uno de los pájaros cayó a tierra, sin vida. El comerciante quedó muy asombrado y se dijo:
"Esto es muy extraño. He causado la muerte de un loro. No habría debido transmitir este mensaje."
Después, cuando hubo terminado sus compras, volvió a su casa, con el corazón lleno de alegría. Distribuyó los regalos prometidos a sus servidores y a sus mujeres. El loro le pidió:
"Cuéntame lo que has visto para que yo también me alegre."
A estas palabras, el comerciante se puso a lamentarse y a expresar su pena.
"Dime lo que ha pasado, insistió el ave. ¿Cuál es la causa de tu pesar?"
El comerciante respondió:
"Cuando transmití tus palabras a tus amigos, uno de ellos cayó al suelo, sin vida. Por eso estoy triste." En aquel instante, el loro del comerciante cayó inanimado, también él, en su jaula. El comerciante, lleno de tristeza, exclamó:
"¡Oh, loro mío de suave lenguaje! ¡Oh, amigo mío! ¿Qué ha sucedido? Eras un ave tal que ni Salomón había conocido nunca una semejante. ¡He perdido mi tesoro!"
Tras un largo llanto, el comerciante abrió la jaula y lanzó al loro por la ventana. Inmediatamente, éste salió volando y fue a posarse en la rama de un árbol. El comerciante, aún más asombrado, le dijo:
"¡Explícame lo que pasa!"
El loro respondió:
"Ese loro que viste en la India me ha explicado el medio de salir de la prisión. Con su ejemplo me ha dado un consejo. Ha querido decirme: "Estás prisionero porque hablas. Hazte, pues, el muerto" ¡Adiós, oh amo mío! Ahora me voy. También tú, un día, llegarás a tu patria."
El comerciante le dijo:
"¡Dios te salve! También tú me has guiado. Esta aventura me basta pues mi espíritu y mi alma han sacado partido de estos acontecimientos."

viernes, 18 de marzo de 2016

Cuentos Sufís de Rumí

LA DUDA
Muaviya, tío de todos los fieles, estaba durmiendo en su palacio. Su palacio estaba cercado y las puertas tenían cerrojos. Era imposible que un extraño pudiese penetrar en él. Sin embargo, alguien tocó a Muaviya para despertarlo.
Cuando abrió los ojos, no vio a nadie y se dijo:
"Es imposible entrar en mi palacio. ¿Quién ha podido hacer esto?" Después de muchas búsquedas, encontró a alguien que se ocultaba tras unacolgadura. Le dijo:
"¿Quién eres y cómo te llaman?"
- ¡El pueblo me llama Satanás!
- ¿Y por qué me has despertado? -Porque es la hora de la oración y tienes que ir a la mezquita.
No olvides que el profeta dijo que no debía tolerarse ningún retraso en la oración. Muaviya le dijo:
"¡Es extraño que tú invoques esta razón, pues nada bueno ha venido nunca de ti! ¡Es como si un ladrón viniera pretendiendo querer montar la guardia!"
-En otros tiempos, replicó Satanás, yo era un ángel y mi alma se alimentaba con mis plegarias. Era entonces compañero de otros ángeles y eso ha quedado en mi naturaleza. ¡Me es imposible olvidar el pasado!
-Es cierto, pero eso no impide que hayas cerrado el camino a muchos sabios. ¡No puedes ser fuego sin quemar! Dios te ha hecho abrasador y quien se acerca a ti, necesariamente se quema. Tu pretendida sabiduría se parece al canto de las aves imitado por los cazadores.
-Aparta la duda de tu corazón, dijo Satanás, yo soy una piedra de toque para la verdad y la falsedad. No puedo afear lo hermoso. Mi existencia no es sino un espejo para lo hermoso y para lo feo. Soy como un jardinero que corta ramas muertas. El árbol protesta: "¡Soy inocente! ¿Por qué me destruyes?" Y yo respondo: "No porque estés torcido, sino porque estás seco y sin savia. Tu naturaleza, la esencia de tu semilla es mala. Nunca has sido cruzado con una buena esencia. Sin embargo, tu naturaleza habría salido ganando si te hubiesen injertado un esqueje de buena esencia".
- ¡Cállate! exclamó Muaviya, ¡es inútil que intentes convencerme!"
Se volvió hacia Dios y le dijo:
"¡Señor mío! ¡Sus palabras son como niebla! ¡Ayúdame! Él es muy fuerte argumentando y temo su astucia."
Satanás dijo:
"El que es presa de una mala duda se vuelve sordo ante millares de testigos. No te lamentes ante Dios por mi causa. Llora más bien ante tu propia maldad. ¡Me maldices sin razón, pero harías mejor mirándote a ti mismo!"
Muaviya respondió:
"¡Es la mentira la que hace nacer la duda en el corazón!"
- ¿Y tienes tú un criterio para distinguir lo verdadero de lo falso? -La verdad procura la paz del corazón, pero la mentira no lo conmueve. Es como un aceite que se ha mezclado con el agua: ya no puede arder. Dime: tú, el enemigo de todos los que velan, ¿por qué me has despertado? ¡Respóndeme y sabré si dices verdad!
Satanás intentó eludir la respuesta, pero Muaviya lo instó a que se explicará y acabó por confesar:
"Voy a decirte la verdad. Te he despertado para que no te retrases en la mezquita. Pues si te hubieras retrasado, tu arrepentimiento habría anegado el universo. Las lágrimas habrían brotado de tus ojos y el arrepentimiento de alguien para quien la oración es un placer es aún más fuerte que la oración. ¡Te he despertado, pues, para que tu arrepentimiento no te permita acercarte más aún a Dios!"
Muaviya exclamó:
"¡Ahora dices la verdad! No eres sino una araña en busca de moscas. ¡Y me has tomado por una mosca!"

lunes, 14 de marzo de 2016

Cuentos Sufís de Rumí

FÉRETRO
Un niño se lamentaba ante el féretro de su padre:
"¡Oh padre mío! ¡En adelante tu sitio estará bajo la tierra! ¡Querido padre!
¡Estás en una morada tan estrecha, tan desprovista de todo! ¡Ni manta, ni cojín, ni jergón! ¡Sin una vela en la noche ni pan durante el día! ¡Sin puerta, sin techo, sin vecinos compasivos! ¡Ni siquiera el olor de una comida! ¡Sólo una morada tan estrecha que cualquiera perdería en ella el color de su tez!"
Entre los asistentes, había un niño, llamado Dyuha. Se volvió hacia su padre y le dijo:
"¡Oh, padre! ¡Tengo la impresión de que lo que describe este niño es nuestra casa!"

jueves, 10 de marzo de 2016

Cuentos Sufís de Rumí

LA MEZQUITA
Unos hipócritas se reunieron y decidieron construir una hermosa mezquita para honrar la fe. Construyeron, pues, una, justamente al lado de la que el profeta había edificado él mismo. Su fin era en realidad, dividir a la comunidad.
Cuando hubieron terminado el tejado, la cúpula y el techo, llegaron ante el profeta y, arrodillándose ante él, le pidieron que honrase su nueva mezquita con su presencia.
"Esta mezquita, dijeron, ha sido edificada para convertirse en un lugar de paz, en un lugar de abundancia para los necesitados. Ven a honrar este lugar con tu presencia para que todos se alegren."
¡Qué maravilla si tales palabras hubieran salido realmente de su corazón!
El profeta, que era comprensivo con todos, los escuchaba sonriente y nuestros hipócritas pensaban, por tanto, que iba a aceptar, pero él distinguía sus pretextos tan claramente como un pelo en un tazón de leche. Iba, sin embargo, a decidirse a ir allí, cuando Dios lo inspiró diciendo:
"¡Te han dicho todo lo contrario de lo que piensan!"
En efecto, su intención era hacer venir a esta mezquita a un predicador de Sham. El profeta les respondió:
"Habría aceptado con gusto vuestra petición, pero es la hora del combate y tengo que salir de viaje. Cuando estemos de vuelta, iremos a haceros una visita."
A su vuelta, los hipócritas le recordaron su promesa y Dios dijo a su profeta:
"¡Desenmascara su hipocresía, aunque sea a costa de una guerra!"
El profeta dijo entonces a los hipócritas:
"No insistáis más si no queréis que yo desvele vuestros secretos ante todo el mundo."
Pretendía mostrar así que no lo engañaban, pero los hipócritas protestaron:
"¡Dios nos proteja! ¡Juramos que nuestras intenciones son puras!"
Juraron con gran insistencia, pero los justos no necesitan jurar.
El profeta preguntó:
"¿A quién debo creer a vosotros o a Dios? - ¡Juramos sobre el libro de Dios de que hemos edificado esta mezquita en su honor!"
A pesar de esas manifestaciones, el profeta se negó finalmente a ceder.
Ahora bien, uno de los compañeros del profeta se puso a pensar:
"¿Qué significa esto? El profeta siempre ha evitado avergonzar a cualquiera. ¿Qué quiere decir esta nueva manera de actuar? ¿No son los profetas los que cubren la vergüenza de los pecadores?"
Al mismo tiempo que pensaba esto, se arrepentía de este pensamiento y, con la cabeza llena de contradicciones, acabó por dormirse...
Tuvo entonces un sueño en el que vio la mezquita de los hipócritas llena de boñiga de vaca. De los muros de la mezquita rezumaba un acre humo negro que quemaba su nariz. Se despertó entonces y se puso a llorar:

"¡Oh, Señor mío! ¡Perdóname mi rebeldía para con tu mensajero!"

domingo, 6 de marzo de 2016

Cuentos Sufís de Rumí

LA CORTEZA DE LAS COSAS
Ibrahim Edhem reparaba un desgarrón en su abrigo, sentado a la orilla del mar. Pasó por allí el emir del país, que era un ferviente admirador de este sheij.
El emir se puso a pensar:
"He aquí un príncipe que ha abandonado su reino. He aquí un rico que ha abandonado sus bienes. Ahora sufre por su indigencia. ¡Era un sultán y ahora remienda su abrigo, como un pordiosero!"
Ibrahim Edhem había captado estos pensamientos y, de pronto, dejó caer su aguja al mar. Después se puso a gritar:
"¡Oh, vosotros, peces! ¿Sabéis dónde se encuentra mi aguja?"
Al instante aparecieron millares de peces y cada uno de ellos tenía una aguja de oro en su boca y le decía:
"¡Toma tu aguja, oh sheij!"
El sheij se volvió entonces hacia el emir y le dijo:
"¿Qué reino es el mejor? Esto no es sino un signo exterior. Perderías la razón si conocieses la esencia de este reino. De la viña sólo un racimo de uva llega a la ciudad, porque la viña no puede transportarse a ella. ¡Sobre todo si esta viña es el jardín del Amado! Este universo no es más que una corteza."