martes, 31 de diciembre de 2019

Cuento Sufí - EL FILO DE LA ESPADA


Cuando Mohammed Alp Ulug Harezmshah hubo tomado por asalto la ciudad de Sebsvar, los ciudadanos imploraron su piedad:
"¡Oh, sha! Somos tus servidores. Perdónanos la vida y pagaremos el tributo que exijas. ¡Perdónanos la vida, aunque no sea más que por unos días!"
El sultán les respondió:
"Hay entre vosotros un hombre llamado Abu Bekr. Mientras no me lo hayáis traído, vuestra vida sólo penderá de un hilo. Si fracasáis, ¡os pasaré a todos a cuchillo!"
Un hombre trajo entonces una bolsa de oro y dijo:
"¡No nos pidas tal cosa pues, en nuestra ciudad, no existe nadie con ese nombre! ¡Es como si buscases polvo en el fondo de un río!"
Sin dirigir la menor mirada a la bolsa de oro, el sultán dijo:
"¡Oh, adoradores del fuego! No esperéis salvación si no me traéis a ese Abu Bekr. ¡No creáis que me contentaré, como un niño, con bolsas de oro y de plata!"
Los habitantes de Sebsvar se pusieron, pues, a registrar hasta los menores rincones de la ciudad, con la esperanza de encontrar a aquel hombre. Después de tres días y tres noches de búsquedas, acabaron por encontrar a un hombre llamado Abu Bekr. Era endeble y flaco y vivía, enfermo y afligido, en medio de los escombros.
"¡Ven aprisa! le dijeron los ciudadanos, ¡el sultán te reclama! Sólo tú puedes salvar nuestra ciudad del degüello.
-Si tuviera fuerza para caminar, replicó el hombre, habría abandonado este lugar desde hace muchísimo tiempo. ¡No me habría quedado entre mis enemigos y habría ganado lo más aprisa posible el país del amigo!"
Entonces, colocaron a Abu Bekr en un féretro y lo llevaron al sultán.
Este universo es como la ciudad de Sebsvar. Muchos hombres de Dios están extraviados en él y Dios, como el sultán de Harezmshah, pide al pueblo un corazón puro. El profeta dijo: "Dios no mira vuestra apariencia. No busquéis más que la pureza del corazón." Sólo los hombres de corazón merecen Sus miradas.
Tú te has creído un hombre de corazón y te has vuelto orgulloso. Así es como te has salido del camino de los hombres de corazón.
Tú dices al sultán: "¡He aquí un corazón puro! ¡Es lo mejor que puede encontrarse en la ciudad de Sebsvar!"
Te responderán: "¡Esto no es un cementerio! ¿Por qué me traes un cadáver?
¿No existe un corazón puro junto al cual se refugien los ciudadanos?"
No olvides que los corazones puros están disimulados en este universo, pues la luz es lo contrario de la oscuridad.

domingo, 29 de diciembre de 2019

Cuento Sufí - TRAMPAS


El gallo representa el deseo y el ídolo de la carne. Se ha embriagado con un vino envenenado.
Si Adán no hubiera tenido el cuidado de asegurar su descendencia, habría permanecido casto por vergüenza del deseo.
Satanás pidió a Dios: "¡Necesito una trampa poderosa para perseguir al pueblo!"
Dios le mostró el oro, la plata y los caballos y dijo: "¡Puedes atraer al pueblo con todo eso!
¡Es bastante tentador! reconoció Satanás, pero yo busco algo mucho más poderoso."
Mostrándole todas sus minas, Dios dijo: "¡Oh, maldito! ¡Aquí tienes otras trampas!
- ¡Oh, protector! ¡Eso es insuficiente!, respondió Satanás.
Entonces Dios le mostró montones de vituallas, golosinas y vestiduras de seda.
"¡Oh, Señor mío, imploró Satanás, ¡ten piedad de mí! Eso solo no me
bastará para encadenar a los hombres y distinguir a los que aman de los hipócritas. ¡Necesito un cebo más sutil!"
Dios propuso además la bebida y la música. Satanás se mostró admirado, pero quedó insatisfecho. Pero, cuando Dios le mostró la trampa de la belleza femenina, se puso a danzar de alegría y exultó:
"¡Es exactamente lo que necesitaba!"
Cuando hubo visto aquellos ojos lánguidos capaces de hacer perder la razón a cualquiera, aquellas mejillas que inflamarían el corazón de los enamorados, aquellos lunares, aquellos labios de ágata, aquel reflejo de luz de vanidad tras un velo tan fino, aquellas maneras, aquellos caprichos, aquellos juegos, entonces Satanás quedó por fin satisfecho.

viernes, 27 de diciembre de 2019

Cuento Sufí - LA CUERDA AL CUELLO


Un hombre pretendió un día ser un profeta superior a todos los demás. Le pusieron una cuerda al cuello y lo llevaron ante el sultán. Curioso por conocer el origen de aquella aberración, la multitud se reunió como un hormiguero.
"Si la pobreza es un signo de profecía, decía la gente, entonces todos somos profetas. Todos somos semejantes y todos hemos venido igualmente del otro mundo. ¿Qué hay de extraordinario en eso?
-Hay una cosa que vosotros ignoráis, respondió el hombre. Vosotros habéis venido a la tierra por decisión del destino, pero habéis viajado en la ignorancia, como un niño que duerme, inconsciente de las etapas. Habéis atravesado muchas comarcas en la embriaguez o en el sueño. Nada habéis sabido del camino de lo alto y del camino de lo bajo. Nosotros hemos recorrido el universo con nuestros cinco sentidos y en las seis direcciones, despiertos y alegres. Hemos
visto el origen y la finalidad, porque nuestros guías conocían bien el camino."
El pueblo pidió al sultán que torturase a aquel hombre para dar ejemplo, pero el sultán notó que el hombre era tan delgado que un simple papirotazo lo
habría matado. Su cuerpo era casi transparente.
El sultán se dijo entonces que más valía probar con la dulzura pues un lenguaje tierno hace salir a la serpiente de su guarida.
Hicieron salir al pueblo y el sultán, lleno de paciencia y de dulzura, le preguntó de dónde venía y se informó sobre sus condiciones de vida.
"¡Oh, sultán! respondió el hombre, mi casa es el país de la salvación y mi dirección es el país de la reprobación. No tengo ni morada ni amigos. ¿Cómo podría un pez vivir en tierra?
Para provocarlo, el sultán le preguntó:
"¿Cuál es tu plato preferido?" Después: "¿Qué has bebido para estar así ebrio por la mañana?
¡Si tuviera pan, replicó el hombre, no pretendería ser un profeta!"
Profetizar ante tal sultán es como esperar que una montaña muestre corazón. Lo único que puede hacer una montaña es devolver las palabras que se le dirigen. Al hacer eso, se burla. De nada sirve hablar de vida a un cadáver. Pero habla de oro o de mujeres y todos te seguirán sin preocuparse siquiera de su propia existencia. Diles: "Una hermosa mujer está enamorada de ti. ¡Ve! Te espera." Correrán enseguida en la dirección que les indiques.
Pero, si hablas el lenguaje de la verdad y dices: "¡En este efímero universo preparémonos para el universo de la verdad! ¿Qué importa lo efímero puesto que es posible la eternidad?" Sabe entonces que querrán matarte ¡y no creas que hacen eso para proteger su religión!
El sultán preguntó:
"¿Qué es la revelación? ¿Qué beneficio saca de sus actividades un profeta?
-Todo lo que dice un profeta termina por suceder, respondió el hombre. ¿Puede existir un reino que no desee unirse a él? ¡La revelación de un profeta, sin hablar siquiera de mí, es como la inspiración en el corazón de una abeja! La revelación que Dios hizo a la abeja ha llenado su morada de miel. ¡Por su revelación, Dios ha llenado de miel el universo! Y, como el hombre posee la luz
del corazón, su revelación no podría valer menos que la de una abeja."

martes, 24 de diciembre de 2019

UNA AUSENCIA MUY PRESENTE - Jeff Foster (2)


Cuando hablamos de no-dualidad solemos recurrir a metáforas y paradojas, porque las palabras, que fragmentan y dividen, se quedan muy cortas cuando apuntan a algo vivo y total. Ése es, en suma, un empeño tan imposible y condenado al fracaso como tratar de coger agua con una red.
Son muchas las paradojas y contradicciones que el lector descubrirá a lo largo de estas líneas. Pero la mente que se empeña en comprender intelectualmente todas estas palabras acaba completamente confundida. Ese desesperado empeño se deriva de la creencia de que, cuando comprenda, podrá poseer y, cuando posea, podrá controlar.
La mente quiere controlarlo todo. ¡Ha pasado los últimos millones de años controlándolo todo y no parece dispuesta a renunciar tan fácilmente a ello!
No trates de entender estas líneas. Ábrete tan sólo a la posibilidad de que la iluminación aparezca. Sumérgete sencillamente en las palabras. Zambúllete en su presencia. Si algunos de los conceptos presentados aquí te parecen difíciles será porque lo son. No en vano desafían cualquier idea que tengas sobre la espiritualidad, sobre la vida, sobre el mundo y sobre ti mismo. No es de extrañar que sientas que algunas de estas palabras amenazan tu sensación de identidad, la idea que tienes de ti y de la verdad.
Ábrete a esta otra posibilidad. Pero debes saber que, quien ha escrito estas líneas, es el mismo que lo está leyendo. Debes saber que, si hay algo en este texto que te parezca difícil, cruel o poco cuidadoso, no era ésa mi intención. En modo alguno he pretendido provocarte o molestarte. Lo único que quiero es compartir contigo la posibilidad de un amor absoluto e incondicional.

sábado, 21 de diciembre de 2019

Felicitación de Navidad 2019



https://youtu.be/Fq5zUJd_ilM

UNA AUSENCIA MUY PRESENTE - Jeff Foster (1)


Las palabras son simples olas en la superficie del inmenso Océano del Ser.
Las palabras interpretan, cantan y bailan su canción, para acabar sumergiéndose en la expansión infinita de la vitalidad.
Lee estas palabras y déjalas pasar.
Las palabras sólo pueden indicar. Son indicadores. Meras señales.
Las palabras no pueden rozar ni capturar la Vida. Quizás, sólo quizás, puedan apuntar hacia ella.
Quizás, sólo quizás, las palabras puedan transmitir algún que otro indicio del sabor o la fragancia de la vida.
Las palabras de los libros….
Apuntan a la Vida tal y como se despliega, a la evidente y simple presencia de todo, a las imágenes, olores y sonidos presentes, a la vitalidad que se halla detrás de todo, que todo lo mueve, que todo lo trasciende y que lo es todo.
Y, más allá incluso de eso:
A la ausencia de toda persona separada y sólida, a la inmensa abertura que, sin estar separada de nada, todo lo sostiene.
A la extraordinaria ausencia que, ocupando el centro mismo de la vida, acaba revelándose como la presencia más perfecta.
Ésta es la aparente paradoja que yace en el núcleo mismo de la creación:
Ausencia es presencia.
Vacuidad es forma.
La conciencia no está separada de sus contenidos.
Pero ¿qué es lo que queda cuando presencia y ausencia chocan e explosionan?
¿Qué es lo que queda cuando vacuidad y forma se funden y desaparecen?
¿Qué es lo que queda cuando el que ve se colapsa en lo visto y cuando sujeto y objeto se enamoran, enloquecen y se desvanecen en la nada?
¿Qué es lo que queda cuando todos los conceptos del mundo se revelan como meros conceptos, qué es lo que queda cuando los pensamientos recuperan su ritmo natural y la búsqueda improductiva de “la mente del mono”
llega a su fin?
¿Qué es lo que resplandece más allá del despertar, más allá de la iluminación, más allá de lo real y de lo irreal, más allá de la existencia y de la no-existencia, más allá de lo que es y de lo que no es,
más allá del yo y de no-yo, más allá de la dualidad y de la no-dualidad, más allá de la vida y de la muerte, más allá de todos los más allá?
¿Qué fue lo que te dio la vida?
¿Qué fue lo que hace ya eones, te sacó de ti para que pudieras conocerte, tocarte, degustarte, sentirte y verte?
¿Qué es lo que te sostiene, te ama y te abraza como una madre abraza a su bebé recién nacido?
¿Qué es lo que, desde el mismo comienzo, ha estado llamándote, para que volvieras a ti mismo?
Esto.
Sólo esto.
Siempre esto.
Continuamente esto.
Ahora voy a pedirte respetuosamente que olvides todo lo que sabes, todo lo que has aprendido, todo lo que has leído sobre el despertar espiritual, la no-dualidad, el advaita, la Unidad y la iluminación, y consideres una nueva posibilidad, la posibilidad de liberarte ahora mismo, en medio de esta vida aparentemente ordinaria. Considera, pues, la posibilidad de liberarte, ahora mismo, estés donde estés.
Y ahora comencemos de nuevo.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

UNA AUSENCIA MUY PRESENTE - Jeff Foster (3)

Yo no soy ningún maestro. Yo no tengo nada de lo que tú carezcas. Yo no soy, en modo alguno, especial. Eso es todo lo que quiero decir.
Si tuviera que dar un nombre a lo que estamos haciendo, diría que estamos departiendo amablemente. Estamos charlando, abierta y amablemente, de algo que sabemos muy bien, de algo que conocemos íntimamente. En realidad, no podría decirte, sobre esto, nada que tú ya no supieras.
De hecho, siempre lo has sabido. Yo sólo te lo recuerdo.
Hay quienes hablan del reconocimiento o de la resonancia que experimentan cuando leen o escuchan palabras que brotan de la Claridad. Esa resonancia está más allá de nuestro intelecto y de nuestra comprensión, y trasciende por completo nuestra mente
pensante. De esa resonancia, precisamente, quiero hablar en este libro.
Siempre es posible que, en medio de esa resonancia, resplandezca algo nuevo.
Todas estas palabras apuntan, de hecho, a una iluminación que se encuentra más allá de la comprensión y a un reconocimiento que trasciende el pensamiento. Todas esas palabras apuntan, en suma, a una abertura a algo extraordinario –aunque simultáneamente ordinario– que siempre quedará más allá de la comprensión de
nuestra mente.

lunes, 16 de diciembre de 2019

NA AUSENCIA MUY PRESENTE (La búsqueda del hogar) - Jeff Foster (3)


Donde hay separación también hay nostalgia, la nostalgia de acabar con la separación, de curar la división, de poner fin a la sensación de contracción y de expandirnos de nuevo en la inmensidad.
Es como el anhelo de la ola de volver a fundirse con el océano. Aunque no nos demos cuenta de que jamás hubo ola separada del océano, la ola siempre fue una manifestación perfecta del océano. La ola siempre estuvo empapada, empapada de Ser, siempre fue 100% agua.
Jamás hemos estado separados del océano. Jamás hemos estado separados de la totalidad. Lo único que existe es el sueño de esa separación. Pero siempre, a pesar de ello, hemos estado buscando el camino de regreso a nuestro hogar.
Obviamente, jamás lo reconocimos así, porque esta añoranza se manifestó como el deseo de un coche nuevo, de tener más dinero, de tener a ese hombre o a aquella mujer. Pero, por mundana que fuese su manifestación, siempre hemos añorado secretamente perder el mundo y zambullirnos en la Vida.

sábado, 14 de diciembre de 2019

NA AUSENCIA MUY PRESENTE (La búsqueda del hogar) - Jeff Foster (2)


Por ello el mundo material suele ser tan insatisfactorio. Y por ello nos orientamos también hacia las enseñanzas espirituales. Pero nuestro objetivo, a partir de entonces, deja de ser el de tener un millón de libras esterlinas en nuestra cuenta corriente, un coche más rápido o un matrimonio más satisfactorio. Ahora queremos despertar. Ahora queremos la iluminación. Ya no queremos un nuevo coche, sino acceder a un estado alterado de conciencia. Ya no queremos una nueva relación, sino la beatitud permanente. Y, en lugar del éxito mundano, queremos la iluminación, queremos perder algo llamado ego y trascender algo llamado mente.
Pero no, por ello, la búsqueda espiritual deja de ser, como la materia, una búsqueda. En ambos casos, tanto si se trata de la búsqueda de riqueza material como de la búsqueda de iluminación espiritual, se trata del mismo movimiento mental, es decir, de una búsqueda, de un movimiento que se orienta hacia un futuro inexistente.
Es la búsqueda, para , de algo en el futuro.
Lo que se halla, pues, en la raíz de toda búsqueda es el “yo”.
Quiero tener, en mi cuenta corriente, un millón de euros y también quiero tener, para , la iluminación espiritual. ¡Yo, yo y más yo!
En el núcleo mismo de toda búsqueda se asienta la sensación de un individuo, una identidad, una persona o un yo separado.
La sensación de ser una entidad separada de la vida, separada de esto, separada de los demás, separada del mundo y separada de la Fuente.
En el núcleo mismo de toda búsqueda se halla la sensación de incompletud, la sensación de no estar completos, la sensación de estar fragmentados, perdidos, alienados y, en suma, alejados de nuestro verdadero hogar.
Esta sensación de carencia impregna todos los resquicios de la vida del individuo separado. El yo separado siempre repite el mismo mantra: «No es suficiente, no es suficiente». Y esta sensación de carencia no es exclusivamente intelectual. No es una mera creencia, sino la sensación, tan profundamente arraigada que impregna toda experiencia, de no estar en casa.
En algún momento estuvimos en casa, pero ya hemos dejado de estar ahí. Y, en tanto que individuos separados, vivimos angustiados por el recuerdo difuso de una intimidad tan próxima que ni siquiera podemos nombrarla.
Es como cuando, en la infancia, nuestra madre nos dejaba solos en la habitación.
Súbitamente desaparecía y nos veíamos desbordados por una añoranza y una nostalgia que, pese a ser inexplicables, parecían dirigirse al núcleo mismo de nuestro ser.
Esta nostalgia parece brotar directamente de la sensación de ser una persona separada.
Pero, como veremos, no es nuestra madre lo que realmente añoramos. Nuestra madre no es más que el símbolo de algo mucho mayor. Lo único que queremos es regresar a la Fuente, regresar al Océano, regresar a casa… regresar, en suma, a lo que éramos antes de que todo esto comenzase.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

NA AUSENCIA MUY PRESENTE (La búsqueda del hogar) - Jeff Foster (1)


Vamos directamente a la raíz:
Esto nunca nos parece suficiente.
Lo que está sucediendo ahora mismo en el momento presente –es decir, esto–, nunca nos parece suficiente. De un millón de formas diferentes, nos pasamos la vida buscando, anhelando y deseando otra cosa.
Buscando algo más.
Buscando algo distinto.
Buscando algo diferente a lo que ahora ocurre.
Buscando algo –en el futuro– que nos satisfaga, nos complete y nos salve.
Buscando respuestas… nos asaeteamos a preguntas hasta volvernos locos.
Jamás hemos sabido descansar aquí, jamás hemos sabido relajarnos completamente en lo que está ocurriendo. Siempre hemos estado sometidos a impulsos que nos empujan hacia un momento futuro en el que suponemos que las cosas irán mejor. Y, como nuestra atención está tan atrapada en el futuro –como en su reflejo, el pasado–, lo que ahora ocurre acaba reducido a un medio para alcanzar un fin, un simple momento en una larga secuencia compuesta por muchos otros momentos. Y, como nunca estamos contentos con esto, siempre estamos esperando un futuro mejor.
Eso es, precisamente, lo que llamo búsqueda. Y, en este sentido, todos somos buscadores, porque todos estamos buscando algo.
La búsqueda se expresa de un millón de formas diferentes. En el llamado mundo material tenemos la búsqueda de dinero, de felicidad, de estatus, de relaciones mejores y más satisfactorias, de una sensación de identidad más fuerte. Más cosas que nos hagan sentir más seguros. Es muy importante, en el mundo material, saber
quiénes somos, hacer que nuestra vida funcione, cumplir con nuestro destino, alcanzar nuestros objetivos y satisfacer nuestras ambiciones. En el mundo material, es muy importante triunfar. La búsqueda se inicia, a fin de cuentas, para ser alguien en el mundo. Queremos hacer algo con nuestra vida antes de morir.

lunes, 2 de diciembre de 2019

NA AUSENCIA MUY PRESENTE (La posibilidad de la liberación) - Jeff Foster (1)


Estos pensamientos giran en torno a la posibilidad de que la búsqueda de nuestro verdadero hogar sea una búsqueda vana, porque lo cierto es que jamás lo hemos abandonado.
Siempre hemos estado en casa.
En las siguientes lineas contemplaremos la posibilidad de acabar con la búsqueda, la incesante y agotadora búsqueda de algo más, de algo “fuera de aquí”, de algo, en el futuro para “mí”.
Pero esa búsqueda puede acabar definitivamente.
…y, con ella, también puede acabar la sensación de ser una persona separada.
Porque, cuando la búsqueda desaparece, también desaparece la sensación de ser un buscador separado.
Y lo que, en ausencia de ese buscador, puede revelarse… está completamente más allá de las palabras.
Lo que entonces puede revelarse es… la liberación.
La liberación en plena vida cotidiana.
La liberación en el mismo lugar en que te encuentres.
Y, para una mente atrapada en la búsqueda espiritual, para una mente atrapada en creencias, prácticas e ideologías, la simplicidad de lo que entonces se revela es sorprendente, sencillamente sorprendente, asombrosamente sorprendente.
Y no tiene absolutamente nada que ver con lo que anteriormente creíamos.
¡Son tantas, Dios mío, ¡las ideas que tenemos sobre la liberación! ¿Pero qué otra cosa podrían ser esas ideas sino pensamientos, conceptos y recuerdos traídos del pasado?
Nuestras ideas sobre la liberación son siempre de segunda mano.
No hay idea ni concepto que pueda contener la belleza de esto. Esto es demasiado vivo, demasiado presente.
Esto es la muerte del individuo separado, la muerte del buscador y la zambullida en algo mucho más misterioso.

miércoles, 27 de noviembre de 2019

NA AUSENCIA MUY PRESENTE (El juego del escondite) - Jeff Foster (1)


Parece como si alguien –yo– hubiese escrito un libro sobre algo llamado no dualidad que otra persona –tú– está ahora leyendo. Ése es el sueño.
Pero lo que realmente está ocurriendo –no sólo aquí sino en cualquier otro lugar– es completamente extraordinario. Lo que realmente está ocurriendo es que la Unidad se encuentra consigo misma, se ve a sí misma de un millón de formas diferentes y disfruta con ello.
Ahora mismo, la Unidad aparece como esto, como un cuerpo sentado en una silla sosteniendo un libro entre sus manos. Y también aparece como el suelo, como las paredes, como el latido del corazón, la respiración, los colores, los olores, los sonidos y todo lo que ahora mismo esté apareciendo.
La Unidad aparece como todo, absolutamente todo lo que ahora mismo está ocurriendo. Eso es, de hecho, lo que ocurre. La Unidad lo es todo.
Esta vitalidad extraordinaria está ahora mismo –como siempre lo ha estado– mirándonos directamente a los ojos. ¿Y cómo puede ser que nunca la hayamos visto?
¡Cuando la reconocemos resulta evidente, pero, hasta entonces, parece estar completamente oculta! ¡Es como si jugase con nosotros al juego del escondite!
Desde cierta perspectiva, la Unidad parece estar oculta. Tan oculta que, a pesar de presentarse, a lo largo de toda nuestra vida, disfrazada de todo, literalmente de todo, jamás lo hemos advertido.
Y, como lo es todo, absolutamente todo, no existe, en realidad, nada oculto.
¿Qué mejor escondite, si quisieras ocultarte con la seguridad de que nadie te descubriría, que disfrazarte de todo lo que es?
¿No te asegurarías, si quisieras que algo pasase completamente desapercibido, de serlo todo?
Nada de esto debe ser entendido.
Si pudieses entenderlo, sólo serías una persona que habría acumulado unos cuantos conceptos sobre la no-dualidad, una persona con unas cuantas ideas sobre lo que es esto.
Pero esto no tiene nada que ver con la comprensión. Esto es más bien una caída. La caída en el sorprendente misterio de la vida. La caída en el no-conocimiento.
Una caída en la que el buscador acaba desapareciendo.

lunes, 25 de noviembre de 2019

NA AUSENCIA MUY PRESENTE (La ofrenda) - Jeff Foster (1)


Sumido en el sueño de la separación, eres un individuo con decisión y libre albedrío. Sumido en el sueño, pareces haber decidido leer este libro. Decides ir a la librería o pedírselo a un amigo y luego decides cogerlo, sentarte y empezar a leer.
Sumido en el sueño, pareces decidir sentarte en la silla de un determinado modo, desplazar los ojos por las páginas y creerme o no. Pareces decidir aburrirte, interesarte o disfrutar con las palabras. ¡Son muchas, pues, las decisiones que, en el sueño, pareces estar tomando!
Sumido en el sueño, decides el camino que te ha traído hasta aquí.
Sumido en el sueño, te reconoces como el que ha posibilitado todo esto.
Sumido en el sueño, te reconoces como el autor de todo esto.
Sumido en el sueño, pareces ser el creador.
Con la desaparición, no obstante, de toda esa historia de la decisión, con la desaparición de la historia según la cual, en el centro de tu vida, eres una persona separada y sólida, de la historia de que tú lo has hecho todo y has creado todo esto, no tienes modo de saber lo que ha ocurrido. No hay modo, con la desaparición de la historia de la decisión, de saber cómo ha ocurrido todo esto.
Y entonces abres los ojos y te encuentras, como un recién nacido, con todo esto.
Cuando el individuo desaparece, ves esto por vez primera. Miras y te descubres sentado en una silla. Y por más que tengas la sensación de que la silla no debería estar ahí, lo cierto es que ahí está. Y por ello te sientes sumamente agradecido.
Miras y descubres –¡Dios mío! – una silla que se ofrece y te sostiene
incondicionalmente y sin pedirte nada a cambio. Es realmente extraordinario.
La silla no se pregunta quién eres. A la silla le da lo mismo quién creas ser. A la silla no le interesa lo que hayas hecho o dejado de hacer. No le preocupa lo que hayas logrado o dejado de lograr, lo que creas o dejes de creer. Le da lo mismo si eres un triunfador o un fracasado, o si has alcanzado o no tus objetivos. Le da lo mismo si crees estar iluminado o no estar iluminado. Le da lo mismo tu aspecto y el modo como estés vestido. Le da lo mismo si estás sano o enfermo, si eres budista, judío o cristiano, si eres joven o viejo, y si entiendes o dejas de entender. Lo único que la silla hace es ofrecerse de manera incondicional.
El mensaje es muy sencillo y lo transmite algo tan normal y corriente como una silla.
Y no sólo una silla, sino todas las cosas. Todas las cosas se ofrecen de manera incondicional.
El secreto es éste:
La vida, en realidad, no es tal. Es una ofrenda.
Y esto es lo que ahora mismo nos está ofreciendo. Nos ofrece el momento presente.
Nos ofrece todo lo que está ocurriendo aquí. Nos ofrece esta presencia y esta vitalidad. Nos ofrece todo un mundo aparente, un mundo lleno de imágenes, sonidos y olores en cuyo interior no hay absolutamente nadie. Pero, a decir verdad, tampoco hay aquí ningún mundo. Lo único que hay es esto.
Y siempre, con la misma mirada inocente de un niño, ves esto por vez primera. Las palabras ni siquiera pueden llegar a rozarlo.
¡Esto, para la mente, es una auténtica locura! La mente dice: ¿Pero cómo no va a haber ahí una silla? ¡Si fui yo mismo quien la puso! ¡Fui yo quien puso en marcha todo esto!». Pero la mente ni siquiera puede empezar a entender la maravilla de lo que es. No te preocupes por ello, no es necesario. No porque no haya nadie que la reconozca ni la valore, la sorpresa es, por ello, menos sorprendente.
Pero sigamos un poco más. Mira la ropa que te cubre, te calienta y te protege del sol.
Mira cómo ocurre la respiración. Inspiras y exhalas, dentro y fuera, sin necesidad de realizar ningún esfuerzo. Y todo ello sin pedirte nada, absolutamente nada. Y la respiración también se halla presente mientras te hayas sumido en el sueño profundo sin sueños, cuando no hay nadie ahí para saberlo. ¡La respiración sucede aun en tu ausencia! No estás ahí, pero la ofrenda sigue presentándose.
Y tu corazón sigue latiendo, bombeando sangre a todo el cuerpo, sin pedirte absolutamente nada a cambio. Es una ofrenda totalmente gratuita. Y un buen día desaparecerá. Un buen día el corazón dejará de latir. Pero ahora está latiendo. Un buen día la respiración dejará de presentarse. Pero ahora está presentándose. No tenemos nada asegurado, ni otro día, ni otra hora ni otro instante. Todo eso es algo que recibimos de manera gratuita, completamente gratuita.
Todo es gratuito. Las sensaciones corporales, los sonidos, el frescor de la brisa y hasta los pensamientos que, originándose en ningún lugar, acaban disolviéndose en ningún lugar. Ésa es la gracia. Ésa es la Unidad. Y nada parece ocurrir como creíamos. ¿Quién hubiese pensado que la liberación, o llaémosle como la llamemos, fuese tan sencilla y evidente? ¿Quién hubiese dicho que la liberación consistiese tan sólo en ver claramente lo que es? ¿Quién hubiese dicho que se trata simplemente de ver claramente la vida tal cual es?
A la mente le disgusta este mensaje, porque pone fin a su historia de control, a su futuro y a su búsqueda. Esto, para la mente, se asemeja a la muerte. Por ello responde: «¡No, no puede ser! ¡Es demasiado ordinario! ¡Esperaba mucho más!
¡Quería mucho más que el simple hecho… de estar sentado en una silla!».
Esto, para la mente, resulta demasiado ordinario.
Pero es la búsqueda de lo extraordinario, mira por dónde, la que convierte a esto en algo ordinario. Siempre ha sido la búsqueda de algo fuera de aquí la que ha convertido a esto en algo ordinario y aburrido. ¡Nos aburrimos tanto de esto que queremos eso! ¡Nos aburrimos tanto de esto que queremos despertar de esto!
La búsqueda espiritual siempre ha estado arraigada en un rechazo del momento presente. La búsqueda de la vida siempre ha sido un movimiento de alejamiento de lo que es.
Pero, cuando desparece la búsqueda de lo extraordinario, esto deja de ser ordinario.
Cuando desaparece la búsqueda –y, con ella, desaparece el buscador–, esto deja de ser “ordinario”. Entonces es cuando los opuestos se funden y ya no hay modo, con palabras, de nombrar lo que queda.
Si miramos a un recién nacido o a un niño muy pequeño veremos en él una sensación de sorpresa y asombro ante la vida tal cual es. Pero los adultos parecemos habernos alejado de la inocencia y de la simplicidad infantil. Los adultos nos convertimos en personas serias y perdidas en la búsqueda, esforzándonos en tratar de ser alguien, esforzándonos en la búsqueda del éxito y esforzándonos en que todo sea perfecto.
Por ello siempre estamos tan agotados.
Por debajo de esa búsqueda, no obstante, todos somos bebés recién nacidos.
Todavía seguimos viendo el mundo por vez primera. Lo único que ocurre es que estamos perdidos en el juego de devenir. Eso es todo.

sábado, 23 de noviembre de 2019

NA AUSENCIA MUY PRESENTE (Cambiar los muebles de sitio) - Jeff Foster (1)


Una de las respuestas que la mente puede dar, cuando trata de procesar toda esta información, es la siguiente:
¿Cómo podríamos, si la búsqueda es el problema, renunciar a ella?
Pero, de ese modo, volvemos a sumirnos en el juego de la búsqueda… porque buscar el final de la búsqueda quizás sea la mayor de todas las búsquedas.
No se trata de renunciar a nada. No se trata de renunciar a nuestra práctica espiritual, de renunciar a nuestra meta ni de renunciar siquiera a la búsqueda. No se trata, en modo alguno, de concluir que la búsqueda sea el problema, no se trata de concluir que, como todo es búsqueda, deberíamos renunciar a la vida y sentarnos sin hacer nada. No, no se trata, en modo alguno, de rechazar nada.
Nada, en el sueño, como ves, tiene que cambiar. Por ello este libro no se parece a ningún otro libro de espiritualidad. Son muchos los libros espirituales que insisten en la necesidad de cambiar tu vida, de cambiar tus actitudes, de cambiar tu conducta o de cambiar tus pensamientos, de cambiar, en suma, los muebles de la habitación del Gran Hotel de la Vida para convertirla en un lugar más cómodo. No, este libro no habla del modo de cambiar los muebles. ¡Pero, si quisiera una habitación más cómoda, por supuesto que debería cambiar los muebles de lugar!
Lo único que sugiero es que, aunque no te des cuenta de ello, “tu vida”, tal cual es, ya es perfecta.
Imagina que una noche, mientras duermes, tienes un sueño, durante el cual ocurren muchas cosas que te parecen completamente reales. Pero, cuando finalmente despiertas, te das cuenta de que, en realidad, nada de lo que estabas viviendo había sucedido.
No, no tienes que cambiar el contenido del sueño. ¿Acaso, cuando despiertas, te empeñas en cambiar el sueño? Basta con que te des cuenta de que sólo se trataba de un sueño. Cuando reconoces al sueño como tal, el soñante desaparece y todo lo que pueda haber ocurrido deja de afectarte.
Esto se asemeja a lo que ocurre cuando estás viendo una película. Nadie se sienta en la butaca del cine tratando de cambiar o manipular la película. Lo único que, en tal caso, hacemos, es ver la película. Y, mientras tanto, no hay separación alguna entre la película y quien la contempla. Lo único que hay, cuando uno está completamente absorto viendo una película, es lo que está ocurriendo. Y uno ríe o llora según el despliegue de las imágenes de la película. Uno se olvida de sí mismo y acaba disolviéndose en la película.
Por ello nos gusta ir al cine. Cuando estamos contemplando una película no tenemos que hacer absolutamente nada, Lo único que tenemos que hacer es dejar que lo que ocurra se derrame sobre nosotros. O, mejor dicho, lo único que tenemos que hacer es dejarnos arrastrar por la película. Entonces es cuando el pasado y el futuro se desvanecen y dejan paso a lo que está ocurriendo. Y, puesto que lo que está sucediendo en la pantalla no es esencialmente real, uno puede sumergirse plenamente en la experiencia, puede relajarse y zambullirse sin reservas y reír, llorar y entusiasmarse con lo que ocurre, como si realmente estuviese ocurriendo. Es su irrealidad, de hecho, la que –durante un rato, al menos– la convierte en algo tan real.
Y ésa es también la aparente paradoja que yace en el núcleo mismo de la experiencia. La vida es como una gran película, la mayor de las películas que jamás se haya filmado.
Cuando sales del cine, la película sigue siendo una película y, cuando despiertas, el sueño sigue siendo un sueño. Pero por más que, esencialmente hablando, no sean reales, cuando nos zambullimos en ellos parecen serlo.
Tu historia, la historia de tu pasado y la historia de tu futuro, no son esencialmente reales, sólo parecen serlo cuando estás hipnotizado por la película de tu vida, por el sueño de tu vida. Y en algún momento de la historia aparece la invitación a despertar. En ese momento, sin embargo, la historia no desaparece, sino que sigue desplegándose, pero podemos ver a través de ella. Entonces es cuando la historia se torna transparente. La película sigue, pero entonces ya sabemos que se trata de una película.
Entonces nos damos cuenta de que nada de lo que ocurra puede dañarnos. Y, por más tristes o espantosas que sean las escenas, no dejan en nosotros la menor cicatriz.
Entonces es cuando nos convertimos en la pantalla en la que se proyecta la película.
Entonces es cuando nos damos cuenta de que nada de lo que ocurre en la película nos afecta. La pantalla deja amorosamente que todo se proyecte sobre ella, tanto las escenas de miedo como las escenas de alegría, absolutamente todo. Y, cuando la película concluye y el público abandona la sala, la pantalla sigue tan nueva e impoluta como antes de comenzar la proyección.
¡Pero, desde la perspectiva de la pantalla, no hay nada que empiece ni nada que concluya! No hay, desde la perspectiva de la pantalla, tiempo ni espacio. El tiempo y el espacio son cosas de la película y, cuando no se proyecta nada, tiempo y espacio
carecen de todo sentido.
En la liberación, el tiempo y el espacio son vistos como lo que son, meros
conceptos.
Este libro no pretende resolver ningún problema. Los problemas se mueven en el mundo de los sueños. Personajes oníricos tratando de solucionar problemas oníricos.
Personajes virtuales tratando de resolver problemas virtuales.
El personaje cree en la realidad de sus problemas, pero éstos, obviamente, son tan reales como él. Cuando acaba su escena, el actor se desmaquilla, se cambia de ropa y vuelve a casa. Cuando le damos al botón de “eject”, el DVD sale del reproductor y todo se desvanece. Y, cuando acaba la película, los rollos vuelven de nuevo a sus cajas y se apagan finalmente las luces. Tus problemas son, en suma, tan reales como tú.