domingo, 29 de enero de 2017

La vida no tiene seguros… (1ª, parte)

Cuando Sócrates se estaba muriendo se encontraba tan a gusto que sus discípulos casi no lo podían creer, no podían comprender cómo podía sentirse tan feliz de morir. Un discípulo, Credo, le preguntó, «¿Por qué parece que estás tan feliz? Nosotros lloramos y estamos tristes». Sócrates le dijo, «¿Por qué no debería estar feliz? He conocido lo que es la vida y ahora me gustaría conocer lo que es la muerte. Estoy a las puertas de un gran misterio y estoy emocionado. Voy a empezar un gran viaje por lo desconocido. ¡Simplemente estoy expectante! ¡No puedo esperar!» Y recuerda, Sócrates no era un hombre religioso, Sócrates no era en modo alguno un creyente.
Alguien le preguntó, «¿Tienes la certeza de que el alma sobrevivirá a la muerte?» Sócrates le contestó, «No lo sé».
El decir, «No lo sé», requiere el mayor valor del mundo. Es muy difícil para un profesor de lengua el decir «No lo sé». Es difícil para los loros. Sócrates fue un hombre muy sincero y honesto. Él dijo, «No lo sé».

Entonces el discípulo le preguntó, «Entonces, ¿por qué te sientes tan feliz? Si el alma no sobrevive, entonces…» Sócrates dijo, «He de verlo. Si sobrevivo no tengo porque tener miedo. Si no sobrevivo, ¿cómo podré tener miedo? Sino sobrevivo, no sobrevivo así que, ¿dónde está el miedo? No hay nadie ahí, de modo que no puede haber miedo. Si sobrevivo, sobrevivo. No hay porqué tener miedo. Pero no sé exactamente qué es lo que va a suceder. Por eso estoy tan expectante y dispuesto a averiguarlo. No lo sé».........

sábado, 21 de enero de 2017

Confía en Dios, pero ata primero el camello - Osho

Un maestro estaba viajando con uno de sus discípulos. El discípulo era el encargado de cuidar del camello. Llegaron de noche, cansados, a la posada para caravanas. Era obligación del discípulo atar el camello, pero no se molestó en hacerlo y lo dejó fuera. En cambio, se dedicó a rezar, le dijo a Dios: «Encárgate del camello», y se durmió.
Por la mañana el camello no estaba: había sido robado, se había ido… El maestro preguntó:
¿Qué ha pasado? ¿Dónde está el camello?
-No lo sé -dijo el discípulo-. Pregúntaselo a Dios, porque yo le dije a Alá que cuidara de él; y como yo estaba cansado, no tengo la menor idea. Yo no soy el responsable porque se lo dije muy claramente. No hay forma de que no lo entendiera: se lo repetí tres veces. Y como siempre enseñas que debemos confiar en Alá, he confiado. Ahora no te enfades conmigo.

El maestro dijo: -Confía en Alá, pero primero ata el camello, porque Alá no tiene otras manos que las tuyas. Si quiere atar el camello, tendrá que usar las manos de alguien; pero no tiene otras que las tuyas. ¡Y es tu camello! La mejor forma de hacerlo, el camino más sencillo y más fácil es usar tus manos. Confía en Alá, no confíes sólo en tus manos; de otro modo estarás tenso. Ata el camello y después confía en Alá.
Preguntarás: “¿Para qué confiar en Alá si ya he atado el camello?”; porque, aunque esté atado, el camello puede ser robado. Haz todo lo que puedas, pero eso no garantiza el resultado, no hay garantía. Por tanto, haz todo lo que puedas y después acepta lo que ocurra.
Éste es el significado de atar el camello: haz todo lo que puedas hacer, no eludas tu responsabilidad, y después si no pasa nada o si algo va mal, confía en Alá. Entonces Él sabe muy bien lo que hace.

Es muy fácil confiar en Alá y ser vago. Es muy fácil no confiar en Alá y hacer las cosas. El tercer tipo de hombre es difícil de encontrar: confías en Alá y sigues haciendo las cosas. Pero ahora sólo eres un instrumento; Dios es el verdadero actor, tú sólo eres un instrumento en sus manos”.

domingo, 15 de enero de 2017

¿Por qué necesitamos a los Magos? - Deepak Chopra


La gente se pregunta por qué, habiendo nacido en la India, me siento tan atraído por los magos. Mi respuesta es la siguiente: en la India todavía creemos que los magos existen.
¿Qué es un mago? No es sencillamente alguien que puede hacer magia, sino alguien capaz de transformar.
Un mago puede convertir el temor en alegría, la frustración en realización. Un mago puede convertir lo temporal en eterno. Un mago puede llevarnos más allá de nuestras limitaciones hacia lo ilimitado.
Cuando era niño y vivía en la India, sabía que todo eso era cierto. A veces llegaban a nuestra casa ancianos de túnicas blancas y sandalias, y hasta para un muchacho asombrado por la vida, parecían criaturas muy especiales. Estaban completamente en paz; de ellos emanaban la alegría y el amor; parecían no inmutarse ante los altos y bajos de la vida cotidiana. Los llamábamos gurús o consejeros espirituales. Pero tardé mucho tiempo en darme cuenta de que gurú y mago es lo mismo. Todas las sociedades tienen sus maestros, clarividentes y sanadores; gurú era sólo nuestro vocablo para designar a los poseedores de la sabiduría espiritual.
En Occidente, se considera que los magos son principalmente hechiceros que practican la alquimia para convertir un metal inferior en oro. En la India también existe la alquimia (de hecho fue allí donde se inventó), pero la palabra alquimia es en realidad una clave. Significa convertir a los seres humanos en oro, convertir nuestras cualidades inferiores de temor, ignorancia, odio y vergüenza en lo más precioso: el amor y la realización. Por tanto, un maestro que nos pueda enseñar a convertimos en seres libres llenos de amor es, por definición, un alquimista — y siempre lo ha sido.
El viaje hacia lo milagroso comienza aquí. Este es el mejor momento para comenzar. El sendero del mago no existe en el tiempo — está en todas partes y no está en ninguna parte. Nos pertenece a todos y no le pertenece a nadie. Así, éste es sólo un libro acerca de cómo recuperar lo que ya es nuestro.
Como dice la primera frase de la primera lección: Hay un mago dentro de cada uno de nosotros un mago que lo ve y lo sabe todo. Ésta es la única frase del libro que se debe aceptar como un acto de fe. Una vez que descubramos nuestro mago interior, la enseñanza vendrá por sí sola. Durante muchos años, este tipo de aprendizaje espontáneo ha sido el centro de mi vida diaria: observar y esperar a oír lo que mi gula interior tiene que decir. No existe otra forma de aprendizaje más fascinante.
He oído la voz de Merlín en el sonido de una risa en el aeropuerto, en el susurro de los árboles al caminar hacia la playa, y hasta en la televisión. Una estación de autobuses puede convertirse en la cueva de cristal cuando se tiene la llave.
¿Por qué necesitamos seguir el sendero del mago? Para elevamos sobre lo ordinario y lo confuso, y encontrar la clase de trascendencia que solemos relegar al campo de lo mítico, pero que en realidad tenemos a mano, aquí y ahora. Estar vivos significa ganamos el derecho a decir lo que deseamos decir, a ser lo que deseamos ser, y a hacer lo que queremos. Camelot era el símbolo de esta forma de libertad. Por eso volvemos nuestros ojos sobre ese sitio mágico con nostalgia y admiración. La vida ha sido difícil desde entonces.
Una vez, un discípulo preguntó a su maestro: “¿Por qué siento esta opresión tan grande, como si quisiera gritar?” El maestro lo miró y le dijo: “Porque todo el mundo se siente igual”.
Todos nosotros deseamos crecer en amor y creatividad, explorar nuestra naturaleza espiritual, pero muchas veces erramos el objetivo. Nos encerramos en nuestra propia cárcel. Sin embargo, hay quienes han roto el encierro que comprime la vida. Rumi, el poeta persa, decía: “Somos espíritu incondicionado atrapado por las condiciones, como el Sol en un eclipse”.
Esa es la voz de un mago que no creía que los seres humanos viviésemos limitados en el tiempo y el espacio. Sólo estamos eclipsados temporalmente. El propósito de aprender de un mago es encontrar al mago que llevamos dentro. Una vez hallado el guía interior, nos habremos encontrado a nosotros mismos. El yo es el Sol de resplandor permanente que, aunque eclipsado, cuando se despejan las sombras se muestra en toda su gloria.

lunes, 9 de enero de 2017

Cuento Sufí - Rumí

CARNE PROHIBIDA
Había en la India un hombre muy sabio. Un día, vio llegar a un grupo de viajeros. Al ver que estaban hambrientos, les dijo:
"No hay duda de que tenéis la intención de cazar para alimentaros. Pero ¡cuidado, noble gente! ¡No cacéis la cría del elefante! Es ciertamente fácil de coger y su carne es abundante. Pero no olvidéis a su madre que lo vigila, pues sus gritos y lamentos se oirán desde lejos. ¡Conservad este consejo como una joya si queréis evitar catástrofes!"
Y, con estas palabras, se marchó. 
Los viajeros, cansados por su largo camino, no tardaron en encontrar un elefantito muy gordo y, olvidando los consejos que se les habían dado, se lanzaron sobre él como lobos. Sólo uno de ellos decidió obedecer el consejo del sabio y no tocar la carne del elefantito. Los demás, hartos de carne, no tardaron en dormirse.
De pronto, un elefante encolerizado se precipitó sobre ellos. Se dirigió primero hacia el único que no dormía. Olfateó su boca, pero no encontró ningún olor acusador. Por el contrario, habiendo comprobado que todos los que dormían tenían el olor de su pequeño en el aliento, los aplastó bajo sus patas.
¡Oh, tú que te alimentas con el fruto de la prevaricación! ¡Estás comiéndote el elefantito! No olvides que su madre vendrá a vengarlo. Pues la ambición, el rencor y el deseo despiden un olor tan fuerte como el de la cebolla. Te será imposible ocultar que has abusado del bien del prójimo.