domingo, 30 de septiembre de 2018

LA RESISTENCIA QUE OPONEMOS AL MOMENTO PRESENTE - Jeff Foster - Parte 8


Desde la perspectiva de lo que eres, desde la perspectiva del océano, aunque las olas sean todas diferentes en apariencia, en esencia son todas lo mismo. Todas son agua. Así que, utilizando esta metáfora, podría decirse que el océano sabe que todas las olas son sencillamente parte de él. Cada pensamiento, cada sentimiento y cada sensación que aparece en ti es sencillamente el océano en su danza. Desde las potentes olas violentas hasta las más suaves y plácidas, todas son agua. Así que, en el nivel más profundo, el océano no tiene ningún problema con ninguna de las olas, porque sabe que ninguna de ellas puede poner en peligro lo que él es en realidad. Hay, por tanto, un profundo bienestar respecto a todas ellas, una paz que escapa al entendimiento, que nace de haber reconocido que, en esencia, son inseparables del océano.
Ninguna de las olas de la vida puede dañar al océano que eres. Ninguna puede destruirte. Ninguna puede sustraerte nada, y ninguna puede añadir nada a lo que eres.
Ninguna de las olas es ajena a ti.
De modo que, ya aparezca el océano como una ola de pensamiento, de dolor, de miedo, de entusiasmo, de alegría o como cualquier otra ola, sabe que, a nivel esencial, todas esas apariencias están bien. Todas tienen un hogar en lo que eres. Lo que eres es lo bastante vasto para contenerlas a todas.
Como nos han recordado todos los maestros espirituales a través de los tiempos, en realidad no eres una persona separada, no eres un yo individual, sino el espacio abierto en el que todas las pequeñas olas de experiencia —pensamientos, sensaciones, sentimientos, sonidos— vienen y van. Eres literalmente, eso que buscas.
Eres la consciencia que sostiene la danza de la forma. Eres la vasta expansión de percepción consciente en la que el mundo aparece y desaparece. Sea lo que sea lo que aparece y desaparece en tu experiencia, tú permaneces en calma en medio de la tormenta; eres el vasto y profundo océano que ni siquiera la ola más violenta puede destruir. Por mucho que las olas se eleven y rompan estrepitosamente, en las profundidades del océano hay silencio..., silencio y saber.

jueves, 27 de septiembre de 2018

LA RESISTENCIA QUE OPONEMOS AL MOMENTO PRESENTE - Jeff Foster - Parte 8


NO hay mayor misterio que este: buscamos
constantemente la realidad, cuando de hecho somos la realidad.
Ramana Maharshi

Cuando te detienes y traes toda tu atención de vuelta a la experiencia presente, a lo que está ocurriendo justo ahora, a donde estás, ¿qué es lo que encuentras? ¿Encuentras que algo aquí sea definitivo, inmutable, inamovible? ¿Encuentras un yo separado y permanente? ¿Encuentras algo sólido llamado yo? ¿O lo que ves es que todo lo que hay aquí está constantemente cambiando, en movimiento, danzando de momento en momento?
Los pensamientos aparecen y desaparecen, ellos solos. Las imágenes, los recuerdos y las ideas van pasando uno tras otro por la pantalla de nuestra consciencia, se quedan un rato y luego desaparecen. Van y vienen toda clase de sentimientos: tristeza, aburrimiento, frustración, ira, miedo... Se suceden las sensaciones por todo el cuerpo. Los sonidos surgen de la nada: el tráfico de la calle, el zumbido de un televisor, un portazo, tu propia respiración, el canto de un pájaro, ¡Pío, pío!
A lo largo de todo el día, ascienden y descienden todo tipo de pensamientos, sensaciones, sentimientos y sonidos en el océano de consciencia que eres. A todo lo que
aparece en la pantalla de nuestra consciencia, podríamos llamarlo onda de experiencia.
Un pensamiento es una onda. Un sonido es una onda. Un sentimiento, una sensación son una onda. Y todas estas ondas, todas estas olas de pensamiento, de sonido, de sentimiento y de sensación aparecen y desaparecen en el espacio plenamente abierto de la consciencia, el vasto océano que eres en esencia.
¿Eres capaz de reconocer que tu experiencia de la vida es siempre una simple danza de olas en el momento presente, que se suceden todas en el vasto océano que eres?
(Y el término «océano», puedes sustituirlo por «consciencia», «percepción consciente»,
«ser» o «presencia» ... o cualquier palabra que te parezca apropiada para nombrar esta
realidad que está más allá de las palabras. Yo las empleo indistintamente. Da lo mismo el nombre que des a lo que eres en realidad.)
Lo que eres, igual que el océano, abarca todas las pequeñas ondas de experiencia que ascienden y descienden, que nacen y mueren. Los pensamientos, las sensaciones, los sentimientos y los sonidos van y vienen en ti. Tú no eres tus pensamientos, ni tus sentimientos, ni tus ideas y juicios sobre ti mismo, ni la historia de tus éxitos y fracasos, ni ninguna de las sensaciones o sonidos que aparecen y desaparecen, sin embargo, lo que eres —como el espacio plenamente abierto en el que se permite que aparezcan y desaparezcan todos los pensamientos, sensaciones, sentimientos y sonidos— es a la vez, misteriosamente, inseparable de esos pensamientos, sensaciones, sentimientos y sonidos. Tú no eres tus pensamientos, pero, a la vez, todos los pensamientos tienen permiso para ir y venir en la intimidad que eres. Lo que eres no son sonidos, y, no obstante, todos los sonidos tienen permiso para aparecer y desaparecer en ti.
No te preocupes si estas palabras te resultan un poco confusas y paradójicas en
este momento.

lunes, 24 de septiembre de 2018

LA RESISTENCIA QUE OPONEMOS AL MOMENTO PRESENTE - Jeff Foster - Parte 7


Aceptar su sentimiento de indefensión significaba que ya no era una víctima de la vida. La indefensión ya no tenía dominio sobre él, porque ahora estaba permitido que el sentimiento apareciera y desapareciera en él. Y lo que descubrió fue que, al permitirse finalmente sentirse débil e indefenso —totalmente indefenso—, se sentía menos indefenso y con más control de sí mismo que nunca. La fuerza no es lo opuesto de la debilidad. La verdadera fuerza reside en abrazar la debilidad por completo. (Veremos más adelante cómo, en verdad no hay opuestos en la experiencia presente.)
Cuando ves lo que buscas, y cuando ves que aquello de lo que intentas escapar está perfectamente bien, ese reconocimiento es, en sí mismo, el final de la búsqueda. Ver es el final de la búsqueda. Y no hay un siguiente paso. No se necesita ningún método.
Más adelante explicaré con más detalle cómo, en cada momento, todas las distintas partes de tu experiencia presente han sido profundamente aceptadas. Pero, por ahora, solo quiero indicar que en toda experiencia de sufrimiento cuando dejas de enfocar toda tu atención en los detalles de la situación, en el relato de lo que está sucediendo, en las circunstancias externas y vuelves realmente a la experiencia presente —a los pensamientos, sentimientos y sensaciones corporales presentes—, siempre encontrarás la búsqueda, incluso aunque esa búsqueda esté actuando de maneras muy sutiles. Siempre encontrarás que hay algo que no te permites experimentar plenamente, algo que inocentemente intenta expresarse en ti, pero que choca de frente con el miedo y la resistencia. Siempre encontrarás una invitación a aceptar profundamente este momento, por muy inaceptable que parezca.

jueves, 20 de septiembre de 2018

LA RESISTENCIA QUE OPONEMOS AL MOMENTO PRESENTE - Jeff Foster - Parte 6


Tal vez este hombre no buscara la iluminación, ni fama, ni gloria, pero, en el momento, era un buscador desesperado. Buscaba urgentemente la manera de controlar y rehuir los sentimientos de debilidad e impotencia frente a la vida. En el momento, se convertía en un buscador de poder, de control y, en última instancia, de amor. Buscaba un modo de escapar de lo que sentía, y pegar a sus hijos le proporcionaba, por un momento, esa vía de escape, la liberación que ansiaba.
Superficialmente, parecía tan solo un padre incapaz de controlar su ira ante las travesuras de sus hijos. Pero cuando uno examina lo que sentía en realidad, ve a alguien que se siente absolutamente frustrado, alguien que se siente un completo imbécil, un fracasado como padre y como hombre, impotente, indefenso y débil, y que busca desesperadamente una manera de salir de semejante aprieto. Y ve a alguien que es incapaz de admitir nada de esto, ni a sí mismo ni ante sus hijos. Por debajo de nuestra cólera, siempre encontraremos un dolor o impotencia no aceptados.
Hasta que se dio cuenta de verdad de la búsqueda que había dentro de aquella experiencia, el hombre tenía la impresión de que su sufrimiento era algo que simplemente le ocurría..., de que era una víctima indefensa de la vida, de que quizá estaba genéticamente programado para enfurecerse o de que la respuesta que daba a sus hijos estaba cósmicamente predestinada, de algún modo, y no había por tanto esperanza de que nada cambiara. Sin embargo, al sacar la búsqueda a la luz, como hizo, pudo ver con claridad exactamente por qué sufría y cómo se creaba ese sufrimiento. Sencillamente, no se permitía a sí mismo sentir lo que sentía en el momento. No se permitía sentirse perdido e indefenso, ni siquiera por un momento. No era capaz de percibir la profunda aceptación que había en su experiencia presente de indefensión.
Al ver finalmente de qué escapaba (de la indefensión), se dio cuenta automáticamente de que ya no necesitaba escapar de ella..., de que no sucedía nada por sentirse indefenso, de que el sentimiento de indefensión, en aquel momento, se podía aceptar totalmente. (Más adelante hablaré sobre cómo y por qué es posible aceptar incluso los sentimientos aparentemente más negativos.) El problema era que nunca se había permitido sentirse verdaderamente indefenso, ni siquiera por un momento (y es seguro que alguna vez tendremos que afrontar un momento de indefensión); siempre había dado por hecho que no estaba bien sentirse así. Al comprobar que estaba perfectamente bien sentirse indefenso, en este momento, y que había incluso una extraña alegría y paz en medio de la indefensión, dejó de sentir la necesidad imperiosa de escapar.

martes, 18 de septiembre de 2018

LA RESISTENCIA QUE OPONEMOS AL MOMENTO PRESENTE - Jeff Foster - Parte 5


Cuando te sientes totalmente impotente e incapaz de controlar el momento, empezar a gritar y hacer una demostración de poder pueden resultar un alivio, aunque solo temporal. Atacar a otro ser humano es una manera perfecta de distraerte de tus sentimientos profundamente perturbadores..., sentimientos que no quieres permitir que existan en ti. Normalmente, cuando más impotentes nos sentimos (y no somos capaces de percibir nuestra impotencia ni de admitir, ni admitir ante otros, que nos sentimos así) es cuando nos volvemos más irracionales, más violentos, y a veces acabamos haciendo daño a quienes más queremos. En vez de permitirnos sentir el daño que nos hace la situación, hacemos daño a otros; y luego les echamos la culpa, les decimos que se merecían lo que han recibido, que fueron ellos los que provocaron la explosión, que fueron ellos los que nos hicieron perder el control. Y finalmente, si hemos incorporado a nuestro saber conceptos de no dualidad, ¡les decimos que no tuvimos elección!
En determinado momento de su vida, este hombre aprendió —como la mayoría de nosotros— que ciertos sentimientos, como la indefensión y la impotencia, no están bien. No está bien ser incapaz de controlar el momento. No está bien ser débil.
Asociamos sentimientos como la indefensión, con la falta de seguridad, con el peligro,
con no sentirse querido o aceptado, y, en última instancia, con la muerte. Para mucha
gente, el sentimiento de indefensión es algo que se ha de evitar a toda costa. Mucho de
nuestro sufrimiento proviene de la profunda falta de aceptación de sentimientos de
indefensión, impotencia, debilidad, inseguridad e incertidumbre ante el momento.
Probablemente todo nuestro sufrimiento podría reducirse a:
Quiero controlar este momento, ¡pero no puedo!

jueves, 13 de septiembre de 2018

LA RESISTENCIA QUE OPONEMOS AL MOMENTO PRESENTE - Jeff Foster - Parte 4


A veces, para encontrar la búsqueda en una situación, hace falta pararse, respirar hondo y mirar con lupa la experiencia presente. El hombre y yo empezamos a examinar su experiencia y, tras una investigación muy sencilla y sincera, pronto estuvo claro que era mucho lo que ocurría durante los breves momentos que tardaba en pasar, de pedir educadamente a sus hijos que se tranquilizaran a explotar lleno de ira.
Cuando veía a sus hijos chillar y vociferar, afloraban en él todo tipo de pensamientos y sentimientos inquietantes... sentimientos sobre su incompetencia como padre y su impotencia frente a la situación: «¿Qué me pasa? ¿Cómo es que no puedo controlarlos? Soy un hombre hecho y derecho... debería ser capaz de dominar la situación. Pero no puedo. Estoy fracasando como padre y como hombre». Aparecían sentimientos de intensa frustración, y luego de desesperación e indefensión absoluta, y aquellos sentimientos se apoderaban de él por completo. El hombre adulto empezaba a sentirse como un niño indefenso, y no como el padre fuerte y maduro que quería ver en sí mismo. Sentía como si su identidad entera se desmoronara, y le invadía una especie de pánico existencial. Era casi como si se enfrentara a su propia muerte física; de hecho, se enfrentaba a la muerte de su imagen personal de figura paterna fuerte y madura, a la muerte de quien pensaba que era, de quien pensaba que debía ser en aquel momento, de quien los demás pensaban que era. Se enfrentaba a la muerte de la imagen de sí mismo con la que había vivido, la imagen que había estado proyectando en el mundo. Y aquella confrontación la provocaba el simple hecho de que sus hijos fueran un poco escandalosos.
A causa de la indefensión, la impotencia y el pánico, sentía la necesidad irrefrenable de arremeter contra ellos. A causa de la debilidad, quería volver a sentirse fuerte. Había algo en él que no quería sentirse impotente e incapaz de consolar la situación..., ¡menos aún en presencia de sus hijos!

martes, 11 de septiembre de 2018

LA RESISTENCIA QUE OPONEMOS AL MOMENTO PRESENTE - Jeff Foster - Parte 3


Un hombre me hablaba una vez del problema que tenía para controlar su ira cuando estaba con sus hijos. Decía que aquella ira era como un volcán, que entraba en erupción sin motivo aparente en el momento menos pensado. Volvía a casa del trabajo, cansado, después de un largo día en la oficina, y encontraba a sus hijos chillando, corriendo de un lado para otro, poniéndolo todo patas arriba. El hacía todo lo posible por calmarlos, por hacer que se comportaran; probaba todas las tácticas que había aprendido a lo largo de los años: hablarles con suavidad, razonar con ellos, ignorarlos, estar «presente», ser firme, ser «espiritual» con ellos, ofrecerles una recompensa, castigarles...
Pero nada funcionaba. Sencillamente, no le escuchaban, y él empezaba entonces a sentir cómo barboteaba la ira en su interior. Intentaba desesperadamente mantenerla a raya; trataba de contenerla, aceptarla, amarla, dejarla existir, trascenderla, «ser consciente de ella sin elección», reprimirla, «ser» ella, pero acababa siempre por explotar, daba igual lo que hiciera o no hiciera. Y entonces se encontraba de pronto fuera de sí, chillándoles, insultándolos, diciéndoles cosas que en realidad no sentía, comportándose de un modo que luego tendría que lamentar. La ira parecía estar totalmente fuera de su control.
¿Te suena? ¿Te sorprendes a veces reaccionando de manera incomprensible, con tus hijos, tu pareja, tus padres, tu madre, tus amigos?
Recuerda que todos estos ejemplos que estas leyendo debes aplicarlos a ti. En el instante que lees cada ejemplo, vete directamente a tu propia experiencia y descubre el aspecto de tu vida en el que tiene relevancia.
Este hombre había ido a ver a varios maestros espirituales, les había contado su problema, y ellos le habían dado respuestas del tipo de: «Elige no enfurecerte», «No está en tu mano elegir que la ira surja o no» o «Solo hay Unidad. Todo es igual, luego no importa si te enfureces o no con tus hijos.
No hay una entidad aparte que se enfurezca». Estas ideas le reportaron cierto alivio temporal, pero no pusieron fin a su sufrimiento. Había conseguido entender que, en
última instancia, las explosiones de ira simplemente formaban parte de la vida y tenían su lugar, pero eso no impedía que sucedieran ni ponía fin a su sufrimiento al respecto. La ira aparecía, dijeran lo que dijeran las enseñanzas espirituales, y estaba destruyendo su relación con las personas a las que más quería. Ninguno de los conceptos espirituales del mundo parecía llegar a la raíz de su problema. Sintió que no había nada que hacer, y tuvo que aprender a tolerarla.
Le pregunté qué buscaba en aquella situación, y no supo responder. Tenía la sensación de que las explosiones de ira le ocurrían, sin más; no entendía qué relación podían tener con la búsqueda de integridad ni que significaran que su ser estaba en guerra con la experiencia presente. No consideraba que buscara nada. No buscaba la iluminación. No buscaba fama ni riquezas. A su entender, lo único que hacía era responder a una situación, muy difícil, lo mejor que podía.

domingo, 9 de septiembre de 2018

LA RESISTENCIA QUE OPONEMOS AL MOMENTO PRESENTE - Jeff Foster - Parte 2


¿Qué partes de tu experiencia sientes que no te pertenecen? ¿Qué pensamientos,
sensaciones y sentimientos consideras que son ajenos a ti? ¿Cuáles te parece que están
fuera de lugar, que no deberían existir en ti, que no son realmente tú?
Sencillamente, buscamos pureza, perfección y completitud fuera de la experiencia presente porque tenemos la impresión de que nuestra experiencia presente está incompleta, es defectuosa, imperfecta, de algún modo no íntegra. Buscamos integridad porque no vemos integridad en el momento presente. No vemos que haya integridad en los pensamientos, sensaciones y sentimientos actuales, así que la buscamos en el futuro. Nos hacemos buscadores de integridad, y ahora necesitamos un futuro para completarnos. El buscador siempre necesita tiempo para encontrar lo que busca. El momento presente se convierte así en un medio para lograr un fin.
Y aquí es donde empieza todo el sufrimiento: en la pérdida del momento presente, la pérdida de nuestro verdadero hogar.

jueves, 6 de septiembre de 2018

LA RESISTENCIA QUE OPONEMOS AL MOMENTO PRESENTE - Jeff Foster - Parte 1


Estaré completo,
cuando finalmente encaje
entre mis semejantes, entre mis compañeros de trabajo, en la sociedad, cuando
finalmente, la gente me entienda y apruebe lo que hago,
cuando toda la gente de mi alrededor cambie,
cuando haya creado una obra maestra que todo el mundo alabe,
cuando tenga un cuerpo perfecto,
cuando finalmente haya manifestado mi destino,
cuando haya encontrado a mi alma gemela,
cuando haya experimentado el pleno despertar;
cuando gane una medalla de oro,
cuando tenga un hijo,
cuando por fin encuentre lo que busco.
Buscamos completitud en el futuro porque, a cierto nivel, nos sentimos
incompletos en el momento presente.
¿Quieres que te comprendan en el futuro? Eso significa que, a cierto nivel, ahora te sientes incomprendido. ¿Quieres alcanzar la iluminación en el futuro? Eso significa que, a cierto nivel, ahora sientes que no estás iluminado. ¿Quieres encontrar amor en el futuro? Eso significa que, a cierto nivel, ahora no te sientes querido. La pregunta «¿qué buscas en el Futuro?» es idéntica a la pregunta «¿de qué huyes ahora mismo?».
Es crucial que entendamos que nuestra búsqueda de algo abstracto en el futuro—la iluminación, riqueza, poder, éxito, amor— está siempre profundamente enraizada en
la resistencia que oponemos al momento presente. La búsqueda de completitud futura
siempre tiene sus raíces en una experiencia de incompletitud presente. Es en la
incompletitud del momento presente donde empiezan todo nuestro sufrimiento y nuestra búsqueda; y en una profunda aceptación del momento presente es donde pueden terminar.
A veces la gente acude a mí y me pregunta cómo pueden iluminarse. Creen que estoy iluminado (aunque yo nunca diría que lo esté) y que puedo enseñarles a ser como yo. Suelo contestar simplemente: «Bueno, ¿qué significa para ti la palabra «iluminación»? Cuando te ilumines, ¿en qué se diferenciará tu experiencia de la de este momento?», y, en respuesta a mi pregunta, suelen decir algo como: «Creo que, cuando esté iluminado, ya no tendré miedo. Creo que la tristeza y el dolor desaparecerán. Creo que la iluminación se llevará todo lo malo que hay en mí».
¿Te das cuenta? En realidad, nadie quiere «iluminarse»; lo que desean es escapar de los sentimientos presentes de insatisfacción, tristeza, dolor, ira, frustración, aburrimiento, vacío, o de no sentirse queridos o valorados. Lo único que quieren es poner fin a su sufrimiento; pero, en vez de hacer frente a ese sufrimiento en este mismo instante y de ver la integridad que hay en él, viven esperando a que un acontecimiento o un estado futuros lleguen y le pongan fin por ellos. Lo único que ansían es volver al hogar, que es lo que queremos todos..., solo que, en su caso, están obcecados con la idea de que la iluminación será su futuro hogar.
No queremos que llegue el dolor, y sin embargo llega. No queremos que aparezca el miedo, y sin embargo aparece. Debido a nuestro condicionamiento, no vemos que el dolor, el miedo, la tristeza, la ira y todos los demás tipos de sentimiento forman parte de la completitud, forman parte de la integridad de la vida. Se nos ha condicionado a considerar que ciertas áreas de nuestra experiencia son imperfecciones, contaminaciones, aberraciones, impurezas, expresiones de incompletitud. Dicho de otro modo, se nos ha instruido, adiestrado e incluso hecho un lavado de cerebro para que veamos en ellas una auténtica amenaza para la vida en sí. Creemos que esas áreas de nuestra experiencia están de algún modo en contra de la vida..., que no merecen ocupar un lugar dentro de nosotros. A la ira, el miedo, la tristeza, el malestar, el dolor no se les debería dejar entrar.
Si el rechazo es porque creo que no deberían existir en mí, porque no considero que
formen parte de la integridad de la vida. Creo que son peligrosos para mi bienestar. Así que me paso todo el tiempo escapando de ellos.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Cuentos Sufís - LA CIUDAD DEL AMOR

Una amada preguntó a su amante:
"¡Oh, amado mío! Tú has visitado muchas ciudades cuando estabas solo.
¡Dime la que prefieres entre todas!"
Y el enamorado respondió:
"La ciudad en la que vive mi amada. ¡Aunque sea pequeña, nos parece la
más vasta!"