miércoles, 28 de abril de 2021

Cuentos Sufís - LAS BABUCHAS PRECIOSAS

Eyaz, que era un hombre de corazón puro, había guardado sus babuchas y su manto en una habitación. La visitaba cada día y, como esas babuchas y ese manto constituían todo su haber, se decía:

"¡Vaya! ¡Mira estas babuchas! ¡No tienes motivos para estar orgulloso!"

Pero unos celosos lo calumniaron ante el sultán diciendo:

"Eyaz posee una habitación en la que acumula oro y plata. ¡La puerta está bien cerrada y nadie entra en ella más que él!

-Es extraño, dijo el sultán. ¿Qué puede poseer que desee ocultar a mis ojos?

Tratemos de aclarar el misterio sin que se dé cuenta de nada."

Llamó a uno de sus emires y le dijo:

"A medianoche, abrirás esta celda y tomarás todo lo que te parezca interesante. Todo lo que hayas encontrado, muéstralo a tus amigos. ¿Cómo puede este avaro pensar en acumular tesoros cuando yo soy tan generoso?"

A medianoche, el emir se trasladó a la celda con tres de sus hombres. Se habían provisto de linternas y se frotaban las manos diciendo:

"La orden del sultán es generosa, pues así recuperaremos en beneficio nuestro todo lo que encontremos."

De hecho, el sultán no dudaba de su servidor, sino que deseaba sólo dar una lección a los calumniadores. Sin embargo, su corazón temblaba y se decía:

"Si realmente ha hecho tal cosa, es preciso que su vergüenza no sea pública pues, suceda lo que suceda, lo tengo en gran estima. ¡Por otra parte, está por encima de este tipo de calumnias!"

El que tiene malos pensamientos compara a sus amigos con él. Los mentirosos compararon al profeta con ellos. Y así fue como los calumniadores vinieron a tener malos pensamientos sobre Eyaz.

El emir y sus hombres acabaron por forzar la puerta y penetraron en la habitación, ardiendo en deseos. ¡Ay! ¡No vieron allí más que el par de babuchas y el manto! Se dijeron:

"Es inconcebible que esta habitación esté tan vacía. Esos objetos sólo están ahí para desviar la atención."

Fueron a buscar una pala y un pico y empezaron a excavar por todos lados.

Pero todos los agujeros que excavaban les decían:

"Este lugar está vacío. ¿Por qué, pues, lo abrís?"

Finalmente, rellenaron los agujeros, llenos de decepción, pues el pájaro de su deseo no había saciado su apetito. La puerta hundida y el suelo removido quedaban como testigos de la fractura. Regresaron, cubiertos de polvo, ante el sultán. Este, fingiendo ignorar su decepción, les dijo:

"¿Qué pasa? ¿Dónde están las bolsas de oro? Si las habéis dejado en algún sitio, ¿dónde está entonces la alegría de vuestros rostros?"

Ellos le respondieron:

"¡Oh, sultán del universo! Si haces correr nuestra sangre, lo habremos merecido. Nos entregamos a tu piedad y a tu perdón.

-No me corresponde a mí perdonaros, replicó el sultán, sino más bien a Eyaz, pues habéis atacado su dignidad. Esa herida está en su corazón. Aunque él y yo no seamos más que una persona, esta calumnia no me afecta directamente.

¡Pues si un servidor comete un acto vergonzoso, su vergüenza no recae sobre el sultán!"

El sultán pidió, pues, a Eyaz que juzgase él mismo a los culpables, diciendo:

"Aunque te probase mil veces, nunca encontraría en tu casa el menor signo de traición. ¡Serían más bien las pruebas las que se avergonzarían ante ti!

-Todo lo que me has dado te pertenece, respondió Eyaz. Mi peso es solamente este manto y este par de babuchas. Por eso es por lo que dijo el profeta: "¡El que se conoce, también conoce a su Dios! A ti te corresponde juzgar pues, ante el sol, desaparecen las estrellas. ¡Si hubiese sabido prescindir de este manto y de estas babuchas, estas calumnias no se habrían producido!"

viernes, 23 de abril de 2021

Cuentos sufís - UN PUÑADO DE TIERRA

Dios creó al hombre de tal manera que puede distinguir el bien del mal. Un día pidió al ángel Gabriel que fuese a buscarle un puñado de tierra. Pero cuando éste tendió la mano, la tierra retrocedió y dijo lamentándose:

"¡Oh, ángel! ¡Por el amor de Dios, perdóname! ¡En nombre de la ciencia que Dios te confió, no me hagas daño!

Tú tratas con Dios a cada instante. Eres el dueño de los ángeles y el mensajero del profeta. Has tenido revelaciones. Eres un ángel superior, pues insuflas el espíritu al alma igual que Izrafel insufla el alma al cuerpo. Cuando él sopla su trompeta, el cuerpo se reanima, pero cuando eres tú quien pones en tu boca la trompeta, el corazón resucita a la luz. ¡Miguel nos proporciona el alimento del cuerpo, pero tú alimentas el corazón! ¡Como la misericordia triunfa sobre la cólera, lo mismo triunfas tú sobre Azrael!"

Así habló la tierra. Gabriel, emocionado por sus lágrimas, regresó ante Dios y le dijo:

"No me atrevo a diferir la ejecución de tus órdenes, pero sabes lo que ha pasado entre la tierra y yo. ¡Me hubiese sido fácil traerte un puñado de ella si no me hubiese intimidado invocando uno de tus nombres!"

Dios dijo entonces a Miguel:

"¡Ve a la tierra y tráeme un puñado de ella!"

Pero la tierra, fogosamente, expresó sus tormentos al ángel:

"¡En nombre de Aquel que te hizo sostén de los cielos, perdóname! Tú eres el que pesa el don de cada criatura, el que calma la sed de los sedientos. Ten piedad de mí. ¡Mira las lágrimas de sangre que vierto!"

Un ángel es una manifestación de la misericordia divina y no pone sal en la herida de un enfermo. Así, Miguel regresó ante Dios sin haber cumplido su misión. Le dijo:

"¡Oh, Señor que conoces lo oculto y lo aparente! Las lágrimas de la tierra han alzado un obstáculo en mi camino. Conozco el valor de las lágrimas y no he podido mostrarme insensible."

Entonces, Dios dijo a Izrafel:

"Ve a buscarme un puñado de tierra."

Apenas Izrafel hubo llegado a su destino cuando la tierra empezó de nuevo a lamentarse diciendo:

"¡Oh, savia de la vida! ¡Con tu aliento resucitas a los muertos! Tu aliento lleno de misericordia reanima el universo entero. Eres el sostén de la tierra y el ángel de misericordia. En nombre de Dios, no me causes ningún daño. Pues me atenaza la duda. Tú eres fiel al Misericordioso y Dios es el que no espanta a nadie, ni siquiera al pájaro. ¡Por piedad, sé tan clemente como tus dos predecesores! "

Así Izrafel se volvió hacia Dios:

"Tú has ordenado a mis oídos que vayan a buscar tierra y has ordenado lo contrario a mi razón. ¡Que tu misericordia sea mayor que tu cólera!"

Entonces Dios dijo a Azrael:

"¡Tráeme un puñado de tierra sin más vacilaciones!"

Ahora bien, la tierra volvió a lamentarse:

"¡En nombre del Misericordioso! ¡En nombre del Todopoderoso! ¡Déjame! Pues Dios no niega a quien pide."

Azrael replicó:

"¡Yo no tengo poder para diferir una orden del Todopoderoso!

- ¡Pero Dios ordena ser sabio y perdonar!

-La sabiduría, dijo Azrael, puede interpretarse de maneras diferentes, pero cuando se tiene una orden tan estricta, apenas hay lugar para interpretaciones.

Tus lágrimas y tus suspiros abrasan mi corazón. No creas que soy insensible a la piedad. Puede incluso que sea más compasivo que los que me han precedido.

Pero, si, ante una orden de Dios, yo abofeteo a un huérfano, y si un hombre de buena voluntad le ofrece leche, mi gesto valdrá más que el suyo. En toda prueba hay un don. El ágata siempre está oculta en el barro. ¡Puesto que es El quien te invita, ven! ¡Esta invitación sólo te traerá honor y alegría! Más vale obedecer las órdenes de Dios. Por mi parte, no tengo fuerza para resistirme a ellas."

Después, como la tierra persistía en su petición:

"Yo soy como un lápiz entre dos dedos. ¡No hago más que obedecer!"

Y, mientras que la tierra lo escuchaba, tomó de ella lo suficiente para llenar su mano. Y la tierra se sintió como el niño que llevan por fuerza a la escuela.

Dios dijo entonces a Azrael:

"¡Te nombro arrancador de espíritus!

- ¡Oh, Señor mío! dijo Azrael, si ésa es mi tarea, toda criatura será mi enemiga. ¡No hagas de mí el enemigo de toda criatura!"

Dios respondió:

"No temas nada. Crearé enfermedades de la cabeza, convulsiones... y muchas otras cosas como razones aparentes de la muerte y nadie te considerará responsable.

- ¡Oh, Señor mío! ¡Habrá sin duda sabios entre tus servidores que rasgarán ese velo!

-Esos saben que existe un remedio para cada pesar y que sólo el destino es irremediable. Los que miran el origen no te verán. Aunque estés oculto a los ojos del pueblo, eres un velo tú mismo para los que ven la verdad. Puesto que, para ellos, el destino tiene la dulzura del azúcar, ¿qué tendrían que temer? Si derribas los muros de una prisión, ¿por qué quieres que se aflijan los prisioneros? ¿Por qué dirían? "¡Qué lástima haber roto tan hermoso mármol!" Ningún preso está triste por salir de la prisión, salvo el destinado al patíbulo. El que duerme en prisión y sueña con jardines de rosas se dice: "¡Oh, Dios mío, déjame gozar de ¡este Edén!" Cuando duerme, no desea despertar."

El alma dormida ignora el cuerpo, esté éste en el jardín de rosas o en el fuego. ¡Qué hermoso sueño! ¡Visitar el paraíso sin morir!

domingo, 18 de abril de 2021

Cuentos Sufís - FAVOR DIVINO


Muy cerca del Temén, en la ciudad de Darván, vivía un hombre lleno de generosidad, de bondad, de madurez y de razón. Su morada era el lugar de reunión de los desheredados, de los pobres y de los melancólicos. Tenía la costumbre de distribuir la décima parte de sus cosechas.

Cuando el trigo se convertía en harina y hacían pan con ella, distribuía la décima parte de él. Cualquiera que fuese la naturaleza de su cosecha, hacía así, cuatro veces al año, esa distribución.

Un día dio estos consejos a sus hijos:

"Cuando yo haya muerto, perpetuad esta tradición para que el favor divino esté sobre vuestra cosecha. El fruto de una cosecha proviene de lo desconocido, pues es Dios quien nos lo proporciona. Si disponéis adecuadamente de sus larguezas, la puerta del provecho se abrirá para vosotros. Así hacen los campesinos que siembran sin esperar ya una parte de su cosecha. Puede suceder que lo sembrado sea más importante en cantidad que el resto. ¡Qué importa!

¡Tienen confianza! El zapatero se priva igualmente de todo para comprar pieles, pues ésa es la fuente de sus ingresos. Pero la tierra o el cuero no son, de hecho, sino velos. Y la verdadera fuente de ganancia es lo que Dios nos ofrece. Si restituís vuestras ganancias a la fuente, recuperáis vuestra apuesta centuplicada.

Imaginad que hayáis colocado vuestras ganancias en el lugar en el que suponéis que se encuentra su fuente y que nada brota durante dos o tres años. No os queda ya sino implorar a Dios.

"No lo olvidéis: Él es quien nos procura alegría y embriaguez, no el vino ni el hachís. Ninguna ayuda verdadera nos vendrá de vuestros tíos, de vuestros hermanos, de vuestro padre o de vuestros hijos. Sabedlo: llegará un día en que ellos se alejarán de vosotros y vuestros amigos se volverán enemigos. Durante toda vuestra vida no habrán hecho sino obstaculizar vuestro camino, igual que ídolos.

"Si un amigo se aleja de ti con rencor, celos o cólera, no te apenes. Muy al contrario, da limosnas y da gracias a Dios pues no estabas ligado a ese amigo sino por ignorancia. Pero ahora te has liberado de sus redes. Busca, pues, un verdadero amigo. El verdadero amigo es aquel cuya amistad no se deja enfriar por nada, ni siquiera por la muerte.

"No olvidéis esto: sembrad vuestra semilla en la tierra de Dios para que vuestra cosecha esté al abrigo de los ladrones y de las calamidades. En cualquier momento el diablo nos amenaza con la pobreza. No le sirvamos de pieza de caza. Por el contrario, démosle caza nosotros, pues no es digno que el halcón del sultán sea cazado por una perdiz."

Pero este sabio sembraba la semilla de la sabiduría en un terreno árido. En las palabras del sabio se encuentran miles de exhortaciones útiles. Pero hace falta oído para oírlas. ¡Quién mejor que los profetas para aconsejar, puesto que sus palabras hacen moverse las montañas!

Las montañas han aprovechado sus consejos, pero muchos hombres les arrojaron piedras. Así es como, hipnotizados por la idea de sacrificar una décima parte de sus ganancias, muchos hombres olvidan el favor divino que obtendrían obrando así.

miércoles, 14 de abril de 2021

Cuentos Sufís - SUEÑO

Un derviche, retirado en su celda, tuvo un sueño una noche. Vio una perra que estaba preñada y oyó los ladridos de los perrillos. Aquello le pareció muy extraño.

"¿Cómo pueden ladrar esos perrillos incluso antes de haber nacido? Se preguntó. ¡Nadie en este bajo mundo ha oído nunca hablar de una cosa semejante!"

Al despertarse, su estupefacción no hizo sino aumentar. Y como estaba solo en su celda y nadie podía ayudarle a aclarar este misterio, se dirigió a Dios:

"¡Oh, Señor! ¡Estoy pasmado ante este enigma!"

Del mundo de lo desconocido llegó esta respuesta:

"Ese sueño es la representación del discurso de los ignorantes. Pues ellos hablan cuando aún no han salido de los velos que los rodean. Sus ojos están cerrados y charlan inútilmente. Es tan vano como el ladrido de un perrillo en el vientre de su madre. Ladra, pero ni siquiera sabe qué es la caza ni qué es estar vigilando. Aún no ha visto ni lobo ni ladrón."

El deseo de ponerse en primer plano, ciega a los ignorantes y sus palabras son temerarias. Describen la luna sin haberla visto y venden aire a sus clientes.

Busca clientes que te busquen realmente. No te preocupes de uno cualquiera de ellos. ¡Porque es malo estar enamorado de dos amadas!

viernes, 9 de abril de 2021

Marco Aurelio-Meditaciones

Las palabras que en otros tiempos estaban en boga han caído hoy en desuso. Lo mismo sucede con los nombres de los personajes célebres de otras épocas: Camilo, Cesón, Voleso, Leonato y otros muchos han sido relegados al olvido; más tarde lo serán Escipión y Catón, y la misma suerte correrán luego Adriano y Antonino. Todo desaparece y queda reducido a fábula, hasta que se pierde por completo su memoria. Y debo advertir que me refiero únicamente a los nombres de los personajes más extraordinarios e ilustres; porque respecto a los demás, en cuanto han exhalado el postrer suspiro, caen de una vez en el olvido y ya no se habla más de ellos. Luego ¿qué es, en suma, la fama imperecedera? Pura vanidad. ¿Qué debemos, pues, ambicionar y a qué dedicar todos nuestros cuidados? A esto únicamente: a tener pensamientos justos, acciones útiles a la sociedad, un lenguaje sinceramente riguroso y una conformidad absoluta con todos los accidentes de la vida, considerándolos como necesarios y familiares, puesto que provienen del mismo principio y del mismo origen que nosotros.

domingo, 4 de abril de 2021

Marco Aurelio-Meditaciones

Considera, por ejemplo, los tiempos de Vespasiano, y verás en ello lo mismo que ves hoy: individuos, que se casan, que educan hijos, que caen enfermos, que mueren, que guerrean y que celebran fiestas. Verás también comerciantes, labradores y viles cortesanos; caracteres arrogantes, desconfiados, conspiradores, personas que desean la muerte de alguien, que se lamentan del estado de las cosas, que se preocupande vanos amores, que amontonan tesoros, que aspiran al consulado y a la realeza. Pues bien: ¡toda esta generación de gentes ha desaparecido! Pasa ahora a los tiempos de Trajano: el espectáculo será semejante. Esta generación se ha desvanecido de igual modo. Considera también las demás épocas de la Historia, escudriña los anales de todas las naciones, y verás cuántos hombres, después de haberse atormentado durante la vida, han dejado de existir y se han disuelto en sus propios elementos. Recuerda, sobre todo, los que has conocido tú mismo, preocupándose activamente de frivolidades, sin hacer caso de lo que exigía su condición ni contentarse con su suerte. Es preciso también que tengas presente que para cada cosa debes poner un cuidado relativo a su importancia; y, de este modo, no lamentarás nunca el haber consagrado un tiempo precioso a lo que no lo mereciese.