lunes, 25 de julio de 2016

EL BAMBÚ JAPONÉS

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego. También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita seas!
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30metros! ¿Tardó sólo seis semanas en crecer?, No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado. De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, si está sucediendo algo dentro de nosotros: estamos creciendo, madurando.

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice. El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia. Tiempo... Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos... Aconsejamos a nuestros hijos en su crecimiento, aconsejamos al chofer del taxi... nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué... Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés... ¿Para qué?

Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.


Si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá solo estés echando raíces....

martes, 19 de julio de 2016

Reflexiones, por Jeff Foster.

La vida no es necesario aceptarla. La vida te acepta totalmente en el momento, incluyendo tu actual falta de aceptación de la vida, al igual que el océano acepta cada ola porque sí, no importa cómo aparece la ola.
 Deja de tratar de "hacer" la aceptación y dejar de rechazar la no aceptación, y se hunden profundamente en la aceptación que está aquí, la aceptación incondicional que siempre has sido ...

Detente, sólo por un momento, y considera esto:
Te han dado un día más en esta tierra. Este día debe ser honrado.
Deja que tu corazón se rompe en mil pedazos hoy en día, si se quiere. Permítete llorar hoy, si vienen las lágrimas. Siéntase vulnerable hoy en día, si visitas vulnerabilidad.
Permitir que toda la vida se mueva a través de ti. A gusto. A simple vista. Un soplo. El toque de la mano de un ser querido. El aumento vibrantemente vivo y familiar de alegría o dolor.
Este es un día de gratitud por el más pequeño y más "insignificante" de los acontecimientos, incluso para aquellos que parecen indignos de su gratitud.
Esto no es sólo "otro" día. Este es su primer día y el último día. Su único día. Su día anhelado de la gracia.

La vida ocurre ahora, pero vivimos en un mundo aparente, como personajes aparentes que tienen pasados aparentes y futuros aparentes, todo lo cual implica un ayer y un mañana. Y eso está bien; es el drama humano. ¿No es cierto que el drama humano emerge ahora? Emerge en este espacio abierto, en esta nada que, paradójicamente, contiene todas las cosas. Pero en realidad no “contiene” nada, porque no es un recipiente. Es la totalidad de todas las cosas. La nada es plenitud y la nada y la plenitud sólo apuntan a esto, a las imágenes, colores, pensamientos y sensaciones que emergen en el momento presente.
Por más, que haya atravesado medio país, no me he
movido, de hecho, ni un milímetro.


Tratar de expresar todo esto con palabras resulta imposible y fútil… ¡No, mejor dicho, resulta ridículo! ¿Cómo señalar el milagro absoluto de la existencia, el don sorprendente de todos y cada uno de los momentos? El mundo, apreté o no, es indescriptible y a veces dolorosamente hermoso. El simple hecho de que todo esté sucediendo me deja, en ocasiones, sin palabras o con meros monosílabos. Quizá entonces te parezca, si tratas de hablarme, que soy demasiado burdo, pero lo cierto es que no puedo encontrar palabras que describan de forma adecuada este milagro al que llamo “vida”. Sencillamente no puedo resignarme a reducirlo a palabras…

lunes, 11 de julio de 2016

Cuentos Sufís - Rumi

LA TIERRA Y EL AZÚCAR
Erase un hombre que había adquirido la costumbre de comer tierra. Un día entró en una tienda para comprar azúcar.
El tendero, que no era un hombre honrado, usaba terrones de tierra para pesar. Dijo a nuestro hombre:
"Este es el azúcar mejor de la ciudad, pero utilizo tierra para pesarlo."
El otro respondió:
"Lo que necesito es azúcar. ¡Poco me importa que los pesos de tu balanza sean de tierra o de hierro!"
Y pensó para sí:
"Siendo un comedor de tierra, no podía uno caer mejor."
Se puso el tendero a preparar el azúcar y el hombre aprovechó para comerse la tierra. El tendero notó su maniobra, pero se guardó mucho de decir nada, pues pensaba:
"Este idiota se perjudica a sí mismo. Teme ser sorprendido, pero yo sólo tengo un deseo: que coma el máximo de tierra posible. ¡Ya comprenderá cuando vea lo poco de azúcar que quedará en la balanza!"
Experimentas un gran placer cometiendo adulterio con la vista, pero no te das cuenta de que, al hacerlo, devoras tu propia carne.

sábado, 2 de julio de 2016

"Más allá del despertar" - Jeff Foster

¡Qué maravilla! La vida se despliega ahora y todo discurre exactamente como debe y en el mismo instante en que debe hacerlo.
¡Esa es la libertad!