Un
guerrero, armado de la cabeza a los pies, dirigía su caballo hacia el bosque. Al verlo llegar, tan altivo, un cazador se asustó. Tomó una flecha y tensó su
arco. Al
verlo así, dispuesto a disparar, el caballero le gritó:
"¡Detente!
No te fíes de las apariencias. La verdad es que soy muy débil. Cuando
llega la hora del combate, estoy más asustado que una vieja."
El
cazador le dijo entonces:
"¡Vete!
Afortunadamente, me has advertido a tiempo. ¡Si no, habría disparado
contra ti!"
Las
armas son, para muchos, la causa de la muerte. Puesto que tú eres miedoso,
abandona tus flechas y tu espada.