jueves, 31 de diciembre de 2015

Cuentos Sufís de Rumí

EL ARCO
Un guerrero, armado de la cabeza a los pies, dirigía su caballo hacia el bosque. Al verlo llegar, tan altivo, un cazador se asustó. Tomó una flecha y tensó su arco. Al verlo así, dispuesto a disparar, el caballero le gritó:
"¡Detente! No te fíes de las apariencias. La verdad es que soy muy débil. Cuando llega la hora del combate, estoy más asustado que una vieja."
El cazador le dijo entonces:
"¡Vete! Afortunadamente, me has advertido a tiempo. ¡Si no, habría disparado contra ti!"
Las armas son, para muchos, la causa de la muerte. Puesto que tú eres miedoso, abandona tus flechas y tu espada.

sábado, 26 de diciembre de 2015

26 cuentos para pensar Jorge Bucay

EL ELEFANTE ENCADENADO
Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enrome bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: Cuando tenía 5 o 6 años me preguntaba ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...

lunes, 21 de diciembre de 2015

Cuentos Sufís de Rumí

EL CAMELLO PERDIDO
En el momento en que la caravana ha llegado para hacer un alto, se te ha
perdido tu camello. Lo buscas por todas partes. Finalmente, la caravana sale de nuevo sin ti y cae la noche. Toda tu carga ha quedado en el suelo y tú preguntas a todos:
"¿Habéis visto mi camello?"
Incluso añades:
"¡Daré una recompensa a quien me dé noticias de mi camello!"
Y todo el mundo se burla de ti. Uno dice:
"¡Acabo de ver un camello de pelo rojizo y muy gordo! ¡Se fue en esa dirección!"
Otro:
"¿No tenía tu camello una oreja rota?"
Otro:
"¿No había una manta bordada en la silla?"
Otro más:
"¡He visto irse por allí un camello con el ojo reventado!"
Así, todo el mundo te da una descripción de tu camello con la esperanza de aprovecharse de tu largueza. En el camino del conocimiento, son numerosos los que evocan los atributos de lo Desconocido. Pero tú, si no sabes dónde está tu camello, sí que reconoces la falsedad de todos estos indicios. Encuentras incluso a gente que te dice:
"¡También yo he perdido mi camello! ¡Busquemos juntos!"
Y cuando por fin viene alguien que te describe realmente tu camello, tu alegría no conoce límites y haces de ese hombre tu guía para recobrar tu camello.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Cuentos Sufís de Rumí

MIEDO
Después de haber vertido mucha sangre, unos guerreros turcomanos
saquearon un pueblo. Capturaron a dos campesinos y decidieron matar a uno de ellos. Mientras lo ataban, el campesino preguntó:
"¿Por qué matarme así, sin razón?"
Los guerreros respondieron:
"¡Para atemorizar a tu amigo y forzarlo a que nos revele dónde ha ocultado su oro!"
El campesino exclamó:
"¡Pero él es más pobre que yo! ¡Mejor matadlo a él y, entonces yo, presa del terror, os diré dónde he escondido mi oro!" ¡Es un favor de Dios que vivamos hoy y no en aquella época!.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Cuentos Sufís de Rumí

EL MOSQUITO
Tú te pareces a un mosquito que se cree alguien importante. Al ver una brizna de paja flotando en una charca de orina de asno, levanta la cabeza y se dice:
"Hace ya mucho tiempo que sueño con el océano y con un barco. ¡Aquí están!" Esta charca de agua sucia le parece profunda y sin límites, pues su universo tiene la estatura de sus ojos. Tales ojos sólo ven océanos semejantes. De repente, el viento desplaza levemente la brizna de paja y nuestro mosquito exclama:
"¡Qué gran capitán soy!"
Si el mosquito conociese sus límites, sería semejante al halcón. Pero los mosquitos no tienen la mirada del halcón.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Cuentos Sufís de Rumí

SALOMÓN Y AZRAEL
Un hombre vino muy temprano a presentarse en el palacio del profeta
Salomón, con el rostro pálido y los labios descoloridos.
Salomón le preguntó:
"¿Por qué estás en ese estado?"
Y el hombre respondió:
"Azrael, el ángel de la muerte, me ha dirigido una mirada impresionante,
llena de cólera. “Manda al viento, por favor te lo suplico, que me lleve a la India para poner a salvo mi cuerpo y mi alma.
Salomón mandó, pues, al viento que hiciera lo que pedía el hombre. Y, al día siguiente el profeta preguntó a Azrael:
"¿Por qué has echado una mirada tan inquietante a este hombre, que es unfiel? Le has causado tanto miedo que ha abandonado su patria."
Azrael respondió: 
"Ha interpretado mal esa mirada. No lo miré con cólera, sino con asombro.
Dios, en efecto, me había ordenado que fuese a tomar su vida en la India y me dije: "¿Cómo podría, a menos que tuviese alas, trasladarse a la India?»
¿De quién huyes tú? ¿De ti mismo? Eso es algo imposible. Más vale poner uno su confianza en la verdad.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

De lo oído de otros.

En el último curso al cual he asistido "El amor por las palabras", se me quedo una frase que encierra mucha sabiduría.

Dijo José Manuel,

"yo no creo en Dios, yo lo conozco".

Digo yo,

Las creencias son importantes, nos hacen seguir por un camino, pero lo importante es el AMOR de lo que encierran.