domingo, 27 de junio de 2021

Gracais.

Que el aire se lleve todo lo negativo y me permita viajar con amor abundancia y salud con mi equipaje repleto de inspiración, expresión música y arte...

Que el agua lave mis tristezas, limpie mi dolor y purifique mi esencia y el fluir de mis sentimientos, que amplíe mis palabras y éstas se muevan constantemente en el mundo de los pensamientos.

Que el fuego transmute y queme mis miedos para elevar mi vibración a una alta dimensión... y me permita ascender en la luz sagrada dándome fuerza y renovación transformando los sentimientos más viscerales, como cabreros y pasiones...

Que la tierra me enraíce y enriquezca en la naturaleza para amar a todos los seres vivos y recordar mi verdadero ser, rompiendo programaciones que no me dejan evolucionar, crear y dar fruto...

Al aire que respiro.

Al agua que me purifica.

Al fuego que transmuta.

A la tierra que me enriquece y da estabilidad enraizándome con el resto de los elementos...

Gracias, gracias... Mantén tu Amor hacia la naturaleza, porque es la verdadera forma de entender el arte, la vida la esperanza.

Sabiduria del Talmud - CAUTELOSO

El Talmud, en el tratado Yomá, dice que Rabí Shimón ben Lakish era extremadamente cauteloso con la persona con la que conversaba, porque al hacerlo, dicha persona era considerada como de confianza y le podían prestar dinero sin testigos, dado que Rabí Shimón ben Lakish había conversado con él.

jueves, 3 de junio de 2021

GIBRÁN KHALIL GIBRÁN - DIOS


En los días de mi más remota antigüedad, cuando el temblor primero del habla llegó a mis labios, subí a la montaña santa y hablé a Dios, diciéndole:

-Amo, soy tu esclavo. Tu oculta voluntades mi ley, y te obedeceré por siempre jamás.

Pero Dios no me contestó, y pasó de largo como una potente borrasca.

Y mil años después volví a subir a la montaña santa, y volví a hablar a Dios, diciéndole:

-Creador mío, soy tu criatura. Me hiciste de barro, y te debo todo cuanto soy.

Y Dios no contestó; pasó de largo como mil alas en presuroso vuelo.

Y mil años después volví a escalar la montaña santa, y hablé a Dios nuevamente, diciéndole:

-Padre, soy tu hijo. Tu piedad y tu amor me dieron vida, y mediante el amor y la adoración a ti heredaré tu Reino.

Pero Dios no me contestó; pasó de largo como la niebla que tiende un velo sobre las distantes montañas.

Y mil años después volví a escalar la sagrada montaña, y volví a invocar a Dios, diciéndole:

¡Dios mío!, mi supremo anhelo y mi plenitud, soy tu ayer y eres mi mañana. Soy tu raíz en la tierra y tú eres mi flor en el cielo; junto creceremos ante la faz del sol.

Y Dios se inclinó hacia mí, y me susurró al oído dulces palabras. Y como el mar, que abraza al arroyo que corre hasta él, Dios me abrazó.

Y cuando bajé a las planicies, y a los valles vi que Dios también estaba allí.