martes, 30 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 13

El Maestro del Dharma fue al rescate y aconsejó al jefe de los bandidos que se arrepintiese de sus ofensas.

—Cálmate —dijo Panthaka—. No pienses en tus camaradas ni en las fechorías que habéis hecho juntos, piensa en tu destino. Ahora bebe un poco de agua, y déjame que te vende las heridas. Tal vez tu vida se pueda salvar.

Mahadutamiró atentamente a Panthakapor primera vez.

—¡Tu eres el monje a quien yo apaleé ayer mismo! Y ahora vienes a salvarme la vida. Haces que me avergüence.

Bebió un poco más de agua y miró alrededor suyo.

—Y los otros han escapado. ¡Perros desagradecidos! Yo fui quien les enseñé a pelear y ahora se vuelven contra mí.

—Tú les enseñaste a pelear —dijo Panthaka, —y te pagan peleando. Si les hubieses enseñado amabilidad, te hubiesen pagado con amabilidad. Has recibido la cosecha que tú sembraste.

—Lo que dices es verdad. Muchas veces temí que se volverían contra mí... ¡Ay! ¡Ay! —se quejó cuando Panthakaintentó levantarlo por el hombro.

—No creo que puedas salvar mi vida, pero dime, si puedes, cómo me puedo salvar del sufrimiento de los infiernos, que me merezco como pago por una vida llena de maldad. Últimamente he sentido como si mi final estuviese cerca, y la angustia de lo que viene después me pesaba como si llevase una gran piedra oprimiéndome el pecho; a veces casi no podía ni respirar.

—Arrepiéntete sinceramente de tus ofensas y refórmate —Panthakale dijo—. Arranca de raíz la codicia y el odio de tu corazón y, en su lugar, llénalo de pensamientos de amor hacia todos los seres vivos.

—Pero yo desconozco esos buenos sentimientos —dijo Mahaduta—. Mi vida ha sido una historia llena de maldades, sin nada bueno. ¡Voy a ir directo a los infiernos sin tener la oportunidad de ir por el Camino noble que tú has caminado, Maestro del Dharma!


sábado, 27 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 12

Los ladrones se rebelan y golpean a su jefe llevándolo al borde de la muerte.

Varios años pasaron. Un día, Panthaka, abad del monasterio en Kaushambi, fue atacado por la banda de Mahadutamientras caminaba solo en un peregrinaje a través de las montañas. Panthakano llevaba dinero y Mahadutale dio un par de golpes y lo dejó seguir. Panthakano caminó más ese día.

A la mañana siguiente, al poco de empezar a caminar, oyó gritos de lucha junto a la carretera. Un hombre chillaba de dolor. Panthakase apresuró con la esperanza de disuadir a los bandidos para que dejasen de golpear al viajero. Pero en lugar de un inocente viajero, era el propio Mahadutaquien era atacado. Estaba rodeado por una docena de sus propios hombres como un león acorralado por perros de caza. Con su palo golpeó a varios de los ladrones pero al final sucumbió. Fue golpeado con su propio palo hasta que se quedó inmóvil en el suelo.

Panthakase quedó escondido hasta que los bandidos se fueron. Entonces se acercó a Mahadutay vio que le quedaba poca vida. Panthakabajó a un riachuelo que discurría entre las rocas no lejos de allí. Llenó su cuenco con agua fresca y lo llevó al hombre moribundo.

Mahadutabebió y abrió sus ojos lentamente. Chilló de dolor:

—¿Dónde están esos bandidos a los que yo he llevado a la victoria tantas veces? Habrían sido ahorcados hace tiempo si no hubiese sido por mí.

jueves, 25 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 11

Pagó su deuda kármica pacíficamente obtuvo la felicidad verdadera.
Después del robo, Panduya no era un hombre rico. Había perdido la mayoría de su capital, y sin capital un joyero puede hacer poco. Pero él no culpó a nadie por su pérdida, sino a sí mismo.
Cuando era joven me porté mal con otras personas —dijo a su familia—. Lo que me ha ocurrido ahora es simplemente el pago por mi dureza y arrogancia.
Arrepentirse y cultivar según las enseñanzas de Buda le llegó ahora de un modo natural, y adoptó la costumbre de recitar el nombre de Buda siempre que su mente no estaba ocupada en negocios o hablando.
Gradualmente se dio cuenta que en el fondo de su corazón ahora era más feliz que cuando era rico. Lo único que resentía era que ya no podía hacer ofrendas al monasterio para apoyar el Dharma o ayudar a la gente pobre de la ciudad, algo que antes nunca había pensado mucho en hacer.

martes, 23 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 10


El jefe de los bandidos demanda el pago de la deuda.

—¡Parad un momento! —se oyó gritar—. Era una voz que Pandúhabía oído antes, aunque al principio no podía recordar de quién era. —¡Parad de golpearle he dicho!

Pandúabrió sus ojos. Allí delante de él y vestido con pieles de animales y un pañuelo rojo en su cabeza estaba Mahaduta, el esclavo que él había hecho apalear unos años antes. Pandúhabía oído que entre los ladrones de las montañas, el jefe más importante era un antiguo esclavo de Kaushambi. Lo que nunca se le había ocurrido era pensar que fuese su propio esclavo.

—Comprobad que es lo que tiene en su mano derecha —Mahadutaordenó con firmeza—. Uno de los hombres que le había estado golpeando puso una rodilla en el estómago de Pandúy la otra sobre el brazo separado de su cuerpo, y luego tomó sin mayores problemas la bolsa del joyero.

—Yo guardaré eso. Yo ya he pagado por ello —dijo Mahaduta—. Tomó la bolsa y la guardó bajo su ropa.

—¿No? Amo —preguntó a Pandúen un tono cínico y lleno de amargura.

—¿Lo matamos entonces? —inquirió uno de los ladrones a su jefe.

Mahadutamiró a Pandú, pero en lugar de enfado o miedo, algo que podía haber aumentado su odio, él sólo vio tristeza y resignación en los ojos de su víctima.

Él no sabía que en ese momento Pandúse estaba acordando de las palabras del Venerable Narada, tan claras como si las hubiese oído ayer:

―No pienses que estás libre de la deuda que debes a Mahadutapor haber hecho que lo apaleasen de un modo tan cruel y sin razón. No pienses que tú estás solo en este mundo, o que tus acciones no tienen consecuencias... Si realmente puedes comprender esto en tu corazón, ya no tendrás más deseos de causar daño a otros seres vivos, porque comprenderás que ellos son igual que tú. Sentirás sus sufrimientos como los tuyos propios‖. Pandúsuspiró. De repente se dio cuenta que nunca había aceptado las instrucciones de su maestro. Nunca había creído realmente que eran para él, sino para que se las aplicaran a otros. Iba a morir ahora, de un modo violento y antes de su hora, sin la oportunidad de despedirse de su familia. Él había sido el causante de todo, ocurría por su propia culpa.

Ni siquiera una vez se le había pasado por la cabeza el pensar en la suerte de su esclavo Mahaduta. Los sufrimientos que debía haber pasado en las montañas durante los helados días de invierno; la senda del mal que había tomado, llena de desesperación y peligro, en la que Pandúhabía empujado a Mahaduta. Todas esas consideraciones nunca habían cruzado en su mente. Pero ahora había llegado el momento de pagar. Se aclaró la garganta y habló humildemente a Mahaduta: —Es verdad, tú ya has pagado.

Giró su cabeza y se quedó esperando el siguiente golpe. Para su sorpresa, Mahadutadijo a sus hombres:

—Dejadlo ahí en el suelo. Su carruaje tiene un compartimento secreto bajo el asiento del conductor. Abridlo y encontraréis un cofre lleno de monedas de oro. Las dividiremos en partes iguales. Hoy es un gran día para todos nosotros. Los bandidos saltaron al carruaje con gran excitación. Pero Mahadutano sentía ningún tipo de alegría al llevar a cabo su venganza.

Había pasado muchas mañanas heladas deseando que llegase este momento. Y ahora que por fin había llegado, sentía pesadez y remordimiento, como si estuviese maltratando a un miembro de su propia familia. Se dirigió a sus hombres diciéndoles que parasen de golpear a los hombres de Pandú.

—No matéis a ninguno; preocupaos sólo de coger todo

lo que podáis.

El cofre lleno de oro les sirvió de distracción. Estaba escondido en el sitio exacto donde Mahadutalo había puesto muchas veces en años pasados. El jefe de los ladrones dejó que Pandúy sus hombres abandonasen las montañas y volviesen a Kaushambi. Esa noche, cuando sus cómplices estaban contando el oro y riéndose, Mahadutaescondió la bolsa que había cogido a Pandúen una grieta de su cueva. No volvió a tocarla en mucho tiempo.

sábado, 20 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 9

La corona le trae la desgracia a Pandu, y él no puede escapar de su retribución.

Un día, transcurridos seis o siete años desde su primer encuentro con el Venerable Naradaen el camino hacia Varanasi, el taller de Pandúrecibió un encargo muy especial. El rey del país vecino, al otro lado de las montañas, deseaba una nueva corona real. Él había oído hablar de la gran calidad de los productos de joyería de Pandú.

La corona tenía que ser de oro con incrustaciones de las mejores piedras preciosas de toda la India.

Los reyes de la India siempre habían tenido debilidad por las piedras preciosas y Pandúhabía soñado a menudo con convertirse en el joyero oficial de una casa real, pues entonces él tendría asegurada no sólo prosperidad sino también grandes riquezas.

Ahora su oportunidad había llegado.

Pandúdio órdenes de comprar los mejores zafiros, rubíes y diamantes que se pudiesen encontrar. Invirtió la mayor parte de su patrimonio en ellos.

Diseñó y trabajó en la corona él mismo. Después, usando una escolta numerosa de hombres armados para protegerse de los ladrones de las montañas, se dispuso a viajar al país vecino.

Todo estaba bien hasta que llegaron a un estrecho sendero cerca de la cima de la montaña.

Allí un grupo de fieros ladrones descendieron con estrépito sobre la caravana. Aunque la escolta de Pandúera mayor en número, los caballos asustados y el sendero tan estrecho dificultaron la defensa.

En cuestión de minutos, los hombres de Pandúhabían sido desarmados.

Dos hombres sucios y sin afeitar abrieron la puerta del carruaje del joyero, lo sacaron fuera y después de tirarlo al suelo empezaron a golpearlo.

Pandúaguantó los golpes, pensando sólo en la bolsa escondida bajo sus ropas, apretándola contra su pecho. En la bolsa estaba la corona y una colección de piedras preciosas con las que él había planeado tentar a la hija del rey y a la reina.


jueves, 18 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 8

Aunque Panduestableció el monasterio, él no puso las enseñanzas en práctica.

Los años pasaron y Pandú, el joyero, prosperó. Tomó refugio con Naraday se convirtió en su discípulo, y fue uno de los que dio más donaciones y ofreció protección al monasterio de Kaushambi, que él mismo había ayudado a que Naradafundase. Siempre que podía poner aparte sus negocios, iba a escuchar las lecturas y explicaciones de los Sutras que daba el monje Panthaka, abad del monasterio y discípulo veterano de Narada. Pandúsiempre estaba dispuesto a recibir las instrucciones de Naradacuando éste visitaba la ciudad, pero luego nunca ponía las enseñanzas que oía en práctica. Él pensaba que la cultivación era cosa de monjes, y sus negocios lo mantenían demasiado ocupado.

martes, 16 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 7

Estamos estrechamente relacionados con el resto de seres vivos.

Al día siguiente por la tarde, Pandúfue al monasterio junto a la entrada Oeste de la ciudad. Naradalo recibió en la sala de huéspedes. Después de haber oído al joyero contar lo acontecido en la posada, el monje le dijo:

—Todavía tienes muchas dudas y preferiría no darte la explicación completa de lo que pides, pues no la aceptarías. Tu fe no es tan completa como la del agricultor Devala, así que aún tendrás que pasar más pruebas antes de poder convertirte en un verdadero discípulo de Buda.

—Venerable Maestro del Dharma —dijo Pandúhumildemente—. Le imploro que me lo explique, pues así podré seguir mejor sus sabios consejos.

—Muy bien —dijo el monje—. Recuerda lo que te voy a decir y reflexiona bien sobre ello. En el futuro podrás llegar a comprenderlo. Te he explicado ya como todos y cada uno de nosotros crea su propio destino en función de lo que hace. Tu amigo rico, Mallika, por ejemplo, tiene muchas bendiciones, aunque muy poca sabiduría. Cree que la rueda de la fortuna, como él la llama, da vueltas y vueltas misteriosamente. Pero no hay misterio alguno. Su prosperidad y felicidad no tienen nada que ver con ninguna fuerza fuera de sus acciones, palabras y pensamientos. Vida tras vida él es rico y feliz simplemente porque vida tras vida él ha sido amable y generoso. Yo no creo que él hubiese tratado a ningún esclavo del modo en que tú trataste a Mahaduta.

—Es cierto —dijo Pandú—. Intentó frenarme. Pero yo estaba furioso y no lo escuché.

—Sí —dijo Naradaasintiendo—.Y no pienses que estás libre de la deuda contraída con Mahadutapor haber hecho que lo apaleasen de un modo tan cruel y sin razón. No pienses que tú estás solo en este mundo, o que tus acciones no tienen consecuencias. Recuerda que tarde o temprano cada una de tus acciones, ya sean buenas o malas, grandes o pequeñas, te será devuelta del mismo modo y en la cantidad exacta. De ahí el dicho: ―Planta legumbres y cosechará legumbres; planta melones y cosechará melones‖. La bondad produce cosas buenas, mientras que la maldad trae consigo cosas malas. Trata a todas las criaturas vivas del mismo modo que a ti te gustaría ser tratado. Es verdad que tú no eres distinto del resto. Estás hecho de la misma sustancia básica que el resto de seres vivos; por eso, en cada una de tus acciones y pensamientos, estás relacionado con el resto de seres vivos de un modo incluso más íntimo que la relación que existe entre los órganos de tu cuerpo.

—Si realmente puedes comprender esto en tu corazón —continuó Narada—, ya no tendrás más deseos de causar daño a otros seres vivos, porque comprenderás que ellos son iguales a tí. Sentirás sus sufrimientos como los tuyos propios, y siempre intentarás ayudarlos. Deja que este verso te sirva de guía:

Aquel que causa daño a otros se daña a sí mismo;

Aquel que ayuda a otros se ayuda a sí mismo aún más.

Para encontrar el Camino puro, el Sendero de Luz,

Abandona la falsedad de que tienes un ego.

Pandúse levantó y se postró tres veces ante el Maestro del Dharma, algo que nunca antes había hecho con nadie. Entonces dijo:

—No olvidaré tus palabras, Maestro del Dharma

Voy a establecer un monasterio en mi ciudad natal Kaushambi, para que la gente de allí tenga la oportunidad de escuchar este Dharma tan maravilloso. Sólo espero que el Maestro del Dharma, con su compasión, me ayude a completar este voto que ahora hago.

sábado, 13 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 6

La buena fortuna llega al agricultor como recompensa por su buena acción.

El hombre gordo había estado escuchando impacientemente.

—Sí, sí, toda esta cháchara filosófica está muy bien —dijo alzando la voz—, ¡pero ahora hablemos de negocios!

Y girándose hacia Devala continuó:

—Deja que me presente, soy Mallikael banquero, amigo de Pandú. Tengo un contrato con el secretario del rey para proveer el mejor arroz para su cocina, pero hace tres días, mi competidor, deseando mi fracaso frente al rey, compró todo el arroz en Varanasi. Si no hago la entrega mañana estaré arruinado. Pero ahora, amigo mío, tú estás aquí, ¡y eso es lo que importa!

¿Es tu arroz de primera calidad? ¿Fue dañado por el idiota de Mahaduta? ¿Cuánto arroz tienes? ¿Tienes un acuerdo para venderlo? ¡Habla!

Sonriendo ante la impaciencia del banquero, Devala contestó:—He traído mil quinientas libras de arroz de primera calidad.

Sólo uno de los sacos se mojó un poco en el barro. No tengo nada apalabrado y tenía previsto llevarlo al mercado mañana por la mañana.

—¡Espléndido! ¡Espléndido! ¿Al mercado dices? —Mallikaexclamó frotándose las manos—. Supongo que aceptarás el triple de lo que obtendrías en el mercado, ¿no?

—Lo aceptaré —respondió Devala.

—Claro que sí —dijo el banquero.

Llamó a sus sirvientes e hizo que descargaran el carro de Devala inmediatamente, y se dispuso a pagarle generosamente. Al mismo tiempo que contaba y ponía las monedas de oro en las manos de Devala, le dijo a Pandú:

—Un hombre nunca sabe de dónde vendrá la ayuda cuando la necesita.

Nunca pierdas la esperanza, pues la vida es un maravilloso misterio, ¿no?... Y esto completa el pago.

—¡No lo malgastes en el juego! —dijo Mallikaa Devala—. Mientras se retiraba riéndose para continuar con su cena.

Devala no tenía intención de gastárselo en juegos o apuestas. Él ya había tomado la resolución de ir al monasterio donde el Venerable Naradavivía y ofrecer la mitad de su beneficio a la Triple Joya. El resto se lo llevó a su casa y lo gastó con cuidado a medida que lo necesitaba. A partir de ese día vivió prósperamente. Debido a su honestidad y sabiduría la gente de su pueblo llegó a considerarlo como su líder.


jueves, 11 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 5

El agricultor pagó de vuelta las malas acciones del joyero y el malentendido se solucionó.

El joyero no había tenido la oportunidad de saludar a Devala, ni de coger su bolsa. Justo cuando iba a hablar, un hombre corpulento vestido con ricas sedas entró en la habitación gritando:

—Pandú, me contaron lo que ha pasado. La rueda de la fortuna gira y gira, ¿no es así? Hace diez minutos parecía que ambos estábamos arruinados y ahora todo vuelve a estar bien. Venga, toma la bolsa, por lo que más quieras, y dale las gracias a este buen hombre.

Pandútomó la bolsa e inclinó su cabeza ligeramente hacia el agricultor:

—Yo me porté mal contigo y como pago tú me has ayudado. No se cómo podré pagarte por lo que has hecho.

—¿Cómo? ¡Dale una recompensa, Pandú! —el hombre gordo chilló—. ¡Recompénsalo!

Inclinándose hacia Pandú, Devala dijo:

—Te he perdonado y no necesito ninguna recompensa.

Si no hubieses ordenado a tu esclavo volcar mi carro, posiblemente nunca habría tenido la oportunidad de conocer al Venerable Narada, ni de oír sus enseñanzas, las cuales me han beneficiado más que cualquier cantidad de dinero.

He tomado la resolución de nunca volver a dañar a otro ser vivo, ya que no quiero que me vuelvan a suceder calamidades como consecuencia de ello.

Esta resolución ha hecho que me sienta seguro y en control de mi vida de una manera que nunca antes había sentido.

—¡Narada! —dijo Pandú—. ¡Así que él te ha enseñado! Él me instruyó a mí también pero me temo que no escuché muy bien... Toma esto, buen hombre—. Y dio a Devala varias piezas de oro de su bolsa. —Y dime, ¿sabes dónde se hospeda el Venerable Maestro del Dharma en Varanasi?

—Sí, lo acabo de dejar en el monasterio que hay junto a la entrada Oeste de la ciudad —Devala contestó—. De hecho, él me dijo que era posible que tú quisieses verlo. Me pidió que te dijese que puedes visitarlo mañana por la tarde.

Pandúse inclinó de nuevo, esta vez con mayor dignidad y reverencia.

—Ahora sí que tengo una verdadera deuda contigo —dijo Pandú—. Y también creo en algo que Naradame dijo. Él dijo que tú y yo fuimos parientes en vidas previas y que nuestros destinos discurren juntos. Parece que hasta hemos encontrado al mismo maestro.

martes, 9 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 4

Golpeado cruelmente y sin razón, el esclavo escapa enfadado.

Devala obró según las instrucciones del monje. No tenía ningún deseo de quedarse con el dinero. Sólo deseaba pagar su deuda kármica con el joyero. Al anochecer, cuando llegaron a Varanasi, fue a la posada donde los hombres ricos solían hospedarse y pidió ver a Pandú.

—¿Y quién debo decir que quiere verlo? —dijo el posadero mirando con desdén la vestimenta del agricultor.

—Dígale que un amigo ha venido a verlo —contestó Devala.

En unos minutos, Pandúentró en la habitación donde Devala estaba esperando. Cuando Pandúvio al campesino ofrecerle su bolsa, se quedó sin habla, lleno de sorpresa, vergüenza, y también alivio. Pero al momento que se reaccionó, salió corriendo de la habitación gritando:

—Parad, parad de golpearle.

Devala había oído quejidos provenientes de una habitación contigua. Pensaba que habría alguien agonizando de fiebre. Al poco, un hombre alto y corpulento entró con su espalda desnuda cubierta de sangre, y amoratada como consecuencia de los golpes recibidos. Era Mahaduta, el esclavo del joyero. Un oficial de policía lo seguía con un látigo en una mano y un palo en la otra.

Al ver a Devala, Mahadutase sorprendió y dijo:

—Mi amable amo pensó que le había robado la bolsa. Hizo que me golpearan para que confesase. Este es mi castigo por hacerte daño siguiendo sus órdenes.

Y a trompicones y sin dirigir palabra a su amo, salió fuera y se perdió en la noche. Pandúlo vio irse, pensando que debía decir algo. Pero era demasiado orgulloso para pedir el perdón de un esclavo, especialmente delante de otra gente.


sábado, 6 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 3

Al oír el Dharma, el agricultor comprendió la ley de causa y efecto.

Devala, el agricultor, ya se había sentado de nuevo en el suelo, a un lado de la carretera, intentando reparar de nuevo la rueda. Naradalo saludó inclinando su cabeza y empezó a empujar el carromato fuera de la zanja. Devala se levantó de un salto para ayudarlo, pero se dio cuenta de que el monje tenía mucha más fuerza de lo que se podía esperar de una persona de complexión tan ligera. El carromato estaba de nuevo en la carretera incluso antes de que Devala la hubo cruzado. ―Este monje debe ser un santo‖, pensó Devala en silencio. ―Dioses y espíritus, invisibles protectores del Dharma, deben ayudarlo. Tal vez él pueda explicarme por qué hoy mi suerte ha dado un giro a peor‖.

Los dos hombres cargaron los sacos de arroz que Mahadutahabía tirado en la zanja, y entonces, al mismo tiempo que Devala se sentaba de nuevo a arreglar la rueda, preguntó:

—Venerable Maestro del Dharma, ¿puede explicarme por qué he tenido que sufrir semejante injusticia por parte de ese rico tan arrogante a quien nunca había visto antes? ¿Es esto razonable?

Naradacontestó: —Lo que has sufrido hoy no es realmente una injusticia. Has recibido el pago exacto por el daño que tú causaste al joyero en una vida previa.

El agricultor dijo asintiendo:

—He oído a gente decir este tipo de cosas antes, pero nunca he sabido si creerlas o no.

—No es algo muy difícil de creer—dijo el monje—. Nos convertimos en lo que hacemos.

Si haces buenas cosas, serás Buena persona de un modo natural, y cosas buenas le ocurrían naturalmente. Lo mismo sucede con las maldades. Actos malvados crean malas personalidades y vidas desafortunadas. Todas las cosas que has pensado, dicho y hecho crean la clase de persona que eres ahora, y también contienes las semillas de lo que serás en el futuro. Esta es la ley de causa y efecto, la ley del karma.

—Tal vez sea así—dijo Devala—, pero yo no soy una mala persona, y ¡mira lo que me ha ocurrido hoy!

Naradale preguntó:

—Sin embargo, ¿no es cierto que tú habrías hecho lo mismo al joyero si él hubiese sido el que bloquease la carretera y tú el que llevase un conductor tan bravucón?

Las palabras del monje hicieron que Devala enmudeciese. Se dio cuenta de que hasta el momento en que Naradaapareció para ayudarlo, su mente había estado llena de pensamientos de venganza. Exactamente lo que Naradahabía dicho es lo que él había estado pensando: ―Ojalá hubiese sido él quien volcase el carruaje del joyero para después poder reanudar el viaje con orgullo mientras el ricachón se quedaba revolcado en el lodo‖.

—Sí, Maestro del Dharma —admitió—. Es verdad.

Los dos hombres permanecieron en silencio hasta que la pezonera estaba lista y la rueda montada de nuevo en el carromato. El campesino seguía cavilando en las palabras del monje. Aunque Devala no había ido nunca a la escuela, él era un hombre muy pensativo y siempre intentaba descubrir el porqué de las cosas y las razones detrás de los sucesos.

De repente dijo:

—¡Pero esto es terrible! Ahora que el joyero me ha hecho daño, yo tendré que hacerle algo malo a él. Entonces él me lo devolverá, y yo volveré a herirle. ¡Y esto nunca acabará!

—No, no tiene por qué ser así —dijo Narada—. La gente tiene el poder de hacer cosas buenas y cosas malas. Encuentra un modo de pagar a este joyero tan orgulloso con ayuda en lugar de pagarle con daño.

Entonces el ciclo se romperá.

Devala asintió dudosamente a la vez que subía a su carromato. Creía lo que el monje le había dicho, pero no veía como iba a tener la oportunidad de seguir sus consejos.

¿Cómo iba a ser posible que él, un pobre campesino, pudiese ayudar a un hombre tan rico? Invitó a Naradaa sentarse junto a él y tomó las riendas del caballo.

El caballo apenas había empezado a caminar cuando se paró de repente.

—¡Una serpiente en la carretera! —gritó Devala—. Pero Narada, mirando más atentamente, vio que no era una serpiente, sino una bolsa. Bajó del carro y la recogió. Era muy pesada pues estaba llena de oro.

—La reconozco. Pertenece a Pandú, el joyero —dijo el monje—. La llevaba entre sus piernas en el carruaje.

Debe habérsele caído al abrir la puerta para intentar a verte. ¿No te dije que su destino estaba unido al tuyo?

Dándole la bolsa a Devala le dijo:

—Aquí tienes la oportunidad de cortar las ataduras de violencia y venganza que te atan al joyero.

Cuando lleguemos a Varanasi, vete a la posada donde se hospeda y devuélvele el dinero.

Él pedirá perdón por lo que te hizo, pero tú dile que no guardas ningún rencor y que le deseas lo mejor. Y escucha atentamente, vosotros dos sois muy parecidos, y ambos prosperaréis o fracasaréis juntos dependiendo de vuestras acciones.


jueves, 4 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 2

El joyero ordena a su esclavo volcar un carromato cargado de arroz, y el Maestro del Dharma se lo reprocha sin éxito.

-Pandú, el joyero, interrumpió ásperamente a Naradacuando su carruaje se paró en mitad de la carretera.

—¿Qué ocurre? —gritó irritado a su esclavo Mahaduta—. ¡No hay tiempo que perder! Varanasi estaba aún diez millas de distancia, y el sol se estaba poniendo por el Oeste.

—Es el carromato de un estúpido agricultor en medio de la carretera —vociferó el esclavo.

El monje y el joyero abrieron las puertas del carruaje y se asomaron para ver lo que ocurría. Un poco más adelante, y bloqueando la carretera, había un carromato cargado de sacos de arroz. La rueda derecha yacía averiada en una zanja. El agricultor estaba sentado en el suelo intentando reparar una pezonera rota.

—¡Yo no puedo esperar! ¡Mahaduta! —gritó Pandú—. ¡Aparta su carromato!

El campesino se levantó de un salto para protestar y Naradase volvió hacia Pandúpara pedirle que pensase otro modo de resolver la situación.

Pero antes de que nadie pudiese decir una palabra, el fortachón Mahadutaya había saltado de su asiento, y arremetiendo contra el carromato del agricultor, lo empujó dentro de la zanja. Varios sacos de arroz cayeron en el barro. El agricultor se fue corriendo y chillando hacia Mahaduta, pero se frenó al darse cuenta de que el esclavo le doblaba en tamaño y fuerza. Sonriendo maliciosamente, Mahadutalevantó su puño; estaba claro que habría disfrutado dando una paliza al campesino si su amo no tuviese tanta prisa. Al mismo tiempo que el esclavo volvía a su asiento y retomaba las riendas del carruaje, el monje se bajó a la carretera, y dirigiéndose a Pandúle dijo:

—Estoy descansado y en deuda contigo por haberme llevado durante una hora, y qué mejor modo de saldar esta deuda que ayudando a este desafortunado agricultor al que tú has maltratado. Al hacerle daño, puedes dar por seguro que un daño similar te ocurrirá a ti. Así que, tal vez, si le ayudo puedo hacer que tu deuda con él no sea tan grave. Puesto que además el agricultor fue un familiar tuyo en una vida previa, tu karma y el suyo están atados de una manera mucho más fuerte de lo normal.

El joyero estaba sorprendido. No estaba acostumbrado a que lo regañaran, ni siquiera con la amabilidad con que el monje lo había hecho. Pero lo que más le molestó fue la idea de que él, Pandú, un joyero con grandes riquezas, pudiese estar de algún modo relacionado con un agricultor del arroz. —¡Eso es imposible! —replicó a Narada.

Naradaesbozó una sonrisa y dijo:

—A veces la gente más inteligente no alcanza a reconocer las verdades más básicas de la vida. Pero yo intentaré protegerte contra el daño que te has hecho a ti mismo.

Molesto por estas palabras, Pandúhizo una señal vehemente con su mano para que el esclavo pusiese el carruaje en marcha.

martes, 2 de noviembre de 2021

Cuentos y fábulas de Buda - La leyenda de Mahaduta Capítulo 1

Un rico joyero invitó a un monje a viajar con él y tuvo la oportunidad de oír el Dharma.

Hace mucho tiempo, en la India, vivió un joyero muy rico, de nombre Pandú. Cierto día en que se dirigía en su carruaje hacia la ciudad de Varanasi, Pandúse regocijaba por la bonanza del tiempo, recién refrescado por una tormenta, y sobre todo por el dinero que iba a conseguir al día siguiente vendiendo las joyas en el mercado.

Mirando hacia adelante, Pandúobservó un monje caminando lentamente por un lado de la carretera. El monje caminaba con pasos firmes y espalda erguida; había algo en él que irradiaba paz y fortaleza interior. Pandúpensó: ―Si ese monje va a Varanasi, le pediré si quiere viajar conmigo. Parece un santo y yo he oído que la compañía de hombres santos siempre trae buena suerte‖. Así que dio órdenes a su fortachón esclavo, llamado Mahaduta, de parar los caballos.

—Venerable Maestro del Dharma —dijo Pandú, abriendo la puerta de su carruaje—. ¿Puedo ofrecerle transporte hasta Varanasi?

—Viajaré contigo —contestó el monje—, si comprendes que no puedo pagarte, pues no tengo posesiones materiales. Lo único que puedo ofrecerte es Dharma. —Acepto sus condiciones —dijo el joyero, que siempre pensaba como si estuviese negociando. Y así invitó al monje a entrar en su carruaje.

Durante el viaje, el monje, cuyo nombre era Narada, le habló del karma, que es la ley de causa y efecto.

—La gente crea sus propios destinos a través de sus acciones—dijo Narada—. Buenas acciones generan de un modo natural buena fortuna, mientras que quienes cometen maldades acaban pagando por ellas tarde o temprano.

Pandúse encontraba a gusto con su compañero.

Le gustaba oír cosas con sentido, pues él era un hombre muy práctico, y también tenía raíces buenas y profundas en el Dharma, ¡aunque esto último él no lo sabía!