sábado, 14 de mayo de 2022

El perdón es la llave de la felicidad.

No es posible ser feliz con resentimientos, padecimientos, rencores, angustia. Y no hay otra forma de alcanzar la felicidad sin el concurso necesario del perdón. Cuando nos sentimos mal siempre hay en nosotros un motivo que lo justifica, y es nuestra propia mente la que lo necesita, ya que es imposible vivir por mucho tiempo con un grado elevado de infelicidad. El cuerpo no resiste tanta tensión, esa acumulación necesita salir de una u otra forma. Se manifestará en una depresión cada vez más profunda o tal vez cíclicamente según el grado de contención. Tan solo mediante nuestro compromiso de curarnos lograremos deshacer el entuerto de esta locura y eso solo lo conseguiremos a través del perdón, que no es otra cuestión que el ver, el darse cuenta de que esa infelicidad no nos conduce a nada. Para ello tendremos que buscar en nuestro interior la causa, que podemos o no hallarla, y tan solo se puede curar desde el origen. No obstante, hay otro proceso de curación, aunque desconozcamos el motivo y es el de comprender que somos dueños de nosotros mismos, que quién nos infringe ese sufrimiento somos nosotros mismos. O acaso cuando comparamos nuestro padecimiento con otro siempre podemos observar que hay personas que sus motivos son aparentemente mayores que los nuestros. No obstante, la mente solo cuenta con los nuestros. Si fuésemos capaces de observar a nuestro pensamiento y dar gracias al mensaje de infelicidad que nos manda, abrazar el sufrimiento es la clave del perdón. El que crees que te maltrata eres tú mismo con tu pensamiento, te lo crees y haces tuyo lo que te dice y no te das cuenta de que siempre busca en el pasado para que tú te sientas mal o cambies de pensamiento. Tristemente siempre escogemos el mismo, el del sufrimiento. Este es conocido y nos da seguridad. Lo difícil es cambiar ya que es toda una vida de la misma forma. Solo podemos perdonar mediante la comprensión poco a poco o mediante un alto grado de sufrimiento en que lleguemos a alcanzar la iluminación instantánea. El darse cuenta.

Aniceto.

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