viernes, 31 de marzo de 2023

Cuentos Sufís - EL RATÓN Y LA RANA

Un ratón que se paseaba a lo largo de un arroyo se hizo amigo de una rana.

Se reunían ambos, todos los días, a una hora fija, en el lugar de su primer encuentro con el fin de contarse historias y divertirse.

Un día, el ratón dijo a la rana:

"¡Oh, tú, el más noble de los animales! Desde hace mucho tiempo, deseo confiarte un secreto. Vienes del agua y a ella vuelves. Y yo, cuando te llamo desde la orilla del arroyo, no obtengo respuesta porque tú no me oyes. Mi corazón no se satisface con nuestros encuentros diarios. Me siento extraviado

cuando no veo tu rostro. Para mí, eres la luz del día y la paz de la noche. Mi corazón desea estar contigo en todo instante. Pero tú ignoras todo de mi estado.

¡Oh, hermana mía! Yo vengo de la tierra y tú vienes del agua. Me es imposible sumergirme en el agua. Es preciso que encontremos un medio para que te lleguen mis llamadas."

Y propuso esta solución:

"Vamos a tomar un hilo muy largo y cada uno de nosotros atará una de sus patas a uno de sus extremos. Así, cuando quiera verte, me bastará con tirar del hilo."

Esta solución no gustó mucho a la rana y se negó.

Si la rana del alma está atada al ratón del cuerpo, es importunada sin cesar por este último, que tira del hilo.

El ratón insistió tanto que la rana acabó por ceder. Se ataron, pues, por medio de un largo hilo y, cada vez que el ratón tiraba de él, la rana subía del fondo del agua para conversar con su amigo. Ahora bien, un día, un enorme cuervo atrapó al ratón y alzó el vuelo. Arrastró al ratón y a la rana tras él, el ratón en su pico y la rana al extremo del hilo. La gente que vio este espectáculo

dijo:

"¡Qué cosa tan asombrosa! Una rana, criatura acuática, ¡cazada por un cuervo!"

La rana, por su parte, se decía:

"¡Quien se hace amigo de una criatura que no es de su clase merece ciertamente el castigo que yo sufro!

martes, 28 de marzo de 2023

Cuentos Sufís - LOS PREGONEROS

Seyid era el sultán de la ciudad de Tirmiz. Y Delkak era su bufón. Un día, el sultán tuvo que tratar. un asunto urgente en Samarcanda, que estaba muy lejos.

Se puso, pues, a buscar un mensajero y envió a sus pregoneros por las calles para difundir este mensaje:

"¡Colmaré con mis favores al que consiga traerme noticias de Samarcanda de aquí a cinco días!"

Cuando oyó a los pregoneros, Delkak montó enseguida a caballo para ir a Tirmiz. Condujo su caballo a tal velocidad que éste estuvo a punto de perecer.

Apenas llegado a la ciudad, Delkak, sin arreglarse siquiera, pidió audiencia ante el sultán.

Toda la corte se sobresaltó, igual que los ciudadanos. Todos se decían:

"¿Qué catástrofe habrá sobrevenido?"

Algunos pensaban que el enemigo estaba a la vista. La multitud se reunió ante el palacio y toda la ciudad se sobresaltó. Todos temblaban por temor a una calamidad.

El sultán permitió a Delkak presentarse ante él. Y Delkak besó el suelo ante el sultán, que le preguntó:

"¿Qué pasa, Delkak?

- ¡Oh, sultán! dijo Delkak. ¡Te pido perdón, pero déjame un instante recobrar mi aliento!"

La inquietud del sultán no hizo sino aumentar. Nunca había visto a Delkak en tal estado. Era normalmente el más alegre de sus íntimos. Cuando hablaba, todos reían tan fuerte que él sudaba. La gente se revolcaba por el suelo. Mientras que, ahora, su rostro era grave y su dedo estaba puesto sobre su boca. El sultán de Tirmiz le dijo:

"Dime enseguida lo que sucede. ¿Quién te ha puesto en tan exagerada inquietud?"

Delkak respondió:

"Estaba yo hace poco en la ciudad y he oído a tus pregoneros que difundían tus órdenes relativas al viaje a Samarcanda. Decían que colmarías de favores al que lo consiguiese. Por eso es por lo que he venido, para decirte que yo no tengo fuerza suficiente para llevar a cabo un viaje semejante, de modo que no esperes que te haga tal servicio.

- ¡Maldito seas! dijo el sultán, ¡has revolucionado a toda la ciudad!"

En ese instante, intervino el visir:

"¡Oh sultán! Si lo permites diré esto: Está fuera de toda duda que Delkak ha venido de su pueblo por una razón muy distinta. Acaba de cambiar de opinión hace un instante. Pretende disfrazar sus palabras y ésa es la razón de sus bromas. Del mismo modo que hay que romper las nueces para obtener su aceite, igual pienso yo que hay que forzarlo a decir lo que tiene en su corazón. Mira cómo tiembla y ve el color de su rostro."

Delkak imploró piedad al sultán, pero éste ordenó que lo encerrasen en prisión diciendo a sus guardias:

"¡Golpead su vientre como si fuera un tambor! Pues sólo golpeando el tambor puede saberse si la caja está llena o vacía."

Muchos hombres se llaman maestros, pero no tienen más discípulo que ellos mismos. El recién casado está sobresaltado, pero la esposa nada sospecha.

domingo, 26 de marzo de 2023

Cuentos Sufís - LÓGICA

Un día el sultán fue a la mezquita. Sus guardas le abrían paso golpeando a la multitud con bastones. Golpeaban a la gente en la cabeza y desgarraban sus camisas. Un hombre no pudo escapar a tiempo y recibió así una decena de bastonazos. Se dirigió entonces al sultán:

"¡No te ocupes de las torturas ocultas! Mira mejor las torturas aparentes.

Mira lo que haces para ir a la mezquita, es decir para llevar a cabo una buena acción. ¿Quién puede decir de qué serías capaz el día en que decidieses cometer una mala acción?"

jueves, 23 de marzo de 2023

Cuentos Sufís - EDADES

Un carnero, un camello y una vaca encontraron en su camino una gavillade paja. El carnero dijo:

"Si dividimos esta gavilla en tres partes, ninguno de nosotros quedará satisfecho. Es preferible que el de más edad de nosotros tres la aproveche él solo.

Porque nuestro deber es respetar a los ancianos."

El carnero propuso que cada uno dijese su edad y empezó por él mismo:

"Yo estaba en el mismo prado que el carnero sacrificado por Abraham. "

La vaca dijo entonces:

"Yo estaba junto a Adán cuando él labraba. Pues yo era la hembra de su toro."

A estas palabras, el camello se apoderó de la gavilla de paja y se puso a comérsela:

"De nada sirve deciros mi edad. Pues, como todo el mundo sabe, mi estatura es la prueba de mi antigüedad. Así, los cielos son más antiguos que la tierra."

martes, 21 de marzo de 2023

Cuentos Sufís - DESPIERTO EN EL SUEÑO

Durante un viaje un judío, un musulmán y un cristiano se hicieron amigos.

Igual que la razón se hace amiga del ego de Satanás, lo mismo un fiel puede hacerse amigo de dos extraviados. El cuervo, el búho y el halcón han caído en la misma jaula. Un Oriental y un Occidental que pasan la noche en un mismo lugar se hacen amigos. Pero cuando los barrotes de la jaula se rompen, cada ave vuela en diferente dirección.

Al llegar estos tres compañeros al final de una etapa, alguien vino a traerles dulces y esté presente alegró a nuestros tres solitarios. Las gentes de la ciudad son sabios refinados en su comportamiento. Pero el campesino es un maestro de generosidad.

Aquel día, el judío y el cristiano no tenían hambre, mientras que el musulmán había ayunado. Era para él la hora de romper el ayuno y era grande su apetito. Pero los otros dos le dijeron:

"Dejemos esto aquí. ¡Los comeremos mañana!

- ¡Comámoslos esta noche! replicó el musulmán. ¿Por qué esperar a mañana?

- ¿Tienes acaso intención de comerlos tú solo? preguntaron los otros.

-Somos tres, dijo el musulmán. Dividamos estos dulces en tres partes iguales y que cada uno se tome su parte como quiera.

- ¡El que divide merece el infierno! Tú eres patrimonio de Dios y todas las partes de los dulces le pertenecen. ¿Cómo te atreverías a hacer ese reparto?"

El musulmán se resignó y dijo:

"¡Oh, amigos! ¡Sea según vuestros deseos!"

Y fueron a acostarse. Por la mañana, cada uno se puso a rezar según su religión. Después de la oración, uno de ellos propuso que cada uno contase su sueño de la noche. Y que el que hubiese tenido el sueño más hermoso, recibiese la parte de dulces del que hubiese tenido el sueño menos hermoso...

El judío contó su sueño:

"En mi camino me crucé con Moisés. Lo seguí a la montaña de Sinaí. Allá arriba nos rodeó la luz. Después, vi que, por voluntad divina, la montaña se dividía en tres partes. Un trozo de la montaña cayó al mar. Y el agua del mar se volvió dulce al instante. Otro pedazo cayó en la tierra y brotaron arroyos como remedios para los afligidos. El trozo tercero voló hacia la Kaaba para convertirse en la montaña de Arafat. Cuando hubo pasado mi asombro, comprobé que la montaña del Sinaí seguía estando en su sitio, pero que su suelo como hielo, se fundía bajo los pies de Moisés. Se fundió hasta tal punto que acabó por allanarse. Cuando este nuevo motivo de asombro se agotó para mí, vi de nuevo a Moisés y el Sinaí en su sitio. Divisé a una multitud en el desierto que rodea la montaña. Cada uno llevaba una caña y un manto y todos se dirigían hacia la montaña. Elevaron las manos para la oración y desearon ver el rostro de Dios.

Cuando hubo pasado mi extrañeza, vi que cada uno de aquellos hombres era un profeta de Dios. Vi también ángeles magníficos. Sus cuerpos estaban hechos de nieve inmaculada. Más lejos, vi a otro grupo de ángeles, pero, esta vez, hechos de fuego..."

El judío siguió así contando su sueño.

¡Oh, tú! ¿Tienes certidumbre en lo que a ti se refiere? ¿O en lo referente a tu existencia? ¿Cómo te permites burlarte así del prójimo? ¿Quién sabe quién tendrá la suerte de morir como un musulmán?

A su vez, el cristiano contó su sueño:

"Fue el Mesías quien se me apareció. Con él, subí tan alto como el sol. Era extraño. No puedo comparar lo que he visto con las cosas de este mundo y no puedo, pues, contaros este sueño."

El musulmán dijo entonces:

"¡Oh, amigos míos! Mi sultán Mustafá se me apareció. Me dijo: "Uno de tus amigos se ha ido al Sinaí. Allí se pasea con la palabra de Dios, colmado de amor y de luz. Jesús se ha llevado a tu otro amigo al cielo. ¡Levántate! ¡Al menos, aprovecha los dulces! Tus amigos han sido favorecidos. Aprovechan la compañía de los ángeles y del conocimiento. ¡Pobre idiota! ¡No pierdas el tiempo! ¡Cómete los dulces!»

A estas palabras, el judío y el cristiano exclamaron:

"¿Te has tomado realmente todos los dulces?

- ¿Cómo habría podido desobedecer una orden del profeta? Tú, que eres judío, ¿no harías lo mismo con una orden procedente de Moisés? Y tú, que eres cristiano, ¿te atreverías a desobedecer a Jesús?"

Los otros dos le dijeron:

"Ciertamente, tu sueño es más justo que el nuestro. Tu sueño consiste en estar despierto en tu sueño. ¡Qué hermoso sueño!"

Deja a un lado las pretensiones referentes al conocimiento y al misticismo.

La cosa más hermosa es comportarse con respeto y servir al prójimo.

viernes, 10 de marzo de 2023

Cuentos Sufís - EL CIRCULO

El viento se puso a soplar y los fieles se sentaron, protegidos, en medio de un círculo. La tempestad hacía estragos, pero la misericordia de Dios era como un barco. Dios no ha creado los barcos para ser sultán de ellos. Su fin no es hacer de sultán, sino asegurar la seguridad de sus criaturas.

Si el buey avanza no es para llevar su fardo, sino para evitar los latigazos. Dios le ha enseñado este temor para que sirva a Sus servidores. El que trabaja no se esfuerza para mejorar el mundo, sino para sí mismo. Cada uno busca un remedio a sus propios tormentos y así es como el universo acaba por encontrar

un orden. Dios ha hecho del temor el pilar del universo. Todos experimentan temor hacia las cosas buenas y hacia las cosas malas. Pero ninguno siente temor hacia sí mismo. Pues cada uno de nosotros tiene un adversario. Aunque está muy cerca de nosotros, nos es difícil apoderarnos de él. En realidad, es fácil

apoderarse de él, pero no con los sentidos de este mundo. Para eso los sentidos no sirven de nada. Si el sentido animal bastase, el asno y el buey serían los Beyazid de su tiempo.

Es Dios quien ha casado el cuerpo y el espíritu. Es El quien hizo de un barco el caballo de Noé. Si El quisiera, ese mismo barco sería para ti un huracán.

Debes saber que el pesar y el gozo que llevas en tu corazón son el barco y la tempestad que Dios te ofrece en cada instante.

Como los ojos no ven el origen del temor, se espantan ante cada imagen. Si un hombre fuerte da un puñetazo a un ciego, éste cree que se trata de un camello que le ha dado una coz. Si, por casualidad, oye en el mismo instante el grito de un camello, sus oídos serán para él como ojos. Si no, habría podido

decir: "Quizá sea una piedra que me cae en la cabeza." Pero, en realidad, se equivoca en los dos casos. Estas situaciones son cosa del que ha creado el temor.

El sabio llama "inquietud" al temor, pero su comprensión está pervertida. ¿Cómo experimentar inquietud sin conocer la verdad?

Las mentiras derivan de la verdad. ¡Oh, mentiroso! ¡No niegues la verdad!

Cada hombre de Dios es el Noé del corazón o el marinero de Noé. Debes saber que la frecuentación del pueblo es peor que el huracán, pues, cuando está contigo, te hace perder el tiempo. Y si está lejos de ti, murmura de ti. Sus sueños se beben el jugo de tus ideas como un asno sediento. Te resecan. Un tallo fresco

obedece a la dirección que quieres darle, pero eso es cosa difícil para una rama seca.

Si los bosques se transformaran en lápices y el océano en tinta, este Matnawi nunca terminaría. Y si los bosques no bastasen, brotarían árboles en el fondo del mar. Más vale abandonar el océano e ir hacia las tierras. Es más agradable hablar de juguetes con un niño. Pues el niño se sumerge en el océano

de la razón a través de sus juegos. Aunque éstos parecen disparatados, la razón del niño se desarrolla con ellos. A un niño que estuviese loco no le gustaría jugar. Se necesitan fragmentos para dar testimonio de la globalidad.

miércoles, 8 de marzo de 2023

Cuentos Sufís - SUCESORES

Dios se dotó de un sucesor para que éste reflejase Su perfección en su corazón. Lo colmó de favores ilimitados. Luego creó a su opuesto a partir de la oscuridad. Fabricó dos estandartes, uno blanco, otro negro. ¡Y cuántos combates han tenido lugar bajo esos estandartes! La segunda generación de esta oposición estuvo formada por Caín y Abel. Esto continuó con Abraham y Nemrod, hasta Moisés y el Faraón. Después, hasta el tiempo de Mahoma, al que intentó torturar Ebu-Cehil.

¿Qué es la fe? Es hacer correr el agua de un arroyo. Cuando el alma se desprende del cuerpo, corre. El sabio es el que libera su alma en lugar de la carne y la envía hacia la pradera. Para explicar el orden divino, la rosa, a veces, se convierte en espina.


lunes, 6 de marzo de 2023

Cuentos Sufís - PACIENCIA

Un discípulo deseaba entrevistarse con el sheij Ebu'l Hasán Harkaani. Dejó, pues, la ciudad de Talkán por la ciudad de Harkán. Atravesó muchas montañas y valles rezando a Dios para que le permitiese un día contemplar el rostro de sheij. Después de muchas tribulaciones acabó por descubrir la casa del sheij.

Lleno de respeto llamó a la puerta. Desde el interior la mujer del sheij le respondió gritando:

"¿Qué quieres? ¿Qué vienes a hacer aquí?"

El discípulo respondió:

"¡He venido a visitar al sheij!"

La mujer se echó entonces a reír:

"¿Realmente no tienes nada mejor que hacer? ¡Has atravesado todo el país para ver el rostro de un imbécil! ¿Acaso estabas harto de tu país?"

Así, sin vergüenza, vilipendió esta mujer a su marido. Pero no es mi propósito referir sus palabras. Lo seguro es que sus palabras ahogaron en el pesar el corazón del discípulo. Con lágrimas en los ojos, preguntó:

"¿Dónde está ese hermoso sheij?

-¡Es un hipócrita! dijo la mujer. ¡Una trampa para los idiotas! ¡Un lazo para los extraviados! ¿Cuántas personas como tú han venido así y se han puesto en peligro por culpa suya! ¡Vale más que te vuelvas sin verlo!"

El discípulo se puso a gritar:

"¡Ahora ya basta! La luz de los hombres de Dios ha cubierto el

Oriente y el Occidente. Tus palabras satánicas no me arrancarán de aquí.

No he venido aquí como una nube, empujada por el viento, para abandonar este umbral como polvo. ¡Oh, mujer! Tú soplas para apagar la antorcha de la verdad.

Pero no lograrás más que quemarte la cabeza. ¿Puede apagarse el sol de un soplo? Si no vivieses en esta casa, te rompería la cara. ¡Da gracias al cielo por ser el perro dé esta casa!"

- Después, el discípulo preguntó a su alrededor dónde podría encontrar al sheij. Y alguien le respondió:

"¡Ha ido al bosque a buscar leña!"

Satanás, que pretende ocultar la luz bajo el polvo sembró la duda en el corazón del discípulo, que se dijo:

"¿Cómo puede conservar este sheij a esta mujer en su casa y vivir con ella?

¿Cómo pueden unirse estos dos opuestos?"

Pero, al mismo tiempo, se decía:

"No debo juzgar al sheij pues sería un pecado."

Entonces, su ego le hacía esta pregunta:

"¿Cómo puede vivir Gabriel con Satanás? ¿Cómo puede vivir el guía con el que extravía a la gente?"

Mientras era asaltado por todos estos pensamientos, vio al sheij, montado en un león, que venía a su encuentro. El león tiraba de una carga de leña y una serpiente servía al sheij como látigo. Cuando éste vio al discípulo, se puso a sonreír. Pues la luz de su corazón le había hecho descubrir sus pensamientos. Se los describió y le contó sus aventuras como si hubiera asistido a ellas.

"Si yo no mostrara paciencia con ella, dijo, ¿cómo podría este león arrastrar mi fardo? Soy feliz, ebrio y fiel, como un camello bajo la carga que Dios le ha ofrecido. No tomo demasiado en consideración las críticas del pueblo. Podemos soportar el fardo de esta idiota y de millares de gentes como ella. Este destino es una lección para nuestros alumnos."

Todas estas palabras se te dirigen para que soportes con paciencia a las personas de mal carácter.


jueves, 2 de marzo de 2023

Cuentos Sufís - JAQUE MATE

 Un pobre había caído en una extremada indigencia. Los tormentos de la miseria envenenaban su corazón. Un día dirigió esta plegaria a Dios: "¡Oh, Tú, ¡que oyes toda oración! Tú me has creado sin esfuerzo. Entonces, concédeme mi subsistencia sin que yo necesite preocuparme por ella. Tú has colocado cinco perlas en mi cabeza y cinco sentidos ocultos. Es imposible para mí enumerar los favores que me has concedido. ¡Concédeme también mi subsistencia!" Rezaba así, sin cesar, esperando que Dios lo escuchara. Pero, viendo transcurrir el tiempo, empezaba a dudar. Como se cansaba de rezar y se hundía en la desesperanza, Dios le sugirió: "Dios es El que rebaja y El que eleva. Todo lo que El emprende procede de eso. Mira la bajeza de la tierra y la altura del cielo. Mira los años, la mitad en la sequía y la mitad en el verdor. Mira el tiempo que se alarga de día y disminuye de noche. El mundo vuela con sus dos alas. Los hombres son de todos los colores, pero, en la tumba, todos se vuelven del mismo color." Nuestra subsistencia es un vino escanciado en una copa de oro. La subsistencia del perro es su comida en su escudilla. Hemos hecho que la multitud de los hombres se aficione al pan. Pero existen hombres que están ebrios del Amado. Puesto que tú estás satisfecho con tu naturaleza, ¿por qué intentas sustraerte a ella? Un día nuestro pobre tuvo un sueño mientras dormía. Pero los sufíes pueden soñar sin dormir. En su sueño oyó una voz de lo desconocido que le decía: "¡Oh, hombre infortunado! Ve a la papelería y busca allí un papel disimulado entre otros, de tal forma y de tal color. Ve a leerlo en un lugar apartado y evita cuidadosamente que alguien esté allí en el momento de esta lectura. Pero, si este secreto fuera desvelado alguna vez, no temas nada pues ningún otro, aparte de ti, podría aprovecharse de él. Y si sobreviene un retraso, ten paciencia y repite el versículo: “No perdáis la esperanza de la misericordia!» El pobre quedó tan contento con este mensaje que el mundo le pareció como encogido. Y si Dios no hubiese velado por él, no hay duda de que habría muerto por efecto de la emoción. Se trasladó apresuradamente a la papelería y se puso a seleccionar los papeles. Acabó, efectivamente, por encontrar el papel que se le había descrito en su sueño. Y se retiró a un lugar tranquilo para leerlo. Y esta lectura lo sumergió en el asombro: ¿cómo podía encontrarse el plano de semejante tesoro entre los artículos de la papelería? El pobre dijo entonces: "Dios es el protector de todo." Aunque El colmase los valles de oro y de plata, nadie podría aprovecharse de eso sin su permiso. Aunque leyeses millares de páginas, nada de ellas te quedaría sin Su voluntad. Sabe que el universo celeste es lo opuesto a la comprensión humana. Pues la mosca no puede intimar con la abubilla. En el papel se había escrito: "Fuera de la ciudad existe un edificio coronado por una cúpula. De espaldas a la ciudad, mira en dirección al lucero del alba. Ve allí, vuelve la espalda a la ciudad y eleva tu mirada hacia La Meca. Desde allí, tira una flecha y excava en el lugar en el que caiga." Lleno de ardor y alegría, nuestro hombre se apresuró a ejecutar puntualmente todo esto. Pero desgastó su pala y su pico sin que apareciese tesoro alguno. Lanzaba cada día una nueva flecha y excavaba un hoyo nuevo.

Aquello se había convertido en su trabajo diario y la gente de la ciudad se puso a hablar de estas curiosas actividades. Algunos, celosos, fueron a avisar el sultán. Cuando el pobre supo que el sultán había sido informado sobre su estado, decidió aceptar su destino y presentarse ante el sultán. Fue al palacio y, antes que lo torturasen, entregó el papel diciendo: "¡Tomad! No hay rastro alguno de tesoro. Es mucho mejor que sea un ocioso como el sultán el que se ocupe de este asunto. ¡Si encuentra un tesoro, que se lo guarde! El camino de la desesperanza es peligroso para la razón y se necesita amor para emprender ese camino." Y liberado así de sus enemigos celosos, se concentró más en su única pasión. El perro se cura su herida lamiéndose. Para quien conoce los tormentos del amor, no existe ningún otro amigo. Nadie más loco que un enamorado, pues la razón es ciega y sorda ante el amor. Es un tipo de locura muy particular y el médico nada puede hacer aquí. Si un médico cayese un día en semejante locura, lavaría sus libros de medicina con su propia sangre. Cuando rezaba, el pobre se volvía hacia su corazón y decía: "El hombre cosecha el equivalente de su esfuerzo." Aunque había rezado mucho tiempo sin recibir, perseveraba en sus plegarias pues, aunque no fuese escuchado, percibía una respuesta. Como tenía confianza en la generosidad divina, sus oídos oían: "¡Sí!" No llames a ese pájaro, porque vuela hacia ti. Su subsistencia está junto a ti. Aunque sube muy alto en el cielo, su pensamiento sigue estando vuelto hacia tu trampa. Yo estoy enfermo y Tú eres el hijo de María que me devolverá la salud. Esto es el grito que Él ha puesto en evidencia. ¡Oh, Dios mío! ¡No hagas aparente lo que está oculto! Como la flauta, tenemos dos bocas. Una de ellas está situada entre los labios y la otra se lamenta. Pero, si la flauta no conociera el favor de los labios, este universo no conocería el azúcar. Es preferible que José se quede en el fondo del pozo, pues sus hermanos están celosos. Yo estoy ebrio y querría lanzarme en medio de las querellas. ¿Qué es un pozo? Acabo de plantar mi tienda en medio del Sáhara. Ofréceme una copa de vino y mira el tamaño de mi embriaguez. Deja ahí a ese pobre que espera su tesoro, pues nosotros estamos ahogados en el océano de placer. ¡Oh, pobre! Refúgiate ante Dios, pero no esperes nada de un ahogado. ¡Oh, escanciador! Sirve una gran copa a ese hombre que me mira con reprobación. Yo conozco todo su juego: ¡Está jaque mate!