domingo, 30 de julio de 2023

Cuentos y fábulas de Buda - El mono que salvó a un pez

—¿Qué demonios estás haciendo —le pregunté al mono cuando lo vi sacar un pez del agua y colocarlo en la rama de un árbol.

—Estoy salvándolo de morir ahogado —me contestó el mono.

Si nos ponemos a reflexionar sobre este pequeñísimo relato, seguramente encontraremos que nos habla acerca de las consecuencias de nuestras "buenas intenciones". Pero en un sentido más profundo, también podría indicarnos que es necesario comprender y respetar el hecho de que cada uno debe vivir según las reglas de su propia naturaleza.

viernes, 28 de julio de 2023

Cuentos y fábulas de Buda - La taza de té

Cierta vez, el sabio Nan-in recibió a un vanidoso profesor universitario que lo visitaba para conocer sus enseñanzas.

Nan-in le sirvió té. Llenó la taza de su visitante y cuando la misma rebalsó, siguió vertiendo la infusión.

El profesor se quedó mirando cómo el líquido se derramaba y pensando que el sabio era un tonto. Finalmente no pudo contenerse:

—Está colmada —exclamó—. ¡Ya no cabe más!

—Como esta taza —dijo Nan-in—, usted está lleno de sus propias opiniones y prejuicios. ¿Cómo puedo mostrarle la verdadera sabiduría a menos que vacíe su taza antes?

sábado, 15 de julio de 2023

Cuentos y fábulas de Buda - El ladrón y la luna

Un hombre sabio vivía en una cabaña al pie de una montaña. Cierta noche, un ladrón entró en la choza, sólo para descubrir que allí no había nada que robar. El sabio volvió entonces y lo sorprendió.

—Tal vez hayas hecho un largo camino para visitarme —le dijo al ladrón—y no debes irte con las manos vacías. Por favor, acepta mi ropa como regalo.

El ladrón quedó desconcertado, tomó la ropa y se fue sin decir nada. El sabio, desnudo, se sentó a mirar la luna.

—Pobre hombre —pensó—. Ojalá pudiera darle esta hermosa luna.

miércoles, 12 de julio de 2023

Cuentos y fábulas de Buda - Sidharta y el cisne

Hace mucho tiempo, en India, vivían un rey y una reina.

Un día la reina tuvo un bebé. Lo llamaron Príncipe Siddhartha. El rey y la reina estaban muy felices.

Ellos invitaron a un sabio anciano para que fuera al reino a predecir la fortuna del niño.

―Por favor, dinos: dijo la reina al sabio anciano.

―¿Qué llegará a ser nuestro hijo?

―Vuestro hijo será un niño especial, le dijo,  Un día llegará a ser un gran rey.

―¡Viva! dijo el rey. ―Será un rey como y

―Pero, dijo el sabio, ―cuando el niño crezca, podría abandonar el palacio porque querrá ayudar a la gente.

―¡El no hará semejante cosa!‖ gritó el rey mientras le arrebataba al niño.

―¡El será un gran rey!

El príncipe Siddharatha creció en el palacio.

Todo el tiempo el rey lo observaba.

Se aseguró de que su hijo tuviera lo mejor de todo.

Quería que Siddhartha disfrutara la vida de un príncipe.

Quería que se convirtiera en rey

Cuando el Príncipe tuvo siete años su padre lo mandó a buscar.

―Siddhartha, le dijo, ―Un día serás rey, ya es tiempo de que comiences a prepararte. Hay muchas cosas que tienes que aprender. Aquí están los mejores profesores de la tierra. Ellos te enseñarán todo lo que necesitas saber.

―Daré lo mejor de mí, padre, contestó el príncipe

Cuando el Príncipe Siddhartha terminaba sus lecciones, le gustaba jugar en los jardines de palacio. Allí vivía toda suerte de animales: ardillas, conejos, pájaros y venados. A Siddhartha le gustaba observarlos. Podía sentarse a mirarlos tan quieto que a ellos no les daba miedo acercarse hasta él. A Siddhartha le gustaba jugar cerca del lago. Cada año, una pareja de hermosísimos cisnes blancos venía a anidar allí.

El los miraba detrás de los juncos. Quería saber cuántos huevos había en el nido. Le gustaba ver a los pichones aprender a nadar.

Una tarde Siddhartha estaba por el lago. Repentinamente escuchó un sonido sobre él. Miró hacia arriba. Tres hermosos cisnes volaban sobre su cabeza. ―Más cisnes, pensó Siddhartha, ―espero que se posen en nuestro lago. Pero justo en ese momento uno de los cisnes cayó del cielo.

―¡Oh, no! gritó Siddhartha, mientras corría hacia donde cayó el cisne.

―¿Qué ocurrió? Hay una flecha en tu ala‖, dijo. ―Alguien te ha herido. Siddhartha le hablaba muy suavemente, para que no sintiera miedo. Comenzó a acariciarlo con dulzura. Muy delicadamente le sacó la flecha. Se quitó la camisa y arropó cuidadosamente al cisne.―Estarás bien enseguida, le dijo.

―Te veré luego.

Justo, en ese momento, llegó corriendo su primo Devadatta. ―Ese es mi cisne, gritó.

―Yo le pegué, dámelo.―No te pertenece, dijo Siddhartha, ―es un cisne silvestre‖―Yo le fleché, así que es mío. Dámelo ya.―No, dijo Siddhartha.

―Está herida y hay que ayudarla.

Los dos muchachos comenzaron a discutir. ―Para, dijo Siddhartha. ―En nuestro reino, si la gente no puede llegar a un acuerdo, pide ayuda al rey. Vamos a buscarlo ahora. Los dos niños salieron en busca del rey. Cuando llegaron todos estaban ocupados.―¿Qué hacen ustedes dos aquí? preguntó uno de los ministros del rey. ¿No ven lo ocupados que estamos? Vayan a jugar a otro lugar. ―No hemos venido a jugar, hemos venido a pedirles ayuda. Dijo Siddhartha.

―!Esperen! llamó el rey al escuchar esto. ―No los corran. Están en su derecho de consultarnos. Se sentía complacido de que Siddhartha supiera cómo actuar. ―Deja que los muchachos cuenten su historia, dijo.

―Escucharemos y daremos nuestro juicio.Primero Devadatta contó su versión.

―Yo herí al cisne, me pertenece. Dijo. Los ministros asintieron con la cabeza. Esa era la ley del reino. Un animal o pájaro pertenecía a la persona que lo hería. Entonces Siddhartha contó su parte.

―El cisne no está muerto. Argumentó. ―Está herido pero todavía vive.

Siddhartha cuidó del cisne hasta que estuvo bien otra vez. Un día, cuando su ala sanó, lo llevó al río.―Es hora de separarnos, dijo Siddhartha.

Siddhartha y Devadatta miraron como el cisne nadó hacia las aguas profundas. En ese momento escucharon un sonido de alas sobre ellos.―Mira, dijo Devadatta, ―los otros han regresado por ella.

El cisne voló alto en el aire y se unió a sus amigos. Entonces todos volaron sobre el lago por una última vez.

―Están dando las gracias, dijo Siddhartha, mientras los cisnes se perdían hacia las montañas del norte.



domingo, 9 de julio de 2023

Cuentos y fábulas de Buda - Los discípulos le preguntaron al maestro

 —¿Por qué siempre nos cuentas cuentos pero nunca nos explicas su significado?

Y el maestro les respondió:

—¿Les gustaría que alguien les ofreciera fruta y la masticara antes de dársela?»

Este relato budista pertenece a una vasta tradición de cuentos breves, a menudo muy antiguos y que han sido utilizados para transmitir ciertas enseñanzas que se podrían inscribir en el orden de la sabiduría. Aún hoy, son cuentos que nos producen un resplandor interno al ser leídos o escuchados. Cuentos que nos dejan pensando. Cuentos que, a veces, recordamos en situaciones difíciles y pueden alumbrarnos algún camino diferente. Cuentos que sobreviven en el tiempo y ha llegado hasta nosotros por vía oral o por recopilaciones escritas.

viernes, 7 de julio de 2023

Cuentos y fábulas de Buda - UN CABELLO BLANCO EN LA CABEZA DEL REY

En un pasado muy lejano, la vida de la gente duraba muchísimos más años que en la actualidad. Disfrutaban de una vida de miles de años. En ese tiempo, el gran Ser Iluminado (el Buda, en una vida anterior) nació como hijo primogénito de un Rey y lo llamaron Makadeva. Su infancia se extendía por 84,000 años. Como adulto llegó a ser rey y en el tiempo de esta historia, su reino ya había durado 80,000 años.

Un día, Makadevadijo al barbero real: "Si encuentras un cabello blanco en mi cabeza, debes informarme enseguida." Naturalmente, el barbero lo prometió y siempre se fijó cuidadosamente.

Cuando pasaron otros 4,000 años, un día el rey fue a recortarse como de costumbre donde su barbero. Pero, ese día, el barbero descubrió un pequeño cabello blanco en la cabeza del rey. Entonces dijo: "Su Majestad, debo informarle que acabo de encontrar un cabello blanco en su cabeza." El rey contestó: "Si este es el caso, sácalo y pónmelo en la mano." El barbero, con la ayuda de su pinza dorada sacó el cabello blanco y lo colocó en la mano del rey.

En ese tiempo, al rey todavía le restaban por lo menos otros 84,000 años para vivir su vejez. Mirando ahora este cabello blanco en su mano, se asustó mucho pensando en la muerte. Inevitablemente debía morir muy pronto y se sentía como alguien atrapado en una casa en llamas. Tenía mucho temor y el sudor frío le corría por la espalda. Entonces, el Rey Makadevapensó: " He desperdiciado toda esta larga vida en cosas futilesy ahora la muerte se está acercando. No he hecho ningún intento para acabar con la codicia, la envidia, el odio y la ignorancia, ni me he interesado en aprender la verdad detrás de las apariencias para adquirir sabiduría."

Ponderando su situación, su cuerpo se sentía como en medio de llamas y el sudor corría desde la cabeza hasta los pies. Entonces, con gran determinación, el rey decidió renunciar a su reino y ordenarse como monje para practicar la meditación.

Con este pensamiento en mente, recompensó al barbero con una gran suma de dinero que le permitía vivir cómodamente durante el resto de su vida.

Luego, el rey llamó a su hijo mayor y dijo: "Mi hijo, estoy llegando a la vejez; ya encontré un cabello blanco. Disfruté los placeres mundanos, las riquezas y el poder ampliamente. Cuando muera quiero renacer en un reino celestial para estar entre los dioses.

Por eso he tomado la decisión de renunciar y ordenarme como monje.

Ahora te toca ti la responsabilidad de gobernar el país. En adelante viviré la vida de un monje en el bosque."

Cuando los ministros y el resto de la corte se enteraron de esta decisión, enseguida se presentaron delante del rey y preguntaron: "Majestad, ¿qué le está pasando, por qué quiere de pronto renunciar y ordenarse como monje?" El rey, con su cabello blanco en la mano, contestó:

"Estimados ministros y ayudantes, mi di cuenta que este cabello blanco me enseñó que las tres etapas de la vida -juventud, adultez y vejez -llegan a su final.

Este cabello, mensajero de la muerte, se encontró en mi cabeza. Cabellos como estos son como ángeles enviados por el dios de la muerte. Por lo tanto, llegó el tiempo para renunciar y ordenarme como monje."

Todo el pueblo lloró cuando el Rey Makadevaabandonó de su reino y salió al bosque para aceptar la vida de un monje.

En el bosque él practicó los llamados "Cuatro Estados Celestiales de la Mente", que incluyen la benevolencia amorosa con todos los seres, la compasión hacia todos los que sufren, la alegría por el bienestar de otros y la ecuanimidad en todas las situaciones y dificultades, manteniendo la mente en equilibrio y calma.

Después de 84,000 años de grandes esfuerzos en la meditación, practicando estos estados mentales sublimes y llevando la vida de un monje, el Bodhisattvao gran Ser Iluminado, murió. Renació en un elevado reino celestial donde vivió feliz durante un millón de años.

DEBEMOS APRENDER: AUN UNA VIDA LARGA ES DEMASIADA CORTA CUANDO ES DESPERDICIADA.

martes, 4 de julio de 2023

Cuentos y fábulas de Buda - EL PRÍNCIPE GAMANI El Valor de los Consejos Sabios de un Maestro

En el pasado había un rey que tenía cien hijos. El más joven y último en la sucesión era el Príncipe Gamani. Tenía un carácter emprendedor, paciente y amable.

Para educar e instruir a cada príncipe, el rey le asignó un maestro. El PrincipeGamani, aunque era el último en la sucesión, tuvo la suerte de recibir el mejor maestro. Tenía más sabiduría que los demás y trató al príncipe como un padre trata a su hijo. A su vez, el Príncipe Gamaniquería mucho a su maestro, lo trataba siempre con gran respeto y obedecía a todos sus mandados.

En aquél tiempo y según la costumbre, el rey envió a cada uno de los príncipes a una de las provincias del país para que pudiera entrenarse en el arte de gobernar y en el trato con la gente. Cuando el Príncipe Gamanillegó a la edad para ser enviado, fue a ver a su maestro para preguntarle cuál de las provincias debía escoger. El maestro le aconsejó: "No te conviene irte a ninguna provincia. En su lugar, dile a tu padre si él envía a su hijo heredero número cien a una provincia, entonces no le quedará ninguno para servirle en la ciudad."

El Príncipe Gamaniobedeció a su maestro y se quedó en la ciudad para complacer a su padre con afecto y lealtad. Después de un tiempo, el príncipe volvió a ver a su maestro y le preguntó: "¿Cuál es la mejor manera para servir a mi padre y al pueblo de la capital?―El sabio maestro le contestó: ― Pídale al rey ponerte a cargo de las finanzas para recolectar los pagos e impuestos y distribuir las ganancias y beneficios entre la gente.

Si lo acepta, entonces haz tu trabajo con honestidad y rectitud, mostrando siempre buena disposición y amabilidad para con la gente."

El príncipe siguió el consejo de su maestro. Como el rey confiaba en su hijo, estaba feliz de encargarlo de esas funciones. Cada vez que el príncipe salió para la difícil tarea de recolectar los pagos e impuestos, actuó con amabilidad, rectitud y apegado a la ley. Cada vez que distribuyó alimentos y medicinas a los pobres, se mostró generoso y cordial. En poco tiempo el príncipe Gamanise ganó el respeto y la admiración de toda la gente.

Entonces, la vida del rey se acercó a su fin. Sus ministros se juntaron alrededor de su lecho y preguntaron cuál de sus hijos debía heredar el trono.

El rey dijo que como todos sus cien hijos tenían el mismo derecho, sería mejor que el mismo pueblo escogiera al príncipe que debía ser su próximo rey.

Después que el rey murió, todos los ciudadanos eligieron a Gamani, el príncipe número cien, como sucesor de su padre. Debido a su bondad y nobleza le coronaron como Rey Gamaniel Recto.

Cuando sus noventa y nueve hermanos se enteraron, se sintieron muy mal, ya que todos eran mayores. Lleno de rabia y envidia se prepararon para pelear. Enviaron un mensaje al Rey Gamani, diciendo: "Todos tus hermanos somos mayores que tu. Los países vecinos se van a reirde nosotros si aceptamos que el príncipe número cien sea el que gobierne.

Es mejor que abandones el trono o te lo quitaremos por la fuerza."

Después de recibir este mensaje, el Rey Gamanise lo enseñó a su maestro y le pidió su orientación.

En verdad, este honorable maestro era la encarnación de un Ser Iluminado y le aconsejó con gran sabiduría:.

"Comunícales que no vas a pelear contra tus hermanos y que no les darás la oportunidad de matar a las gentes inocentes del pueblo que amas.

Diles que en lugar de pelear decidiste repartir las riquezas del reino entre todos los cien príncipes.

Entonces, mándales a cada uno la parte que le pertenece."

Nuevamente, Gamaniaceptó el consejo de su maestro y dividió el tesoro del rey entre cien.

Mientras tanto, cada uno de los noventa y nueve príncipes trajo su pequeño ejército para atacar a la capital. Cuando recibieron el mensaje de Gamani, junto con sus respectivas porciones del tesoro real, se juntaron para decidir qué hacer. Al ver que luego de dividir el tesoro real cada una de las cien partes era tan pequeña que no servía de nada. Por lo tanto, no querían aceptar que se dividiera. De igual modo, se dieron cuenta de que si pelearían en contra del Rey Gamaniy dividieran el reino entre ellos, a cada uno le tocaría una porción muy insignificante que cualquier vecino enemigo se la quitaría con facilidad. De este modo, todo el reino se perdería y ninguno de ellos podría beneficiarse. Finalmente, decidieron devolver su porción del tesoro real como ofrenda de paz y aceptaron el reinado de Gamani.

Muy contento, Gamaniinvitó a sus hermanos al palacio para celebrar la paz y la unidad. Los atendió de la manera más noble y generosa y los trató con gran fraternidad y cortesía. De este modo, el rey y sus noventa y nueve hermanos llegaron a hacerse los mejores amigos y prometieron siempre apoyarse mutuamente.

Esto llegó a conocerse en todos los países vecinos y nadie jamás se atrevió a atacar el territorio de Gamaniy sus noventa y nueve hermanos.

Luego de unos meses, cada uno de los hermanos retornó contento y en paz a su respectiva provincia.

Entonces, el Rey Gamaniinvitó a su viejo maestro al palacio para agradecerle su ayuda. Le colmó de riquezas y de regalos. Preparó una gran fiesta en su honor y dijo a los señores de la corte: "Yo era el número noventa y nueve entre cien príncipes. Todo mi éxito lo debo a los sabios consejos de mi generoso maestro. ¡Ojalá todos sigan las recomendaciones de sus maestros sabios para experimentar gran felicidad y prosperidad en su vida! En nuestro caso, incluso debemos la unidad y la fuerza de nuestro reino a mi querido maestro."

El reino prosperó ampliamente bajo las reglas generosas y justas del Rey Gamaniel Recto.

DEBEMOS APRENDER: LAS RECOMPENSAS SE MULTIPLICAN CUANDO UNO SE ATIENE A LOS CONSEJOS DE UN MAESTRO SABIO.