UN MENSAJE LETAL
¿Quién puede entender este mensaje? Este es un mensaje que apunta a la destrucción del buscador, a la aniquilación del que quiere respuestas.
Este mensaje es la muerte. ¿Y quién quiere realmente morir?
Precisamente por ello, este mensaje se rechaza con tanta frecuencia. Nadie quiere escuchar que todo lo que cree ser, todas sus esperanzas, sus sueños, sus ambiciones y sus logros; todas sus llamadas experiencias pasadas y todo lo que considera parte de su “vida” no es más que una ilusión, un relato, un sueño, un juego, una danza de la conciencia que se despliega ahora. Todo eso no e más que pensamiento. Y quizá ni eso siquiera.
¿Quién quiere escuchar ese mensaje?
Tú no puedes escuchar ese mensaje, porque tú no puedes entenderlo ni “alcanzarlo”.
La mente no puede aniquilarse a sí misma. La mente no puede ver más allá de sí misma. Todo intento de “entender” mentalmente este mensaje es sólo un intento de la mente de “acabar” consigo misma.
Pero, ¿realmente quieres morir? Por supuesto que no. Lo que crees ser, es una lucha contra la muerte y contra la impermanencia, la búsqueda de algo que es obvio, sencillo y presente. Lo que “tú” crees
ser, te proporciona cierta noción de permanencia, te hace sentir que la historia de tu vida se extiende desde el pasado hasta el futuro y proporciona consuelo ante un mundo aparentemente terrible.
Pero, ¿qué realidad tiene todo eso? La “historia de mi vida” es una historia que se despliega ahora. “Mi pasado y mi futuro” son pensamientos que emergen ahora. Esa es toda la realidad que posee lo
que crees ser. Por ello se dice que esta vida es un mero juego de apariencias. Parece que existe un individuo, pero cuando lo consideramos con más detenimiento, aquí no hay absolutamente nadie.
Pero tampoco vamos a negar las apariencias, porque sólo una apariencia negaría las apariencias…
Sí, este mensaje es la muerte, pero en esa muerte también hay vida, por
que la vida jamás está separada de la muerte.
Todo esto puede sonar muy fuerte y muy conceptual. Pero lo que estás simples palabras tratan de hacer (sin conseguirlo jamás) es señalar lo absolutamente evidente: sólo existe esto. Eso es, realmente, lo que quiero decir: sólo existe esto.
Ahora mismo, todo lo que crees ser se ha desvanecido ya en la memoria y, en cierto sentido, ya estás muerto. Pero también hay una vida aparente. Vida y muerte. Realmente ninguna diferencia.
lunes, 26 de septiembre de 2016
martes, 20 de septiembre de 2016
Cuentos Sufís. Rumi.
Un
beduino viajaba, montado en un camello cargado de trigo. En el camino encontró
a un hombre que le hizo mil preguntas sobre su país y sus bienes.
Después
le preguntó en qué consistía la carga de su camello.
El
beduino mostró los dos sacos que colgaban a una y otra parte de la silla de
su montura:
"Este
saco está lleno de trigo y este otro de arena."
El
hombre preguntó:
"¿Hay
alguna razón para cargar así tu camello con arena?"
El
beduino:
"No.
Es únicamente para equilibrar la carga."
El
hombre dijo entonces:
"Hubiese
sido preferible repartir el trigo entre los dos sacos. De ese modo, la
carga de tu camello habría sido menos pesada.
¡Tienes
razón! exclamó el beduino, eres un hombre con una gran agudeza de
pensamiento. ¿Cómo es que vas así a pie? Monta en mi camello y dime: siendo
tan inteligente ¿no eres un sultán o un visir? -No soy ni visir ni sultán, dijo
el hombre. ¿No has visto mi vestimenta?"
El
beduino insistió:
"¿Qué
clase de comercio practicas? ¿Dónde está tu almacén? ¿Y tu casa? -No tengo ni
almacén ni casa, replicó el hombre.
-
¿Cuántas vacas y camellos posees? - ¡Ni uno solo!
-Entonces
¿cuánto dinero tienes? Porque gozas de una inteligencia tal que podría,
como la alquimia, transformar el cobre en oro.
-Por
mi honor, ni siquiera tengo un trozo de pan que comer. Voy con los pies
descalzos, vestido de harapos, en busca de un poco de comida. Todo lo que sé,
toda mi sabiduría y mi conocimiento, ¡todo eso no me trae más que dolores de
cabeza!"
El
beduino le dijo entonces:
"¡Márchate!
¡Aléjate de mí para que la maldición que te persigue no recaiga sobre
mí! Déjame irme por ese lado y toma tú la otra dirección. Más vale equilibrar
el trigo con arena que ser tan sabio y tan desventurado. Mi idiotez es sagrada
para mí. ¡En mi corazón y en mi alma está la alegría de la certeza!"
jueves, 15 de septiembre de 2016
Alejandro Jodorowsky - Cabaret Mistico
Un símbolo no concede un mensaje preciso, actúa como un espejo que reflejael nivel de Consciencia del buscador. En el cristianismo no hay una sola cruz, sino infinitas: para unos es un objeto de tortura, para otros el cruce del espacio y el tiempo, el árbol de la vida, el signo más, etc. Los textos sagrados pueden originar múltiples comentarios; esto lo saben muy bien los cabalistas, que extraen de la Biblia
caprichosas revelaciones. Varias generaciones de psicoanalistas han encontrado enseñanzas en los sueños y en los cuentos de hadas. Entonces, me dije que no hay, en sí, textos sagrados: lo sagrado lo otorga el lector. La verdad no está en un libro sino en el espíritu de quien, usando como apoyo el símbolo, descubre en las profundidades de su ser ese misterio esencial que es su genuino Maestro. Si es así, ¿por qué no ir a buscar la sabiduría en el arte literario más humilde de .todos?: el chiste. ¿Por qué no tratar estos cuentecillos como si fueran textos iniciáticos? Son anónimos, tienen por finalidad provocar la risa sanadora, hunden sus raíces en el inconsciente, transportan un sentido crítico y una filosofía natural... Comencé por éste:
La inquilina de un gran inmueble va a la clínica a visitar a la conserje del edificio, que acaba de
parir.
-Si me lo permite -dice asombrada la inquilina-, le voy a hacer una pregunta indiscreta: es usted soltera, ¿verdad?
-En efecto -responde la conserje.
-¿Y quién es el feliz papá de este nene?
-Sobre eso -contesta la conserje- no sé nada en absoluto. ¡Usted sabe perfectamente que, cuando limpio las escaleras, estoy demasiado ocupada como para darme la vuelta en cada ocasión!
Comparé este chiste con una historia del sabio idiota Mulá Nasrudín, considerada por ciertos maestros sufíes como iniciativa: Mulá Nasrudín, sentado a la sombra, mira el camino en tanto que su mujer, sentada a su lado pero vuelta de espaldas, mira hacia el otro lado. De pronto, ella comenta a su marido:
-¡Cuánta belleza! Hay muchos pájaros y las nubes son maravillosas. ¡Es un paisaje espléndido!
-Te equivocas, como de costumbre. ¡Es un paisaje triste: por mi lado no hay nubes ni pájaros!
-gruñe Nasrudín.
El hombre no hace el menor esfuerzo por mirar hacia el lado de su mujer, se limita a ver su mundo. Del mismo modo, la conserje no presta ninguna atención a lo que ocurre a sus espaldas. Ambos se ocupan exclusivamente de su limitado punto de vista, y lo que sucede a su alrededor no les concierne. Sin embargo, sufren las consecuencias de ello.
¿Cuál es la dimensión del mundo de una conserje que limpia las escaleras y se encuentra encinta porque no se da la vuelta? ¿Cuál es la dimensión de nuestro mundo? ¿Somos capaces de ver «la realidad» desde diferentes puntos de vista o nos enfrascamos en uno solo creyendo que los otros no existen? En esta sociedad donde hemos perdido el significado profundo de la tradición religiosa y donde Dios representa un complemento infantil que se nos inculca en nuestros primeros años de vida,
¿podemos describir a esa divinidad de la cual solemos hablar? ¿Cómo la vemos? ¿Qué representa para nosotros? Al describir a Dios no hago otra cosa que describir mi realidad. Si Dios existe en alguna parte, está aquí. Si el infierno existe, también está aquí. Todo lo que no está aquí no está en ninguna parte. Todo lo que es, sólo existe en este instante. Entonces, ¡si en este instante todo está presente, debo sentir lo que
es el instante para mí, con su tiempo, su espacio y su posible creador! Si Dios no existe, debo inventario. Y si soy incapaz de ello, ¿en qué principio se basa mi realidad? ¿Cuál es la energía que la rige y qué consecuencias extraigo de ello? Nos dan ganas de preguntar a la conserje del chiste: «¿Quién es el bebé que llevas en el vientre? De una u otra manera te vas a encontrar con que estás encinta de un producto del que no percibes toda la realidad, con que no te das la vuelta, con que no concibes lo que el otro piensa. Tú no imaginas casi nada, ni los millones de
millones de años del pasado ni los millones de millones de años del futuro, ni la extensión infinita de la materia ni la Conciencia sin límites que ésta encierra. ¿Dónde te sitúas? ¿Cuál es tu verdadera realidad? ¿Y si llamaras a tu bebé Dios interior».
El primer paso que debemos dar para ampliar nuestra mirada hasta más allá de todos los horizontes, es inventar al Dios interior; un Dios que es diferente de aquel otro, ubicado en los cielos, impensable, inalcanzable.
caprichosas revelaciones. Varias generaciones de psicoanalistas han encontrado enseñanzas en los sueños y en los cuentos de hadas. Entonces, me dije que no hay, en sí, textos sagrados: lo sagrado lo otorga el lector. La verdad no está en un libro sino en el espíritu de quien, usando como apoyo el símbolo, descubre en las profundidades de su ser ese misterio esencial que es su genuino Maestro. Si es así, ¿por qué no ir a buscar la sabiduría en el arte literario más humilde de .todos?: el chiste. ¿Por qué no tratar estos cuentecillos como si fueran textos iniciáticos? Son anónimos, tienen por finalidad provocar la risa sanadora, hunden sus raíces en el inconsciente, transportan un sentido crítico y una filosofía natural... Comencé por éste:
La inquilina de un gran inmueble va a la clínica a visitar a la conserje del edificio, que acaba de
parir.
-Si me lo permite -dice asombrada la inquilina-, le voy a hacer una pregunta indiscreta: es usted soltera, ¿verdad?
-En efecto -responde la conserje.
-¿Y quién es el feliz papá de este nene?
-Sobre eso -contesta la conserje- no sé nada en absoluto. ¡Usted sabe perfectamente que, cuando limpio las escaleras, estoy demasiado ocupada como para darme la vuelta en cada ocasión!
Comparé este chiste con una historia del sabio idiota Mulá Nasrudín, considerada por ciertos maestros sufíes como iniciativa: Mulá Nasrudín, sentado a la sombra, mira el camino en tanto que su mujer, sentada a su lado pero vuelta de espaldas, mira hacia el otro lado. De pronto, ella comenta a su marido:
-¡Cuánta belleza! Hay muchos pájaros y las nubes son maravillosas. ¡Es un paisaje espléndido!
-Te equivocas, como de costumbre. ¡Es un paisaje triste: por mi lado no hay nubes ni pájaros!
-gruñe Nasrudín.
El hombre no hace el menor esfuerzo por mirar hacia el lado de su mujer, se limita a ver su mundo. Del mismo modo, la conserje no presta ninguna atención a lo que ocurre a sus espaldas. Ambos se ocupan exclusivamente de su limitado punto de vista, y lo que sucede a su alrededor no les concierne. Sin embargo, sufren las consecuencias de ello.
¿Cuál es la dimensión del mundo de una conserje que limpia las escaleras y se encuentra encinta porque no se da la vuelta? ¿Cuál es la dimensión de nuestro mundo? ¿Somos capaces de ver «la realidad» desde diferentes puntos de vista o nos enfrascamos en uno solo creyendo que los otros no existen? En esta sociedad donde hemos perdido el significado profundo de la tradición religiosa y donde Dios representa un complemento infantil que se nos inculca en nuestros primeros años de vida,
¿podemos describir a esa divinidad de la cual solemos hablar? ¿Cómo la vemos? ¿Qué representa para nosotros? Al describir a Dios no hago otra cosa que describir mi realidad. Si Dios existe en alguna parte, está aquí. Si el infierno existe, también está aquí. Todo lo que no está aquí no está en ninguna parte. Todo lo que es, sólo existe en este instante. Entonces, ¡si en este instante todo está presente, debo sentir lo que
es el instante para mí, con su tiempo, su espacio y su posible creador! Si Dios no existe, debo inventario. Y si soy incapaz de ello, ¿en qué principio se basa mi realidad? ¿Cuál es la energía que la rige y qué consecuencias extraigo de ello? Nos dan ganas de preguntar a la conserje del chiste: «¿Quién es el bebé que llevas en el vientre? De una u otra manera te vas a encontrar con que estás encinta de un producto del que no percibes toda la realidad, con que no te das la vuelta, con que no concibes lo que el otro piensa. Tú no imaginas casi nada, ni los millones de
millones de años del pasado ni los millones de millones de años del futuro, ni la extensión infinita de la materia ni la Conciencia sin límites que ésta encierra. ¿Dónde te sitúas? ¿Cuál es tu verdadera realidad? ¿Y si llamaras a tu bebé Dios interior».
El primer paso que debemos dar para ampliar nuestra mirada hasta más allá de todos los horizontes, es inventar al Dios interior; un Dios que es diferente de aquel otro, ubicado en los cielos, impensable, inalcanzable.
domingo, 11 de septiembre de 2016
"Tú corazón es libre"
Toma consejo
en el vino, pero decide con agua después.
Todos ven lo
que aparentas, pero pocos ven lo que realmente eres.
Un amigo viene
a tiempo, los demás, cuando tienen tiempo.
No se puede
separar la paz de la libertad, porque nadie puede estar en paz consigo mismo si
no es libre .
Un pesimista
es un hombre que, cuando huele flores, busca un ataúd alrededor.
No tengas
miedo a dar un gran paso… un precipicio no se pasa a saltitos.
Si lloras por
haber perdido el Sol, las lágrimas te impedirán ver las Estrellas.
No sueñes tu
vida, vive tu sueño.
No te empeñes
en ser conocido, sino en ser alguien que merezca la pena conocer.
Cuando
pierdas, no te fijes en lo que has perdido, sino en lo que te queda por ganar.
Hay silencios
que lo dicen todo y palabras que no dicen nada.
Expresa lo que
tu corazón siente y no lo que tu mente te hace imaginar...
La sonrisa es
el único virus que no hace daño al alma.
Se cree en la
sangre que corre, y se duda de las lágrimas que caen.
En esta vida
ama, perdona y olvida. Hoy te lo dice una AMISTAD, mañana te lo dirá la vida.
En algo tan
pequeño como una lagrima, cabe algo tan grande como un sentimiento.
No hagas nada
hoy que comprometa tu mañana.
Tal vez ya has
oído estos pensamientos pero hoy, quise
compartirlos contigo.
sábado, 3 de septiembre de 2016
"Reflexiones" - Jeff Foster
El amor es otra palabra para el campo abierto del ser en el que el árbol del "yo" se arraiga y crece.
Este árbol limitado "yo" no puede encontrar nunca, poseer o capturar el amor que realmente busca y anhela, no con toda la lucha y el esfuerzo en el mundo. No importa lo mucho que el árbol se perfecciona a sí mismo como un árbol, siempre y cuando ve a sí misma como "algo que crece en el campo", será siempre mucho para la unión y liberación.
Hasta que un día, agotado por la búsqueda y el sufrimiento, que finalmente recuerda que nunca
olvidó sus raíces siempre lo que tenían sus raíces.
Nunca alcanzamos el amor, o encontramos, sólo recordamos ...
Este árbol limitado "yo" no puede encontrar nunca, poseer o capturar el amor que realmente busca y anhela, no con toda la lucha y el esfuerzo en el mundo. No importa lo mucho que el árbol se perfecciona a sí mismo como un árbol, siempre y cuando ve a sí misma como "algo que crece en el campo", será siempre mucho para la unión y liberación.
Hasta que un día, agotado por la búsqueda y el sufrimiento, que finalmente recuerda que nunca
olvidó sus raíces siempre lo que tenían sus raíces.
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