martes, 2 de abril de 2024

Meditaciones - Marco Aurelio

Lo mismo que decimos: Asclepios ha ordenado al enfermo montar a caballo, tomar baños fríos o andar descalzo, podemos decir también de la naturaleza del universo: que ha ordenado a tal o cual individuo una enfermedad, un padecimiento, una pérdida sensible u otra cosa análoga. En efecto, en el primer caso, la frase «ha ordenado» significa verdaderamente: el médico ha puesto en orden los medios adecuados para reestablecer la salud del enfermo, y en el segundo caso significa también que la Naturaleza ha puesto lo que a cada uno de nosotros nos sucede en el orden que conviene a la existencia universal, y decimos «convenía» en el sentido de esta palabra empleado por los arquitectos cuando dicen que las piedras de sillería son a propósito para un muro o una pirámide, porque se adaptan bien las unas con las otras para formar un conjunto. En suma, solo hay una armonía; y así como el conjunto de todos los cuerpos forma el mundo entero tal como existe, del mismo modo el juego de todas las causas produce un efecto particular que se llama destino.
Lo que estás diciendo ahora, hasta los más ignorantes lo conciben. ¿Acaso no dicen estos: «Su destino lo ha querido», es decir, la coordinación inmutable de las cosas? Acojamos, pues, lo que nos sucede como acogemos las órdenes de los médicos. Hay, en efecto, muchas cosas desagradables en lo que estos ordenan, y, sin embargo, nos sometemos a ello voluntariamente, con la esperanza de vernos curados. Ejecuta y cumple, como si se tratara de tu salud, aquello que la Naturaleza ha creído conveniente. Es preciso, pues, someterse gustoso a todo lo que te sobrevenga, desde luego, porque ha sido destinado para ti, coordinado para ti y que te pertenece en cierto modo por estar relacionado allá arriba con tu existencia por una sucesión de causas que desconoces, y la segunda, porque lo que corresponde a cada uno en particular contribuye al éxito de las miras del ser superior que gobierna todas las cosas, dando a estas perfección y consistencia. El gran Todo se vería mutilado si pudieras sustraerle una parte solamente de las que lo constituyen, solo una causa de las que aseguran su continuidad; luego, cuando soportas con dificultad algún accidente considerándolo en cierto modo fuera del orden natural, es como si hicieras esa sustracción.

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