La paz no está en la húmeda frescura
de los bosques ni en la imponente cima de las montañas ni en el recogido
interior de las cuevas.
La paz que buscas se encuentra en el
mismo lugar en el que habitan tu agitación y tu sufrimiento.
No te angusties tratando de
encontrar la paz. Cuando tu corazón esté listo, ella vendrá a buscarte a ti.
Sobre el aferramiento se expresa con dureza;
pues, si nos descuidamos, hasta del Dharma podemos sentir apego. Dice:
Quedarse atrapado en la serenidad
que produce la meditación, es peor que atascarse en el pantano de la inquietud.
Porque de la cárcel de la confusión
todos queremos escapar; en cambio, la calma de la tranquilidad interior puede
producir un terrible apego.