Durante las cuatro últimas décadas
se ha escrito mucho sobre el papel de la mente en la salud. Nuestras actitudes
tienen un papel importantísimo en la creación y la destrucción de la salud
corporal. La depresión, por ejemplo, no sólo afecta a la capacidad para sanar,
sino que deteriora directamente el sistema inmunitario. El enfado, la amargura,
la rabia y el resentimiento obstaculizan el proceso de curación, cuando no lo
impiden totalmente. La voluntad de sanar tiene un enorme poder, y sin ese poder
interior una enfermedad suele salirse con la suya. Gracias a esta nueva forma
de entender, el poder de la conciencia está recibiendo un lugar oficial en el
modelo médico de la salud y la enfermedad.
Es sorprendente cuántas personas
reconocen que la experiencia de una enfermedad las motivó a dirigir su atención
hacia el interior y a examinar atentamente sus actitudes y estilo de vida.
Todas describen esencialmente el mismo proceso de recuperación: el viaje desde
la mente personal hacia la mente impersonal.
La curación exige la unión de la
mente y el corazón, y por lo general es la mente la que debe ajustarse a los
sentimientos, que con mucha frecuencia no hemos respetado en nuestras
decisiones cotidianas.
Un aspecto de tomar conciencia es
vivir en el momento presente y apreciar cada día. La verdad de que un espíritu
poderoso es capaz de sanar un cuerpo enfermo, de que la mente impersonal ejerce
autoridad sobre la experiencia personal. Una y otra vez he sido testigo de que
la curación es cuestión de tomar conciencia, no de la enfermedad, sino de la
fuerza vital que antes nunca se ha abrazado.
ANATOMIA DEL ESPIRITU - La curación del cuerpo, llega a través del alma.
Caroline Myss
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