¡Mira! ¡Y observa cómo suben a la superficie los
garbanzos que hierven en la olla cuando son vencidos! Se les ve agitarse sin
cesar en la olla y se dicen:
"¿Por qué nos han comprado? ¿Para torturarnos
haciéndonos hervir así?"
Y el cocinero, removiendo la olla con su cucharón,
les responde:
"¡Mi objeto es coceros! Estáis crudos y tenéis
que estar cocidos por el fuego de la separación para que toméis sabor. Sólo así
podréis mezclaros con el alma.
Esta cocción no tiene la finalidad de torturaros.
Mientras estabais en el huerto,
absorbisteis agua y os volvisteis verdes. ¡Esta
bebida que habéis recibido y vuestra floración, todo eso estaba destinado al
fuego!"
Los garbanzos replican:
"Si es así, ¡oh, maestro! ¡ayúdanos para que
estemos bien hervidos! En este hervor en el que estamos, tú eres nuestro
arquitecto. Golpea nuestras cabezas con tu cucharón si eso es bueno. Golpea nuestras
cabezas para que no seamos rebeldes como un elefante que sueña con la
India."
El cocinero:
"También yo era como vosotros: un trozo de
tierra. Pero, combatiendo este fuego, he adquirido valor. También yo he hervido
en la olla de este mundo y en la olla de mi cuerpo. Por estas dos cocciones me he
acercado a la significación verdadera. Así es como he adquirido un espíritu. ¡Yo
me he convertido en un espíritu, pero a ti hay que cocerte una vez más si
se quiere que escapes a tu estado animal!"
¡Mejor pide a Dios que te haga comprender el sentido de sus sutilezas!