Un derviche, retirado en su celda, tuvo un sueño una noche. Vio una perra que estaba preñada y oyó los ladridos de los perrillos. Aquello le pareció muy extraño.
"¿Cómo pueden
ladrar esos perrillos incluso antes de haber nacido? Se preguntó. ¡Nadie en
este bajo mundo ha oído nunca hablar de una cosa semejante!"
Al despertarse, su estupefacción no hizo sino aumentar. Y como estaba solo en su celda y nadie podía ayudarle a aclarar este misterio, se dirigió a Dios:
"¡Oh, Señor!
¡Estoy pasmado ante este enigma!"
Del mundo de lo
desconocido llegó esta respuesta:
"Ese sueño es
la representación del discurso de los ignorantes. Pues ellos hablan cuando aún
no han salido de los velos que los rodean. Sus ojos están cerrados y charlan
inútilmente. Es tan vano como el ladrido de un perrillo en el vientre de su
madre. Ladra, pero ni siquiera sabe qué es la caza ni qué es estar vigilando.
Aún no ha visto ni lobo ni ladrón."
El deseo de
ponerse en primer plano, ciega a los ignorantes y sus palabras son temerarias.
Describen la luna sin haberla visto y venden aire a sus clientes.
Busca clientes que
te busquen realmente. No te preocupes de uno cualquiera de ellos. ¡Porque es
malo estar enamorado de dos amadas!
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