Te encuentras en el proceso de convertirte en tu mejor amigo, en la persona con quien más te alegra estar.
sábado, 29 de abril de 2023
Pensamientos de corazón - Merezco amor
jueves, 27 de abril de 2023
Pensamientos de corazón - AMOR - Uno de los beneficios que obtienescuando te amas es que te sientes bien.
Tenemos tanto amor en este mundo, y tenemos tanto amor en nuestro corazón... y a veces lo olvidamos, pensamos que no hay bastante, o apenas un poquito. Entonces, atesoramos lo que tenemos y nos da miedo dilapidarlo. Nos da miedo dejarlo salir. Pero aquellos de nosotros que estamos dispuestos a aprender, nos damos cuenta de que cuanto más amor dejamos salir de nuestro interior, más amor tenemos y más amor recibimos. El amor es interminable e intemporal, es realmente la fuerza curativa más poderosa que hay. Sin amor no podríamos sobrevivir, simplemente. Si a los bebés no se les da amor y afecto, se apagan y mueren. La mayoría de nosotros pensamos que podemos sobrevivir sin amor, pero eso no es cierto. El amor por nosotros mismos es el poder que nos sana. Ámate tanto como puedas
martes, 25 de abril de 2023
Cuentos Sufís - ALIENTO, PACIENCIA, SILENCIO
Antes de morir, un hombre reunió a sus tres hijos y les dijo:
"Que el más
sabio de vosotros herede todos mis bienes, oro o plata."
Después de haber
pronunciado estas palabras en presencia de sus hijos y del juez, bebió la
pócima de la muerte. Los tres hijos se volvieron entonces hacia el juez y le
dijeron:
"¡Somos tres
huérfanos dispuestos a respetar las últimas voluntades de su padre!"
El juez reflexionó
un instante y dijo:
"¡Que cada
uno de vosotros me cuente una historia para que yo pueda juzgar sobre su
madurez! O, si no, decidme qué virtud particular tenéis."
El primero dijo:
"¡Yo conozco
a un hombre tan pronto como habla y, si se calla, me bastan tres días para
formar juicio sobre él!"
El segundo dijo:
"Si alguien
me habla, comprendo lo que dice y si no habla, ¡lo obligo a hacerlo!
-Sí, dijo el juez,
pero ¿y si es testarudo y se obstina en callar?"
El tercer hijo
dijo entonces:
"Yo observo
mi aliento y permanezco silencioso. ¡Utilizo la paciencia como una escala para
subir a la cima de la dicha”
viernes, 21 de abril de 2023
Cuentos Sufís - EL JUEZ EN EL BAÚL
Había un hombre llamado Yuha que era muy pobre. Un día, cansado de su penuria, dijo a su mujer, que era muy hermosa:
"Tus cejas
son como un arco y tus hoyuelos como flechas. Es preciso que vayas a cazar.
Ceba al pájaro con grano, pero no lo dejes apoderarse de él. Se te ha dado tu
belleza con el fin de que la utilices para cazar."
La mujer fue
directamente a casa del juez y se quejó a él de su marido y de sus
proposiciones. El juez, al ver aquella bella demandante, tronó:
"¡Hay
demasiado ruido aquí! ¡Que despejen la sala!"
Cuando se encontró
solo con ella, dijo a la mujer:
"¡Oh, mujer!
Más vale que vengas a mi casa, en un momento propicio.
Podrás así
explicarme cómodamente las torturas a que te somete tu marido."
La mujer dijo
entonces:
"¡Oh, noble
juez! Vuestra casa es un lugar demasiado frecuentado. En mi casa hay mucha más
tranquilidad. Venid mejor a visitar a vuestra servidora en su casa. Mi marido
se ha ido al pueblo. Si os es posible, venid ya de noche y así evitaremos a los
curiosos. "
Por la noche, el
juez fue a la casa de Yuha. Este había preparado una mesa con velas, platos
variados y bebidas. Pero, apenas hubo el juez penetrado en la casa, se oyeron
unos golpes en la puerta. El juez buscó un lugar para esconderse y sólo
encontró un viejo baúl en el que se encerró. Yuha entró y dijo a su mujer:
"Nunca he
dejado de satisfacer la menor petición tuya. ¡Por ti he sacrificado todo! ¡Y tú
sigues quejándote de mí! ¡Cuando pienso que he dilapidado todos mis bienes por
ti! ¡Mira! Sólo me queda este viejo baúl. ¡Sospechas que oculto en él oro y
plata, pero está vacío! Mañana, lo llevaré al mercado. ¡Lo romperé ante todo el
mundo y lo quemaré!"
La mujer intentó
razonar, pero Yuha se mostró inflexible. Por la mañana hizo venir a un mozo que
tomó el baúl para llevarlo al mercado. Durante el trayecto, el mozo oyó una voz
que parecía salir del baúl y que decía:
"¡Oh, mozo!
¡Mozo!"
El mozo se dijo:
"¿De dónde
puede venir esta voz? ¡Sin duda son los genios los que así me llaman!"
Pero, como la voz
insistía, el mozo acabó por comprender que había alguien en el interior. Y el
juez, desde el interior del baúl, le dijo:
"Ve al
tribunal. Busca en él a mi suplente y dile en qué situación estoy. Dile que
venga a comprar este baúl. ¡Que lo haga llegar a mi casa sin abrirlo!"
Tan pronto como
fue avisado, el suplente fue al mercado y preguntó a Yuha:
"¿Cuánto vale
este baúl?"
Yuha respondió:
"¡He tenido
una oferta de novecientas monedas de oro, pero yo pido mil!"
El suplente del
juez replicó:
"¿No te da
vergüenza pedir ese precio? ¡El valor de este baúl es demasiado evidente!"
Yuha le dijo:
"¿Cómo puedes
decir semejante cosa si ni siquiera lo has visto?
¡Espera! Voy a
abrirlo y así lo veréis. Y si estimas que no vale la pena, ¡no lo compres!
- ¡No! ¡No! dijo
el suplente ¡quiero comprarlo cerrado!"
El suplente, por
fin, tuvo que pagar muchas monedas de oro para conseguir el baúl.
Un año más tarde,
Yuha pidió a su mujer que emplease de nuevo la estratagema:
"¡Ve a casa del
juez y quéjate de mí y de nuestra pobreza!"
Su mujer fue pues
a casa del juez, acompañada de algunas otras mujeres, pues ella había pedido a
una de ellas que contase su historia en su lugar, para que el juez no
reconociese su voz.
Es verdad que las
cejas y los hoyuelos de una mujer pueden ser otros tantos arcos y flechas.
Pero, sin el socorro de la voz, estas armas no alcanzan la pieza de caza. Y el
juez dijo a la mujer:
"Tráeme a tu
marido si quieres que resuelva tu problema."
Yuha fue pues, al
tribunal. El juez no lo reconoció puesto que se
encontraba en un
baúl la única vez en que habían coincidido. En cambio, conocía su voz por
haberlo oído regatear con su suplente. Le dijo:
"¿Por qué
maltratas así a tu mujer?"
Yuha respondió:
"¡Que mi alma
y mi cabeza sean sacrificadas ante la ley! ¡Si muriese en este instante, ni
siquiera me quedaría con qué pagar un sudario! Además, ¡pierdo cada vez que
juego a los dados!"
Al oír esta voz el
juez la reconoció inmediatamente y le dijo:
"¡Ah, el
juego de dados! ¡Ya has jugado una vez conmigo a eso! Ya no es mi turno. ¡Ve a
jugar con algún otro!
martes, 18 de abril de 2023
Cuentos Sufís - EL IDIOTA
Un idiota dijo un día a un pobre que pasaba:
"¡En esta
ciudad nadie te conoce!"
El pobre
respondió:
sábado, 15 de abril de 2023
Cuentos Sufís - FORTUNA
Un hombre había heredado una importante fortuna. Pero la dilapidó rápidamente para encontrarse de nuevo en una extremada penuria. Pues la fortuna es cambiante para los herederos.
Se paseaba como un
buitre entre las ruinas, sin recursos, sin vivienda.
Dirigió un día
esta oración a Dios:
"¡Oh, Señor!
¡Los bienes con los que me habías colmado se han agotado rápidamente! ¡Renueva
tus favores para mí o toma mi vida!"
Porque el profeta
ha dicho:
"¡El fiel es
como la caña! Su canto es más fuerte cuando está vacía en su interior."
Así, nuestro
heredero pasaba los días en oración, con el rostro lleno de lágrimas.
¿Pero existe
alguien que haya llamado a la puerta de la misericordia sin recibir nada? El
heredero arruinado oyó, pues, en su sueño, una voz que le decía:
"¡Deja Bagdad
y trasládate a Egipto! Atenderemos a tus necesidades allí y te harás rico.
¡Pues tus lágrimas y tus plegarias han sido aceptadas!"
Aquella misma voz
le describió con precisión una ciudad, un barrio de aquella ciudad y un lugar
de aquel barrio. Dijo, además:
"Ve allí y
encontrarás un tesoro hecho de cosas preciosas."
Esperanzado, el
heredero se trasladó, pues, a Egipto. Llegó en un estado de gran agotamiento,
al no haber comido nada desde varios días antes. Se le ocurrió la idea de
mendigar, pero se lo impidió la vergüenza. Sin embargo, al cabo de un rato, su
paciencia lo abandonó y decidió pedir limosna, una vez caída
la noche, para que
la oscuridad cubriese su vergüenza. Se dijo:
¦¦Voy a gritar el
nombre de Dios y quizá la gente me dé algo de comer. "
Pasó un tercio de
la noche mientras que aún dudaba, preguntándose:
"¿Debo dormir
con el vientre vacío o mendigar?"
Pero, de pronto, fue capturado por un guarda que hacía la ronda de noche y éste se puso a golpearlo con un bastón. Porque sucedía que, en aquella época, la población estaba exasperada por las fechorías de los ladrones nocturnos y el sultán había dado a los guardas unas severas consignas:
"¡No os
dejéis engañar por sus mentiras y no tengáis piedad de ellos! Si encontráis a
un hombre en la calle en plena noche, cortadle la mano, ¡aunque se trate de un
familiar vuestro!"
El heredero
imploró piedad y pidió ser escuchado para que pudiese contar su historia.
Cuando lo hubo apaleado a conciencia, le dijo el guarda:
"¡Adelante!
Te escucho. ¿Qué haces a estas horas en la calle? Eres extranjero. ¿Cuáles son
tus intenciones? ¿Sabes que el sultán nos ha recomendado no tener piedad con
ladrones como tú?" El heredero juró por todo lo más sagrado:
"Yo no soy un
ladrón ni amigo de los ladrones. Sólo soy un pobre solitario que viene de
Bagdad."
Y contó todo: su
historia, su sueño y su esperanza de encontrar un tesoro. Y de sus ojos brotó
un río de lágrimas. El guarda se conmovió ante sus palabras y le dijo:
"No pareces
un ladrón. Seguramente eres un hombre honrado, pero realmente eres demasiado
estúpido. ¡Has hecho todo ese camino a causa de un sueño! Algo es seguro: no
tienes la menor pizca de inteligencia. Me ha sucedido centenares de veces tener
sueños semejantes. Una voz me decía: "Ve a Bagdad.
Ve a tal barrio, a
tal lugar y encontrarás allí un tesoro" Pero no por eso me he desplazado.
"
Describió al
heredero el lugar que le indicaba la voz de sus sueños y el heredero reconoció
en su descripción el lugar exacto en que vivía él. Entonces exclamó:
"¡El lugar
del tesoro era el lugar mismo en el que yo vivía! ¿Por qué he soportado todos
estos tormentos?"
Después, dio
gracias a Dios y se dijo:
"Todas mis
penas y mis tormentos me han conducido hacia el tesoro que estaba en mi casa.
¿Qué importa que me tomen por un sabio o por un idiota? ¡He encontrado el
tesoro!"
jueves, 13 de abril de 2023
Cuentos Sufís - EBRIO
Un día, en el curso de una reunión, el sultán abusó de la bebida. En su estado de embriaguez, divisó a un sabio que pasaba por allí. Dio orden a sus guardias de que se lo trajeran y lo invitasen a beber vino. Los guardias obedecieron inmediatamente, pero el sabio rechazó el vino que se le ofrecía, diciendo:
"¡Ignoro lo
que es el vino! Prefiero el veneno a esta bebida. “Traedme, pues, veneno para
que yo quede liberado de vos!"
Entonces el sultán
se volvió hacia uno de sus escanciadores y le dijo:
"¿Y bien? ¡No
te quedes plantado ahí! ¡Muéstrame cuáles son tus recursos y alegra a este
hombre!"
El escanciador
golpeó entonces al sabio tres o cuatro veces y, con amenazas, logró hacerle
beber la copa de vino. El sabio se embriagó inmediatamente y se abrió un jardín
ante él.
Se puso a bromear alegremente con los que lo rodeaban. Y cada una de
sus alegrías le hacía descubrir otras.
De pronto, una
necesidad urgente lo obligó a abandonar la reunión y se dirigió apresuradamente
hacia los aseos. En su camino, se cruzó con una de las sirvientas del sultán.
Era la mujer más hermosa que hubiese visto nunca. Se quedó con la boca abierta
y su cuerpo se puso a temblar. Había pasado toda su vida en castidad, pero,
bajo el imperio de la bebida, intentó besar a aquella hermosa mujer. La
sirvienta se puso a gritar e intentó en vano desembarazarse de él.
En esos momentos
de excitación, la mujer se vuelve como la pasta en la mano del panadero. Unas
veces la amasa violentamente, otras están lleno de dulzura con ella. La anima.
En resumen, el
sabio había olvidado, en su embriaguez, todo su ascetismo y su dignidad. El y
la sirvienta se estremecían como aves recién degolladas. Ya no pensaban en el
sultán, en su escanciador, en la fe ni en la piedad.
No viendo regresar
al sabio, el sultán se impacientó. Partió, pues, en busca suya y se quedó
pendiente de la tempestad de la que eran escenario los aseos. Se encolerizó de
tal modo que se hubiera dicho que salían centellas de su boca. Al verlo el
sabio en aquel estado, palideció como un hombre que acaba de absorber un
veneno.
Advirtiendo al
escanciador al lado del sultán, le dijo:
"¿Y bien? ¡No
te quedes plantado ahí! ¡Muéstrame cuáles son tus recursos y alegra a este
hombre!"
Estas palabras
hicieron reír al sultán y declaró:
"Tú me has
ofrecido la alegría. ¡Pues bien, yo te ofrezco la vida!"
domingo, 9 de abril de 2023
Cuentos Sufís - LOS TRES HIJOS
Dios había concedido tres hijos a un sultán, dotado cada uno de corazón y ojos alerta y que rivalizaban en más hermosura, valor y generosidad.
Un día los tres
hijos se presentaron ante su padre para pedirle permiso a fin de partir al
descubrimiento del reino. Porque, para gobernar mejor el país, dijeron,
conviene conocer cada una de sus ciudades y cada uno de sus castillos.
Cuando besaban las
manos del sultán para despedirse, este último les dirigió esta advertencia:
"¡Id, hijos míos! Visitad cada lugar al que vuestro corazón os lleve. Confiad en Dios para este viaje. Pero desconfiad de dos fortalezas: Hushruba (que aleja la razón) es la primera de los dos. Toda persona que entra en ella ve encogerse sus vestidos hasta que le quedan demasiado estrechos. La segunda, Zatusuver (iluminado), es aún más peligrosa. ¡Pues sus torres, sus techumbres y sus muros están totalmente cubiertos de representaciones humanas!" Zuleija había adornado su habitación con pinturas para atraer la atención de José. Porque José no sentía interés por ella fue por lo que aquella habitación se había convertido en un lugar de fiesta.
Cuando bebe agua,
el sediento ve la verdad. Por el contrario, un imbécil que contempla el agua no
ve más que su reflejo. ¡Un enamorado comprueba la belleza de Dios en la faz del
sol, pero un imbécil encuentra emoción artística en el reflejo de la luna sobre
el agua!
"¡Oh, hijos
míos! concluyó el sultán, ¡desconfiad de esa fortaleza recubierta de
pinturas!"
Es probable que los tres hijos ni siquiera habrían pensado en visitar esos lugares si su padre no les hubiese hecho aquella advertencia. Pues se trataba de una fortaleza completamente abandonada. Pero esta prohibición no hizo sino aumentar en su corazón el deseo que tenían de descubrir aquel lugar. Todo hombre desea hacer lo prohibido. Y mucha gente se ha descarriado por culpa de prohibiciones.
Los tres príncipes
tranquilizaron a su padre, pero omitieron decir: "Insh ‘Alá". Después
tomaron la dirección de aquella fortaleza.
La fortaleza de
Zatusuver tenía cinco grandes poternas y encerraba millares de pinturas. Su
encanto cautivó a los tres hermanos.
La apariencia es
como una copa que contiene vino. Pero no está en el origen del vino.
Entre estos miles
de imágenes, estaba el retrato de una bellísima joven. Su vista hizo caer a
nuestros tres jóvenes en un océano. Los hoyuelos de esta joven belleza
traspasaron su corazón con sus flechas. Cada uno de ellos sintió el corazón
como desgarrado y las lágrimas inundaron su cara. Recordaron el
consejo de su
padre y se dijeron:
"¿A quién
puede representar esta pintura?"
Se pusieron a preguntar
a todas las personas que encontraban en su camino. Después de largas búsquedas,
encontraron a un anciano que les dijo que aquella pintura representaba a la
hija del sultán de China.
"Es una joven
que nunca ve a nadie, ni hombre ni mujer. Pues su padre la oculta en su palacio
tras unas cortinas. Es invisible como el alma. El sultán está tan celoso que ni
siquiera soporta que se pronuncie su nombre. Ni los pájaros se atreven a acercarse
al techo que protege a esta belleza. ¡Quien se enamore de ella será un hombre
muy desdichado!"
Los tres príncipes
enamorados, perseguidos por el mismo sueño derramaron muchas lágrimas. La queja
de su corazón hizo subir un humo como de incienso quemado. El mayor dijo
entonces:
"¡Oh,
hermanos míos! Hasta hoy hemos pasado el tiempo dando consejos a los demás,
diciéndoles: "No os rebeléis ante las dificultades. ¡Pues la paciencia es la
clave de la alegría!" Y ahora, ¿dónde está esta paciencia? ¿Dónde está
esta alegría? ¡Nos ha llegado el turno de ser probados!"
Su amor los
arrastró pronto a decidir partir de viaje al país de su amada. La posibilidad
de verla estaba, desde luego, excluida, pero la sola idea de acercarse a ella
les bastaba. Así, habiendo elegido abandonar a su madre, a su padre y su país,
tomaron el camino de la amada desconocida.
El hermano mayor
dijo:
"¡Oh,
hermanos míos! ¡La paciencia me abandona! Estoy cansado de la vida.
Estoy muerto de
pena. ¡Cortadme la cabeza y que el amor me haga crecer otra!
¡Pues la espada no
hace más que sacudir el polvo del enamorado!"...
viernes, 7 de abril de 2023
Cuentos Sufís - HISTORIA DE CABALLO
Había un bey que poseía un caballo de rara belleza. Ni siquiera el sultán tenía uno tan hermoso en su cuadra. Un día, entre los jinetes del sultán, el beymontó en su caballo, y el sultán, Harezm Sha observó el caballo. Viendo aquella gran belleza y aquella extraordinaria agilidad, el sultán se dijo:
"¿Cómo es posible? Yo, que estoy colmado
de bienes y de riquezas, que tengo millares de caballos en mis cuadras, estoy
atónito. ¿Habrá en esto algo de magia?"
Recitó unas
plegarias, pero la atracción que su corazón sentía por el caballo no hacía sino
aumentar. Comprendió entonces que aquello le sucedía por voluntad divina. Tras
el paseo, desveló su secreto a sus visires y ordenó que le trajeran el animal
lo más pronto posible.
Nuestro bey quedó
muy apenado por la situación. Pensó enseguida en recurrir a Imadulmulk, pues
era un sabio respetado por el sultán. Aquel hombre tenía la naturaleza de un
derviche y la apariencia de un emir. El bey, pues lo visitó y le dijo:
"¡Poco me
importa si pierdo todas mis riquezas! ¡Pero, si me quitan mi caballo, me
moriré!"
Imadulmulk se
apiadó de él y se trasladó a la corte del sultán. Ocupó su lugar en la sala de
audiencias sin decir nada. Después rezó a Dios desde el fondo de su corazón.
Aparentemente escuchaba lo que decía el sultán, pero, en realidad, decía a
Dios:
"¡Oh, Dios
mío! Compadécete de ese joven porque eres su único refugio."
El sultán admiraba
su nuevo caballo. Dirigiéndose a Imadulmulk, dijo:
"¡Oh, amigo
mío! ¿No se diría que este animal viene directamente del paraíso?"
Imadulmulk
respondió:
"¡Oh sultán!
¡Vuestro entusiasmo os hace tomar a Satanás por un ángel!
Encontráis
admirable ese animal, pero, si prestáis atención, pronto advertiréis sus
defectos. ¡Por ejemplo, su cabeza, que se parece a la de un buey!"
Estas palabras
influyeron en el corazón del sultán. Es cierto que la palabrería del vendedor
es útil para la buena marcha del comercio. Pero por cosas así fue por lo que
vendieron a José por un precio vil.
El entusiasmo es
como la luna. Pasa por fases de plenitud y de vacío. Quien conoce los dos
estados de la cosa, se inclina a la desconfianza. El sultán veía su caballo
desde su lugar, pero el sabio se había situado a más distancia.
Así, gracias a
estas palabras, el entusiasmo del sultán se desvaneció. Las palabras son el
chirriar de la puerta del secreto, pero es difícil saber si los chirridos
proceden del abrir o del cerrar la puerta. Pues esta puerta es invisible,
aunque se oigan
sus chirridos.
Resguarda tus ojos
del espectáculo de los hombres viles. Pues los buitres te conducirán hacia los cadáveres.
Pero la vista del
sabio fue benéfica para el sultán y éste ordenó:
"¡Devolved
este caballo a su propietario para que yo no le cause daño!"
miércoles, 5 de abril de 2023
Cuentos Sufís - TALENTOS
Un día, el sultán Mahmud, que iba por las calles disfrazado, se cruzó con un grupo de ladrones. Ellos le preguntaron:
"¿Y tú quién
eres?"
El sultán
respondió:
"¡Soy uno de
vuestros colegas!"
Entonces, uno de los
ladrones propuso que cada uno de ellos explicase a los demás qué talento
particular poseía para ejercer su arte. El empezó:
"¡Oh, amigos
míos! Yo poseo un don rarísimo. Son mis oídos. Hasta el punto de que, cuando un
perro ladra, consigo entender lo que quiere decir.
-¿Y eso para qué
sirve?" preguntaron los demás.
Un segundo ladrón
siguió:
"¡Oh, amigos
míos! Yo poseo una mirada penetrante. Si veo a alguien, aunque sea en plena
noche, lo reconoceré sin vacilar al día siguiente en pleno día."
Otro:
"En mi caso,
¡son mis brazos y mis manos los que me hacen superior, pues son realmente
musculosos!"
Otro:
"En lo que a
mí se refiere, estoy dotado de un olfato muy sutil, Todos los secretos de la
tierra se manifiestan a mi nariz. Todo lo que se oculta bajo tierra,
oro, plata o
piedras preciosas, lo huelo. Puedo descubrir así una mina de oro."
Otro más:
"Yo soy
diestro con mis manos y un verdadero maestro en el arte de lanzar el
lazo."
Finalmente, todos
se volvieron al sultán y le dijeron:
"¿Y tú,
amigo? ¿Cuál es tu talento?"
El sultán
respondió:
"Yo estoy
dotado por mi barba. Moviéndola, puedo evitar los castigos. Si un verdugo se
dispone a castigar a un culpable, no tengo más que mover mi barba y, al
instante, se desvanecen el miedo y la muerte. "
A estas palabras,
los ladrones exclamaron:
"¡Desde
luego, eres el amo de todos nosotros! Pues día vendrá en que recurriremos a tus
servicios."
Después se
dirigieron juntos hacia el palacio del sultán. De repente se puso a ladrar un
perro. El especialista del oído dijo entonces:
"Ese perro
nos advierte de que el sultán está entre nosotros."
El especialista
del olfato husmeó el suelo y dijo:
"¡Esta es la
vivienda de una viuda!"
El lanzador de
lazo lanzó el suyo sobre el caballete de un muro. Todos treparon tras él. El
que sabía oler dijo entonces:
"¡Aquí es
donde está escondido el tesoro del sultán!"
El ladrón de los
brazos atléticos derribó el muro que encerraba el tesoro y, así, cada uno de
los ladrones pudo servirse. Había tejidos ricamente decorados, monedas de oro,
joyas...
Al amanecer, el
sultán dejó a sus compañeros, teniendo cuidado de memorizar sus rostros, así
como el emplazamiento de su guarida. Después, envió a sus soldados para
detenerlos.
Los ladrones
fueron así conducidos ante el sultán, con las manos y los pies atados.
Temblaban de miedo. El que sabía reconocer a la gente en la oscuridad
dijo a los demás:
"¡Ese hombre
estaba con nosotros ayer noche! Él es el especialista de la barba. ¡Dondequiera
que estemos, el sultán sigue estando con nosotros y ese hombre es el verdadero
sultán! Ha visto lo que hacíamos y oído nuestros secretos. ¡En nombre de todos
nosotros, imploro su perdón!"
Cada uno de
nosotros posee algún talento. Pero muy a menudo esos talentos no hacen sino
aumentar nuestros tormentos. A la hora del castigo, todos esos talentos son
inútiles. Sólo se salva el que ha sabido reconocer al sultán en plena noche,
pues el sultán no castiga al que lo ha visto.
domingo, 2 de abril de 2023
Cuentos Sufís - EL RICO Y EL DERVICHE
Un día, un hombre rico y generoso preguntó a un derviche:
"¡Oh, sufí!
dime: ¿prefieres que te dé enseguida una moneda de oro o que te dé tres, pero
mañana?"
El derviche
respondió:
"¡Si me
hubieses dado ayer media moneda de oro, habría quedado más satisfecho que con
una moneda de oro hoy o con cien monedas mañana!"
Una bofetada dada
al instante vale más que un favor esperado. He aquí mi cuello: ¡Dame una
bofetada si quieres, pero hazlo enseguida!