Luchar
para cambiar nuestro exterior sólo nos proporcionará un alivio efímero de la
crisis, pero después ésta regresará de nuevo. Entonces nos quejamos y decimos
que tenemos “mala suerte”. Las crisis son oportunidades de crecimiento, pues
nos vemos obligados a a derrumbar las limitaciones internas que obstaculizan
nuestro éxito, éste proceso se menciona fácil, pero ejecutarlo es difícil más
no imposible.
Cuando
estamos inmersos en una “crisis” somos presa de una gama de emociones como: la
ira, el miedo, la desesperanza, la confusión, el odio…Estas emociones
bloquean en ese momento a nuestra mente para que considere y desarrolle las
salidas o soluciones a esa situación. No es válido derrumbarnos ante esos
estados de ánimo, pues estaríamos colocando en riesgo una gran oportunidad de
crecimiento y desarrollo mental, emocional, espiritual y hasta físico.
Lo
que sí es válido y saludable es aceptar esa emoción, meditar el por qué nos
sentimos así, con el objetivo de hacernos conscientes de nuestra situación, por
el contrario, resistirla o negarla, nos hará sentir peor. Increíblemente
observaremos cómo ya esa emoción deja de tener “poder” de dominación sobre
nosotros, y así nuestra mente podrá percibir las posibles soluciones que llegan
desde el Universo o la Divinidad como guía para superar esa situación que nos
desestabiliza.
¿Cómo tranquilizo mi mente durante una crisis,
para poder conectarme a la Gran Fuente de Sabiduría y Conocimiento Universal
(Dios, Divinidad, Universo, Jehová o cómo la conozcamos)?
Primero,
estimados lectores debemos aceptar con humildad que no somos infalibles y que
la solución por ahora es “desconocida” para nosotros, pues si la supiéramos no
se hubiese generado la crisis. Luego realizamos este pequeño ejercicio que les
voy a recomendar, que los ayudará a estar en control en esas situaciones que
nos pueden agobiar:
1.
Siéntate con la espalda recta en un lugar que sea cómodo para ti, donde el
ambiente sea relajado y privado.
2.
Realizas una respiración purificadora, que consiste en hacer 18 respiraciones
profundas en un minuto, en cada respiración inspiramos el aire profundamente a
nuestros pulmones, expandiendo simultáneamente el abdomen, luego expiramos todo
el aire contrayendo nuestro abdomen pronunciando el sonido “HA” al salir el
aire por la boca hasta que nos quedemos vacíos.
Mientras
realizas ésta respiración visualiza cómo el aire entra por tu nariz, se
concentra en tu vientre y luego sale por cada orificio de tu cuerpo,
purificándolo.
3.
Luego decimos mentalmente o en voz baja (cómo lo prefieras), con las manos
entrecruzadas colocadas en nuestro chakra corazón, lo siguiente:
”
Me conecto con la Energía de la Fuente, del Padre Celestial Todopoderoso, para
que su Energía Divina descienda sobre mí y selle cada célula de mi cuerpo y
partícula de mi Ser”.
Si
lo deseas luego puedes recitar un Padre Nuestro.
4.
Visualizamos, una Luz (tu Ser te mostrará el color que te corresponde) que
desciende desde el cielo ingresa por nuestro chakra de la coronilla, recorre
nuestra columna vertebral y sale por nuestro chakra raíz (ubicado en el área
genital). Si no puedes observar la luz no importa, coloca toda tu intención en
conectarte con el Padre Celestial. Medita por unos minutos esta visualización.
5.
Ahora, coloca tus manos en forma de cuenco o vasija, perpendicular a tu chakra
del plexo solar y mientras respiras, visualiza en tu mente como depositas en
una esfera imaginaria sobre tus manos, todas las emociones que te perturban.
Colócale etiquetas a esas emociones y visualiza, cómo esas emociones salen de
tu plexo solar y se depositan en la esfera imaginaria. Cuándo sientas que se
llenó, entrégasela a tu Ángel preferido o al Arcángel Zadquiel y pídele que la
lleve al Padre Celestial para su transmutación y aplicación de la Ley del
Perdón, y que ésta energía regrese a ti convertida en energía Divina.
6.
Repite el paso 5, pero en el chakra del corazón.
7.
Si no, crees en los Ángeles, imagina que la esfera sale de tus manos y envíala
directo al Padre Celestial.
8.
Luego coloca tus manos sobre tus muslos, con las palmas hacia arriba, y quédate
sentado unos minutos agradeciendo desde tu corazón por todo lo que tienes (por
insignificante que sea) y por esta maravillosa oportunidad de conexión.
Sentirás,
cómo esa densidad que te agobiaba, te abandona, permitiéndote tener claridad en
tus pensamientos. Escucha tu intuición o Maestro interno, pídele que bajo la
Gracia Divina, te muestre o te indique las posibles soluciones a tu problema.
Se
recomienda realizar este ejercicio antes de dormir. Se puede repetir durante el
día, las veces que lo necesites. Recuerda, tu realidad proviene de tu interior,
todo en el exterior es sólo nuestro espejo. No tomes nada personal, sólo somos
instrumento de Dios Padre aquí en la Tierra.
Yassellis J. Ruiz R. Fuente: hermandadblanca.org
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