domingo, 29 de noviembre de 2015
domingo, 22 de noviembre de 2015
De mis lecturas
Guía para el místico contemporáneo
Ten presente las siete verdades
sagradas del cuerpo y el espíritu:
1. Todos somos uno.
2. Respetaos mutuamente.
3. Respétate a ti mismo.
4. El amor es poder divino.
5. Entrega tu voluntad a la
voluntad divina.
6. Busca solamente la verdad.
7. Vive en el momento presente.
Estas verdades, sencillas y
potentes, sirven para centrar la mente, el cuerpo y el espíritu,volviendo al punto de contacto con
la conciencia divina. Mientras utilicemos estas verdades como puntos de
referencia, podremos evaluar cualquier pérdida de poder y rescatar el espíritu
reconociendo conscientemente qué verdad no estamos honrando.
ANATOMIA DEL ESPIRITU - La curación del cuerpo, llega a través del alma.
Caroline Myss
martes, 17 de noviembre de 2015
De mis lecturas
Permitidme que defina lo que
significa ser un sanador ordenado. Un sanador ordenado es aquel que permanece
receptivo a la energía de Dios mediante la oración y utiliza esa energía para
sanar a personas y también al planeta. Muchas personas que se llaman a sí
mismas sanadoras, aunque bien intencionadas, no son lo que yo llamaría
sanadoras "ordenadas". El sello del sanador ordenado es haber pasado
por una "noche oscura" y soportado la sensación de haber
sido abandonado por Dios. He llegado a comprender que la importancia de ese
abandono es que representa una pregunta de Dios: "¿Eres capaz de creer en
Mí incluso en la noche más oscura?"
"El espíritu se quiebra
durante el abandono, y uno se da cuenta de que la única manera de salir de ese
infierno es volver a Dios y aceptar las condiciones de lo Divino, pida lo que
pida el cielo a partir de ese momento. El recuerdo de la "noche
oscura" permanece en la conciencia como punto de referencia, te mantiene de
parte de Dios, humilde, y consciente para siempre de que la resurrección puede
llegar en cualquier momento, por muy oscura que sea la noche.
"¿Qué significa en realidad
sanar mediante la oración? Significa pedir a Dios que su energía nos
"premie" de una forma que nos permita sentirnos más poderosos que la
enfermedad.
"¿Pueden ser curadas todas las
enfermedades? Sí, por supuesto, pero eso no quiere decir que todas las enfermedades van a
ser curadas. A veces una persona tiene que soportar una enfermedad por motivos
que le servirán para afrontar sus miedos y su negatividad. Y a veces a una
persona le ha llegado la hora de morir. La muerte no es el enemigo; el enemigo
es el miedo a la muerte. La muerte bien podría ser la experiencia última del
abandono, y ése es el motivo de que nos sintamos impulsados a tratar de
comunicarnos con aquellos que se han ido antes, para asegurarnos de que
tendremos un comité de bienvenida cuando lleguemos.
"¿Será cada vez más creíble la
curación mediante la oración, gracias a esta Nueva Era de conciencia
espiritual? Sí, sí entendemos qué es la oración auténtica. La oración
representa la conexión personal consciente con Dios. Oración auténtica no
quiere decir recurrir a Dios para obtener algo; significa ir a Dios para estar
con alguien. Oración no son tanto nuestras palabras como nuestra vida con Dios.
Cuando se entiende esto, entonces la oración se transforma en un "remedio
energético".
Pensar que el terapeuta es el
responsable de la curación, o pensar que tiene un poder del que ellos carecen,
es un error que proviene de creer que los sacerdotes tienen una conexión más
profunda con Dios que los mortales corrientes. Eso es un error, una grave
equivocación. El individuo debe buscar una vida espiritual personal y
responsable. Yo pongo en marcha la energía, pero cada persona debe mantener en
funcionamiento su vehículo."
Nuestro objetivo, mientras
permanecemos en la tierra, es trascender nuestras ilusiones y descubrir el poder innato de
nuestro espíritu. Somos responsables de lo que creamos y, por lo tanto, hemos
de aprender a actuar y pensar con amor y sabiduría, y vivir sirviendo a los
demás y a la vida en general.
ANATOMIA DEL ESPIRITU - La curación del cuerpo, llega a través del alma.
Caroline Myss
martes, 10 de noviembre de 2015
De mis lecturas
¿Significa esto que las personas
que no se curan no han conseguido ampliar su conciencia? No, en absoluto. Pero
la idea de que han fracasado se ha convenido en un aspecto muy polémico del
pensamiento holístico. Un mecanismo mental insiste en considerar todas las
situaciones como si fueran buenas o malas, victorias o derrotas. Cuando el
cuerpo de una persona no sana de una enfermedad, es posible que se llegue a la conclusión errónea de que esa persona simplemente no se esforzó lo suficiente.
Morir no significa no haber sanado.
La muerte es una parte inevitable de la vida. La realidad es que muchas personas sí
se curan de sus tormentos emocionales y psíquicos, y por lo tanto mueren
«sanadas».
El objetivo de tomar conciencia no
es burlar a la muerte ni hacerse inmune a la enfermedad, sino ser capaz de
afrontar todos y cada uno de los cambios de la vida y el cuerpo sin miedo,
tratando solamente de asimilar el mensaje de la verdad contenido en ellos.
Considerar la ampliación de la conciencia —por ejemplo, mediante la meditación—
como un seguro contra la enfermedad física es interpretar mal su finalidad. El
objetivo de tomar conciencia no es dominar lo físico, sino dominar el espíritu.
El mundo y el cuerpo físicos nos sirven de maestros en el camino.
De acuerdo con esta percepción,
sanar el miedo a la muerte y a morir es un aspecto de la serenidad que el espíritu
humano es capaz de lograr a través del viaje hacia la toma de conciencia.
Cuando una persona que ha conseguido ampliar la conciencia atravesando el
puente entre este mundo y el siguiente, habla de su consuelo al saber que la
vida continúa, se disuelven inmediatamente algunos de nuestros miedos.
ANATOMIA DEL ESPIRITU - La curación del cuerpo, llega a través del alma.
Caroline Myss
viernes, 6 de noviembre de 2015
De mis lecturas
Durante las cuatro últimas décadas
se ha escrito mucho sobre el papel de la mente en la salud. Nuestras actitudes
tienen un papel importantísimo en la creación y la destrucción de la salud
corporal. La depresión, por ejemplo, no sólo afecta a la capacidad para sanar,
sino que deteriora directamente el sistema inmunitario. El enfado, la amargura,
la rabia y el resentimiento obstaculizan el proceso de curación, cuando no lo
impiden totalmente. La voluntad de sanar tiene un enorme poder, y sin ese poder
interior una enfermedad suele salirse con la suya. Gracias a esta nueva forma
de entender, el poder de la conciencia está recibiendo un lugar oficial en el
modelo médico de la salud y la enfermedad.
Es sorprendente cuántas personas
reconocen que la experiencia de una enfermedad las motivó a dirigir su atención
hacia el interior y a examinar atentamente sus actitudes y estilo de vida.
Todas describen esencialmente el mismo proceso de recuperación: el viaje desde
la mente personal hacia la mente impersonal.
La curación exige la unión de la
mente y el corazón, y por lo general es la mente la que debe ajustarse a los
sentimientos, que con mucha frecuencia no hemos respetado en nuestras
decisiones cotidianas.
Un aspecto de tomar conciencia es
vivir en el momento presente y apreciar cada día. La verdad de que un espíritu
poderoso es capaz de sanar un cuerpo enfermo, de que la mente impersonal ejerce
autoridad sobre la experiencia personal. Una y otra vez he sido testigo de que
la curación es cuestión de tomar conciencia, no de la enfermedad, sino de la
fuerza vital que antes nunca se ha abrazado.
ANATOMIA DEL ESPIRITU - La curación del cuerpo, llega a través del alma.
Caroline Myss
lunes, 2 de noviembre de 2015
De mis lecturas
Tener fe en alguien entrega una
parte de nuestra energía a esa persona; tener fe en una idea entrega una parte
de nuestra energía a esa idea; tener fe en un miedo entrega una parte de
nuestra energía a ese miedo. Mediante esta entrega de energía quedamos imbricados
—mente, corazón y vida— en sus consecuencias. Nuestra fe y nuestro poder de
elección son, de hecho, el propio poder de la creación. Somos los canales por
medio de los cuales la energía se convierte en materia en esta vida.
Por lo tanto, la prueba espiritual
inherente a toda nuestra vida es el reto de descubrir qué nos motiva a hacer las elecciones
que hacemos, y si tenemos fe en el miedo o en lo Divino.
Todos necesitamos hacernos estas
preguntas, bien como tema del pensamiento espiritual o bien a consecuencia de
una enfermedad física. Llega un momento en que todos nos preguntamos: ¿Quién está al mando de mi vida? ¿Por qué las cosas no resultan como quiero? Por mucho
éxito que tengamos, en algún momento tomamos conciencia de que nos sentimos
incompletos. Algún acontecimiento, relación o enfermedad que no entraba en
nuestros planes nos hará ver que no basta el poder personal para superar una
crisis. Estamos destinados a tomar conciencia de que nuestro poder personal es
limitado. Estamos destinados a preguntarnos si en nuestra vida actúa alguna
otra «fuerza» y a plantearnos las siguientes preguntas: ¿Por qué ocurre esto?
¿Qué quieres de mí? ¿Qué debo hacer? ¿Cuál es mi finalidad?
Adquirir conciencia de nuestras
limitaciones nos dispone a considerar otras opciones que de otro modo no
habríamos elegido. En los momentos en que nuestra vida nos parece más
descontrolada podríamos abrirnos a una orientación que antes no habríamos
acogido bien.
Entonces es posible que nuestra
vida avance en direcciones que no habíamos previsto. La mayoría acabamos
diciendo: «Jamás pensé que haría esto, o viviría aquí, pero aquí estoy, y todo
marcha bien.»
Podemos llegar a esa rendición
utilizando la visión simbólica, a fin de considerar la vida solamente como un
viaje espiritual. Todos hemos conocido a personas que se han recuperado de
circunstancias terribles, y han atribuido el hecho a haber dejado las cosas en
manos de lo Divino. Y todas esas personas han compartido la experiencia de
decir a lo Divino: «No se haga mi voluntad, sino la Tuya.» Si esa oración es lo
único que se necesita, ¿por qué le tenemos tanto miedo?
Nos aterra la idea de que reconocer
la voluntad divina y, por lo tanto, rendir nuestra voluntad a una voluntad superior,
nos va a alejar de todo lo que nos proporciona agrado o comodidad física. Así
pues, nuestra voluntad se resiste a la orientación divina: la invitamos a
entrar, pero nos esforzamos en obstaculizarla totalmente.
Tengamos presente que nuestra vida
física y nuestro camino espiritual son una misma cosa. Disfrutar de la vida física
es un objetivo tan espiritual como el de lograr un cuerpo físico sano. Ambas
cosas son una consecuencia de seguir la orientación divina al hacer elecciones
sobre cómo vivir y de actuar movidos por la fe y la confianza. Rendirse a la
autoridad divina significa liberarse de las ilusiones físicas, no de los
placeres y comodidades de la vida física.
A veces, el mayor acto de amor es
abstenernos de juzgar a otra persona o a nosotros mismos. Una y otra vez se nos
recuerda que juzgar o criticar es un error espiritual. Desarrollar la
disciplina de la voluntad nos permite abstenernos de pensar o expresar
pensamientos negativos acerca de otras personas y de nosotros mismos. No
juzgando, logramos la sabiduría y vencemos nuestros temores.
Las elecciones negativas generan
situaciones que se repiten para enseñarnos a hacer elecciones positivas. Una
vez que aprendemos la lección y hacemos una elección positiva, la situación no vuelve
a repetirse porque nuestro espíritu ya no está adherido a la elección negativa
que fue causa de la lección. En las culturas occidentales, este tipo de lección
kármica se reconoce en dichos sociales como «El que siembra, recoge» o «Nada se
hace impunemente»
Cada vez que derrotamos a la
autoridad que ejerce un miedo en nuestra vida y lo reemplazamos por un mayor
sentido de nuestro poder personal, la dulce energía de la curación entra a
raudales en nuestro sistema energético.
Si la mente y el corazón no se
comunican con claridad entre sí, uno dominará al otro.
Cuando nos dirige la mente,
sufrimos emocionalmente porque convertimos en enemiga la información emocional;
queremos dominar todas las situaciones y relaciones, y mantener la autoridad
sobre las emociones. Si nos dirige el corazón, tendemos a mantener la ilusión de
que todo marcha bien. Dirija la mente o el corazón, la voluntad no estará
motivada por la sensación de seguridad interior, sino por el miedo y el inútil
objetivo de controlar. Este desequilibrio entre la cabeza y el corazón
convierte a la persona en adicta. Desde el punto de vista energético, cualquier
comportamiento motivado por el miedo al crecimiento interior equivale a una
adicción.
ANATOMIA DEL ESPIRITU - La curación del cuerpo, llega a través del alma.
Caroline Myss
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