Cualquiera
que sea la situación, utiliza los instrumentos que están a tu disposición, usa
tus manos, tu inteligencia y tu fuerza.
–
Pero yo no tengo ningún instrumento, dijo el emperador, ni siquiera puedo
construirme una casa.
-
El viejo Sabio sacudió la cabeza:
-El
temor y el miedo han aumentado tu ignorancia. Tus instrumentos son todo lo que
necesitas para que un trabajo se realice, lo cual puede ser una palabra o una
sonrisa. Tus instrumentos son tu capacidad de
comprender que donde te encuentras en este momento es donde debes estar y no en
otro lugar o en otra situación.
Utiliza
cada momento.
-¿Qué
habría ocurrido si hubiera muerto?, preguntó el emperador.
-¡Qué
pregunta más tonta, dijo el Sabio; en ese caso yo no estaría hablándote y tú no
tendrías problemas! Alguien vendría, tomaría China en sus manos y tú te irías
con tus antepasados.
El
emperador anduvo por el jardín con las manos a la espalda, mirando pensativamente
al suelo. Se volvió hacia el Sabio y dijo:
-Poco
importa por qué estoy aquí, tengo un trabajo que hacer.
–Está
bien, dijo el Sabio.
–Poco
importa a dónde voy, siempre doy un paso después de otro. -¡Está bien!
El
emperador avanzó lentamente un poco más lejos.
-¿Cómo
puedo actuar, qué instrumentos puedo emplear?
El
Sabio le respondió:
-Durante
estos últimos minutos has recorrido una distancia de nueve metros. ¡En esos
nueve metros has encontrado muchos instrumentos!
El
emperador le miró:
-¿De
veras? Entonces se volvió, miró el pequeño camino que serpenteaba por el
jardín. ¿Instrumentos?... Se volvió otra vez y comenzó a mirar a izquierda y a
derecha. ¡Muéstramelos¡
-Hay
frutos en los árboles para alimentarte, dijo el Sabio.
¡Ah,
sí!, exclamó el emperador.
Agua
para refrescarte.
¡Oh,
sí! volvió a exclamar el emperador; entonces volvió a mirar y dijo: -
Madera
y piedras para construir.
¡Muy
bien!, dijo el Sabio.
El
emperador veía pájaros, insectos, la vida que susurraba en todas partes.
Iba
de acá para allá, excitado, observando esas cosas de todos los días, que se daba
cuenta que podía aprovechar.
–
Empiezas a comprender, dijo el Sabio. Utiliza lo que está ahí. La mayor parte
de las personas no ven nunca eso. Pasan por la vida buscando siempre algo
diferente, atraviesan la existencia persuadidos de que su objetivo está mucho
más lejos, cuando a su alrededor se encuentra todo lo que necesitan para
alcanzar su meta.
–
Un momento, dijo el emperador, no comprendo.
–
Es fácil, dijo el Sabio, si quieres conseguir una pared, ¿qué necesitas? –
Piedras,
contestó el emperador.
–
Bien, ¿dónde están?
–
Están ahí, a mi alrededor. ¡Bueno, pues empieza a construir!
–
Pero para mover esas piedras necesito herramientas!
–
Acabas de pasar al lado de algo a lo largo del camino, dijo el Sabio.
El
emperador volvió sobre sus pasos y encontró un madero que podía ayudarle a
levantar las piedras.
–
Además de piedras necesitaré arena, agua y arcilla para hacer cemento.
–
Bueno, todos esos elementos están a tu disposición, replicó el Sabio; junto al
riachuelo hay arcilla y arena.
El
emperador se dirigió allí y trajo todo lo que necesitaba.
–
Ahora , continuó el Sabio, tienes todos los instrumentos necesarios para hacer
una pared.
–
¿Lo que quieres decir es que si miramos a nuestro alrededor y se utiliza lo que
hay de una forma completa, no hay entonces más que reunir los elementos
necesarios, que no hay necesidad de correr por todas partes para encontrarlos
porque todo está aquí?
-
Sí, dijo el Sabio.
Cada
hombre y cada mujer tienen capacidad para ver, percibir y ser uno con toda la
vida, si son conscientes de todo lo que les rodea, hierba, flores, y piedras.
Eso no se aprende encerrándose en un laboratorio o en un monasterio, ni
limitándose a seguir un solo camino, no viendo la realidad más que por un solo
prisma, de una sola forma.
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