El
respeto es el signo de mayor evolución que existe en un ser; se origina cuando
el individuo sabe quién es.
El
emperador se volvió hacia el Sabio y le dijo: -Me gustaría que estuvieras conmigo
siempre, tú me das confianza y paz.
El
Sabio sonrió: -¡Esas personas que te rodean tienen la misma impresión contigo!
-¿Cómo,
preguntó el emperador, ellos sienten hacia mí, lo mismo que yo
hacia
ti?
–Sí,
dijo el Sabio.
–Nunca
había pensado en eso!, exclamó.
-¿Por
qué no lo has hecho? le preguntó el Sabio.
-¡Porque
yo solamente soy emperador mientras que tú eres Sabio!
Eso
no es más que una cuestión terminológica, repuso el Sabio.
¡Utiliza
lo que eres!
El
Sabio prosiguió su camino mientras que el emperador se quedaba en mitad de la
calle, viéndole alejarse.
El
viejo Sabio no se volvió, no miró hacia atrás. Sabía lo que era y quién era,
sabía que otros necesitaban también descubrir esa confianza en sí mismos que él
había permitido encontrar al emperador, sentir esa luz, tener alguien a quien
mirar con respeto, pero sin miedo, pues el respeto permite la evolución.
Permite
evolucionar hacia el conocimiento sin tener necesidad de palabras, permite
tomar conciencia de sí mismo.
Un
muchachito se acercó al emperador que miraba como se alejaba el
Sabio,
le tocó en la manga y le dijo:
-¡Señor!
El
emperador se volvió hacia él:
-¿Qué
quieres?, le preguntó.
–Emperador,
puedes decirme... ¿de dónde vengo?... ¿quién soy?... ¿adónde voy?...
Con esta entrega termina el "cuento chino", ojala nos haya llegado su enseñanza.
Con esta entrega termina el "cuento chino", ojala nos haya llegado su enseñanza.
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