La vida, tu vida, es la suma de millones de
momentos cotidianos, la forma en que vives cada uno de ellos refleja hasta qué
punto estás despierto y qué es lo que significa
estar despierto.
La mayor parte del tiempo te encuentras
dormido, desconectado de tu entorno y de tu cuerpo, conectado con una maraña de
pensamientos, que no paran de evaluar,
proyectar y alucinar.
Muchas personas andan por la vida en un estado
de somnolencia, que apenas les permite identificar las emociones que se
gatillan en su interior.
Dentro de su cuerpo se despiertan una
diversidad de emociones que, al no ser reconocidas, se manifiestan en forma de
malestares corporales.
Al no saber identificar lo que produce esa
incomodidad, en un acto de comprensible supervivencia, buscan una explicación y
proyectan al exterior ese malestar, culpabilizando a otra persona, a las
condiciones climáticas, al exceso de trabajo, a la falta de tiempo, a la salud
misma o a la congestión del tráfico. Cualquier cosa es útil a la hora de proyectar
el malestar.
Toda tu cotidianidad es un hermoso regalo,
cada acto de tu sagrada vida es una oportunidad de manifestar tu creatividad.
Cada segundo en tu coche, en una fila en el
banco, en una rutinaria tarea diaria, es una
posibilidad de disfrutar y gozar de la presencia de Dios manifestada ti y en el
otro.
Cuando estás despierto puedes sentir este gozo
eterno, que es Dios, en todas tus actividades. Cuando estás dormido estás tan
concentrado en buscar hacia dónde proyectar tu malestar interno, que te pierdes
de la emoción que la aventura de Ser te regala.
Has llegado a este estado de somnolencia
después de miles de años de experiencia humana, toda ella resumida hoy en ti. ¡Hasta
ahora ha sido perfecto que así sea! Pero hoy estás asumiendo el maravilloso
poder de reconocer quién eres, de permitir que se manifieste la divinidad que
habita en ti. Hoy la vida se transforma ante ti y comienzas a reconocer que existe
un gozo supremo que sólo puedes alcanzar a través de tu cotidianidad, esa
cotidianidad que compartes con cada ser que te rodea.
Una persona despierta, es alguien capaz de
detectar el despliegue de sus emociones en cada segundo de su vida, sin juicio,
acogiéndolas con respeto. Es alguien que, en
cuanto comprende que está proyectando su
malestar interno hacia algo externo, suavemente se repliega e ilumina esa parte
que está en oscuridad haciéndose cargo de sí mismo, sin responsabilizar a
otros.
Es alguien que no está dispuesto a perderse la
Gracia de Ser, culpando a algo o alguien de sus elecciones y que ya no desea
vivir su vida siendo un cuerpo dormido que sueña que la vida es un castigo.
Alguien despierto sabe que la vida con todos
sus matices es un regalo que Dios mismo le ha entregado a cada uno de sus hijos
predilectos.
La vida cotidiana, en apariencia tan
irrelevante, es un tremendo desafío lleno de maravillosas posibilidades de expresar
la magia de SER.
Conversaciones con mi Ser Superior – Jascha
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar y hacer más grande esta página.