lunes, 29 de junio de 2020

Cuentos Sufís - HISTORIA DE LOCO


Entró alguien un día en una casa, con la cara descompuesta y los ojos huraños, para pedir asilo. El dueño de la casa le dijo:
"¿Qué sucede? ¿Qué pretendes huyendo? Tu cara está pálida y todo tu cuerpo tiembla."
El hombre respondió:
"Para divertir al sultán, capturan a todos los asnos que vagan por las afueras.
-Si son asnos lo que se captura, ¿en qué te afecta eso? ¡Tú no eres un asno que yo sepa!
- ¡Practican esta caza con tal celo y falta de discriminación, que no me extrañaría que me tomasen por un asno! ¡Su ardor es tal que no distinguirán!"
Si los subalternos no saben distinguir, atrapan al caballero en lugar de la montura. Afortunadamente, el sultán de nuestro país no tiene tan inútiles preocupaciones. Y sabe distinguir lo derecho de lo torcido.
¡Sé un hombre para no caer bajo los golpes de los cazadores de asnos! ¡Tú no eres un asno! No temas nada. ¡Tú eres el Jesús de este tiempo! El cuarto cielo está lleno de tu luz. ¿Cómo podría ser tu destino ir a parar a una cuadra?

sábado, 27 de junio de 2020

Cuentos Sufís - EL AFEMINADO


Un afeminado había llevado a su casa a un homosexual y éste, habiéndolo volteado al suelo, se puso a cumplir con su oficio. En aquel momento vio que un  puñal sobresalía del cinturón de su víctima consentidora.
"¡Oh, lindo mío! dijo, ¿qué significa ese puñal?"
El otro respondió:
"Si alguien tuviese perversas intenciones hacia mí, le abriría el vientre con  él."
El homosexual respondió:
"¡Gracias a Dios, yo no he caído en esa trampa!"
Cuando no tienes dignidad, ¿de qué te sirve un puñal? Posees un barco  mercante, pero dónde encontrarás un marino como Noé para pilotarlo? Quieres  reconfortar a los atemorizados, pero tú tiemblas aún más que los demás.
¡Oh, afeminado! Estás a la cabeza del ejército, pero tu miembro desmiente el orgullo de tu barba. Mientras que el miedo habite en ti, ese bigote y esa barba no te atraerán más que rechiflas.

jueves, 25 de junio de 2020

Cuentos Sufís - EL ASNO LASTIMADO


Había un aguador que poseía un asno de carácter desabrido y cansado de la existencia. Los fardos habían lastimado su lomo y éste inconsolable no esperaba ya más que la muerte. La falta de alimento lo hacía sufrir cruelmente y soñaba continuamente con un pienso de paja. El acicate había dejado, además, en sus costados unas llagas dolorosas.
Ahora bien, el palafrenero jefe del palacio del sultán conocía al propietario de este asno. Un día se cruzó con él en su camino. Lo saludó y, viendo el estado de su asno, se compadeció de él.
"¿Por qué está este asno tan demacrado? preguntó.
-La causa es mi pobreza, respondió el hombre. También yo estoy necesitado y mi asno tiene que prescindir de todo alimento."
El palafrenero le dijo:
"Confíamelo unos días para que aproveche un poco las ventajas de la cuadra del sultán."
El hombre le confió, pues, su asno y éste fue instalado en las cuadras del palacio. Allí vio unos caballos árabes, fogosos y lustrosos, provistos de un buen lecho de paja y de abundante alimento. El suelo estaba limpio y aseado. Nunca llegaba a faltar nada. Y viendo que a cada momento los almohazaban, el asno elevó los ojos al cielo y dijo:
"¡Oh, Dios mío! Aunque sólo sea un asno, soy, de todos modos, una de tus criaturas. ¿Por qué, entonces, tengo que soportar esta miseria y estos tormentos?
Paso las noches llamando a la muerte con mi deseo a causa de mi lomo baldado y mi vientre vacío. En comparación, la suerte de estos caballos me parece particularmente envidiable. ¿Es que, por casualidad, me están reservadas estas pruebas a mí solo?"
Ahora bien, un día estalló la guerra. Los caballos fueron ensillados y partieron al combate. Cuando volvieron a la cuadra, estaban ensangrentados, heridos por todas partes por innumerables lanzazos o flechazos. Los hicieron entrar en la cuadra y los trabaron para que el herrador, provisto de su lanceta, pudiese actuar. Y éste empezó a cortar en las heridas para retirar las puntas de las flechas. Al ver todo esto, el asno se dijo:
"¡Oh, Dios mío! A fin de cuentas, estoy satisfecho con mi estado de pobreza. Esta abundancia se vuelve pronto muy amarga. ¡Muy poco para mí!
Quien busca la salvación no se aficiona a este mundo de aquí abajo. ¡Mi salvación es la pobreza!"

martes, 23 de junio de 2020

Cuento Sufis - EL ASNO Y EL ZORRO


Un campesino poseía un asno flaco y demacrado que, desde el poniente hasta la salida del sol, vagaba, lamentable, sin comer nada, por los pedregosos desiertos. Ahora bien, en estos parajes había un bosque rodeado de marismas, en el que reinaba un león, gran cazador. Este león se encontraba entonces agotado y malherido como consecuencia de un combate con un elefante. Estaba tan débil que ya no tenía fuerza para cazar. Tanto, que él y los demás animales se encontraban privados de alimento. Estos últimos tenían, en efecto, la costumbre de alimentarse con los restos de la comida del león. Un día el león ordenó al zorro:
"Ve a cazarme un asno. Busca uno en el prado y arréglatelas para traerlo aquí por astucia. Comiendo su carne recuperaré fuerzas y me pondré de nuevo a cazar. Necesitaré muy poco y os dejaré el resto. Practica tus sortilegios y tráeme un asno o un buey. Emplea cualquier medio a tu conveniencia, pero arréglatelas para que se acerque a mí.
-Soy tu servidor, dijo el zorro. Estoy en mi terreno cuando se trata de astucia. Mi camino aquí abajo consiste en guiar a los que abandonan el buen camino."
Partió, pues, hacia el prado. Pues bien, en su camino, en medio de un desierto, vino a dar con un asno que vagaba, flaco y demacrado. Se acercó y entabló conversación con este inocente.
Pero ¿qué haces tú en este pedregoso desierto?
-El que yo coma espinas o que esté en el jardín del Irem Dios lo ha querido así y yo le doy gracias por ello. Se deben agradecer los beneficios tanto como las decepciones. Pues en el destino existe lo peor de lo peor. Como es Dios quien hace el reparto, la paciencia es la llave de todo favor. Si me ofrece leche, ¿por qué habría de pedirle miel? De todos modos, cada día trae su parte de tormentos.
-Pero, replicó el zorro, la voluntad de Dios es que busques la parte que te está destinada. Este es un mundo en el que reina el pretexto. Si no hay pretexto ni razón aparente, tu parte se te escapa. Por eso es por lo que es importante reclamar.
-Lo que dices, dijo el asno, prueba tu falta de confianza en Dios.
Pues El que da la vida dará también el pan. El que es paciente acaba por encontrar su parte, tarde o temprano y, con seguridad, más rápidamente que el que no sabe esperar.
- ¿La confianza en Dios? respondió el zorro. Eso es algo muy escaso. Y no creas que tú o yo la tengamos. Hay que ser muy ignorante para pretender conseguir lo escaso, pues no a todos les es dado llegar a sultán.
-Tu discurso está hecho sólo de contradicciones, replicó el asno.
Aquí abajo, todas las desgracias provienen de la codicia. Hasta hoy, nadie ha oído hablar nunca de una muerte causada por la moderación y nadie ha llegado a sultán sólo por la fuerza de su ambición. Los perros no comen pan y los cerdos tampoco. La lluvia y las nubes no son fruto de una acción humana. El deseo que tienes de conseguir tu parte no tiene igual sino en el deseo que tu parte tiene de unirse a ti. Si tú no vas hacia ella, ella vendrá a ti. En esta búsqueda, la precipitación sólo puede traer decepciones.
- ¡Eso no es más que una leyenda! se burló el zorro. Hay que hacer un esfuerzo, aunque no sea más que para obtener una semilla. Puesto que Dios te ha dado manos, debes usarlas. Tienes que trabajar, aunque sólo sea para ayudar a tus amigos. Puesto que nadie puede ser a la vez sastre, aguador y carpintero, el universo encuentra equilibrio en la distribución del trabajo y de las ganancias. Es un error creerse libre porque se consume gratis.
-Yo no conozco mejor ganancia que la confianza en Dios, dijo el asno; pues cada vez que se dan las gracias a Dios, aumenta nuestra ganancia."
Conversaron así durante mucho tiempo y acabaron por agotar las preguntas y las respuestas. Finalmente, el zorro dijo al asno:
"Es una idiotez esperar en este desierto de piedras. La tierra de Dios es vasta. Ve mejor al prado. En él, todo es verde como en el paraíso. La hierba crece abundante. Todos los animales viven allí alegres y felices. La hierba es tan alta que incluso un camello podría ocultarse en ella. Unos arroyos de agua pura amenizan este Edén por aquí y por allá."
El asno ni siquiera dudó en responder:
"¡Oh, traidor! Si vienes de ese paraíso, ¿por qué estás tan flaco? ¿Y dónde está, tu alegría? La debilidad de tu cuerpo es peor que la mía. Si eres un
mensajero de los arroyos de lo que me hablas, entonces qué mensajero enviará la sequía? Tú cuentas muchas cosas, pero apenas presentas pruebas."
A fuerza de insistencia, el zorro consiguió arrastrar al asno hacia el bosque.
Lo condujo hacia el cubil del león. Cuando estaban aún bastante lejos, el león cargó, lleno de impaciencia. Con un terrible rugido, se precipitó hacia el asno, pero sus fuerzas lo traicionaron y el asno, medio muerto de miedo, logró refugiarse en la montaña. El zorro dijo entonces al león:
"¡Oh, sultán de los animales! ¿Por qué has actuado así contra toda razón?
¿Por qué te has precipitado? Si hubieras sabido esperar, era asunto resuelto. Al verte, el asno ha huido y tu debilidad, revelada a la luz del día, te cubre de vergüenza.
-Yo creía poseer mi fuerza de otros tiempos, dijo el león. Ignoraba que estuviera debilitado hasta este punto. El hambre me ha hecho olvidar todo. Mi razón y mi paciencia se han evaporado. Utiliza, por favor, tu inteligencia una vez más y tráemelo. Si lo consigues, te estaré agradecido para siempre.
-Si Dios lo quiere, dijo el zorro, la ceguera de su corazón le hará cometer de nuevo el mismo error. Quizás olvide el miedo que acaba de experimentar. ¡No sería muy extraño por parte de un asno! Pero si lo consiguiera, no peques por exceso de precipitación para no arruinar mis esfuerzos.
-Ahora ya tengo experiencia, dijo el león. Ya sé que estoy débil e inválido.
Te prometo no atacarlo hasta que esté a mi alcance."
Así que el zorro volvió a ponerse en camino rezando:
"¡Oh, Dios mío! ¡Ayúdame! ¡Haz que la ignorancia oscurezca la inteligencia de este asno! Debe de estar ahora arrepintiéndose y jurando no dejarse engañar nunca más por las promesas del prójimo. Ayúdame para que pueda engañarlo una vez más. Pues soy enemigo de toda inteligencia y traidor a todo juramento."
Cuando llegó junto al asno, éste le dijo:
"¡Déjame en paz, oh cruel! ¿Qué te he hecho para que me arrastres así ante un dragón? ¿Por qué has atentado contra mi vida? ¿Qué ha causado esta animosidad? La causa de todo esto es, sin duda, tu perversa naturaleza. Eres como el escorpión que pica a los que nada le han hecho. O como el diablo que nos hace daño sin razón alguna.
-Lo que has visto, dijo el zorro, no era sino una aparición creada por los artificios de la magia. Puedes suponer que, si no existieran tales sortilegios, todos los hambrientos se habrían citado en ese lugar. Si esta ilusión no existiera, la comarca se convertiría en refugio de los elefantes y nada quedaría en pie. Yo quería avisarte para evitarte este terror, pero mi piedad por ti y el deseo que yo tenía de ayudarte, todo eso me quitó esta precaución de la cabeza. Si no, estoy seguro que te habría advertido de ello.
-¡Oh, enemigo! dijo el asno. ¡Desaparece de mi vista! ¡No quiero verte más!
Ahora lo comprendo: ¡desde el principio, no buscabas más que mi vida! ¡Después de que he visto el rostro de Azrael, tienes aún el descaro de intentar engañarme!
Soy la vergüenza de la especie de los asnos, te lo concedo. Soy incluso, si tú quieres, el más vil de los animales, pero, sin embargo, vivo. Un niño que hubiera vivido lo que yo acabo de vivir se habría convertido en un anciano. Prometo ante Dios que nunca más creeré las mentiras de los impostores."
El zorro replicó:
"No existen heces en lo puro. Pero la duda existe en la imaginación. Tus sospechas están injustificadas. Créeme. No hay mentira alguna en mis palabras ni traición en mis intenciones. ¿Por qué afligir a tu amigo con tales sospechas?
¡Aunque las apariencias estén contra ellos, no desconfíes de tus hermanos! La sospecha aleja a los amigos, unos de otros. Te lo repito: ese león sólo era una ilusión. La duda y el miedo no son sino obstáculos en tu camino."
El asno intentó resistirse a las mentiras del zorro, pero la falta de alimento había agotado su paciencia y oscurecido su entendimiento. El cebo del pan ha costado, ciertamente, muchas vidas y atravesado muchas gargantas. Y el asno era prisionero de su hambre. Se decía:
"Si la muerte está al final del camino, eso sigue siendo, a pesar de todo, un camino. Y, al menos, me libraré de esta hambre que me atenaza. ¡Si la vida consiste en este sufrimiento, acaso valga más morir!"
Había tenido desde luego un destello de inteligencia, pero, a fin de cuentas, prevaleció su asnería. El zorro lo condujo, pues, ante el león y éste lo devoró.
Tras este combate, el león tuvo sed y partió hacia el río para saciarla. Mientras estaba ausente, el zorro comió el hígado y el corazón del asno. A su vuelta, viendo que el asno no tenía hígado ni corazón, el león preguntó al zorro:
"¿Adónde han ido a parar su corazón y su hígado? No conozco criatura que
esté desprovista de estos dos órganos."
El zorro replicó:
"¡Oh, león! Si hubiese tenido hígado y corazón*, ¿habría vuelto aquí por segunda vez?"

sábado, 20 de junio de 2020

Marco Aurelio - Meditaciones


Tan extraño es uno en el mundo ignorando lo que hay como desconociendo lo que en él se hace. Es desertor el que procura esquivar las leyes de la sociedad; ciego, el que tiene cerrados los ojos de la inteligencia; pobre, el que necesita de otro y no posee en sí mismo lo que contribuye al bienestar de la vida; enfermedad del género humano es el que se subleva y se niega a las condiciones de nuestra común naturaleza, maldiciendo los accidentes que le ocurren, porque la que los produce es la que le ha dado el ser y, en fin, es un miembro amputado de la ciudad el que separa su alma de las de los demás seres racionales, porque en el mundo hay una sola y única razón.

jueves, 18 de junio de 2020

Marco Aurelio - Meditaciones


¿Has visto aquello? Pues ve también esto. No te turbes por nada; escudriña lo más profundo de tu corazón y lee únicamente lo que te dicta. ¿Qué alguien ha caído en falta? La culpa es para él solo. ¿Qué te ha sucedido algo? Perfectamente. Todo lo que te sucede se relaciona con el orden general del universo; está determinado desde su origen, se halla urdido en la trama de tu existencia. Es indudable que la vida es corta.
Procura, pues, aprovechar lo que se presenta, inspirándote en la razón y en la justicia. Y si interrumpes tu labor, que sea brevemente.

martes, 16 de junio de 2020

Marco Aurelio - Meditaciones


Procura ver si te da buen resultado la vida siendo hombre de bien, es decir, aceptando con resignación la parte que te ha concedido en este mundo el destino, conduciéndote en él con justicia y conservando en tu corazón una benevolencia inagotable.

domingo, 14 de junio de 2020

Marco Aurelio - Meditaciones


No hagas muchas cosas –dicen– si quieres vivir tranquilo. ¿No sería mejor decir: ¿haz lo que es necesario, lo que la razón por naturaleza exige y como exige que sea hecho? Este es el medio más seguro que podemos emplear para gozar de la tranquilidad, y no solamente de la que nos pueda procurar el cumplimiento de nuestros deberes, sino también de la que se disfruta haciendo pocas cosas a la vez. En efecto; la mayor parte de nuestras palabras y de nuestras acciones son inútiles; luego suprimiéndolas tendremos más tiempo libre y menos preocupaciones. Es necesario, pues, repetirse a cada instante:
«Esto, ¿puede serme acaso de alguna utilidad?». Y no solo debemos evitarnos las acciones, sino también los pensamientos que no son necesarios. De esta manera, las acciones que ellos arrastran no llegarían a tener realidad.

viernes, 12 de junio de 2020

Oraciones Bahá'ís


¡Glorificado seas Tú, oh, Señor mi Dios! Te doy gracias por haberme permitido reconocer la Manifestación de tu Ser; por haberme separado de tus enemigos y exponer ante mis ojos sus maldades y perversas acciones en tus días; por haberme librado de todo apego a ellos y hacerme volver completamente hacia tu gracia y generosos favores. También te doy gracias por haberme enviado, desde las nubes de tu voluntad, aquello que me ha santificado de las insinuaciones de los infieles y de las sugerencias de los incrédulos, de tal modo que he fijado mi corazón firmemente en Ti y he huido de aquellos que han negado la luz de tu semblante. Te agradezco, además, el haberme capacitado para ser firme en tu amor, para conmemorar tu alabanza y ensalzar tus virtudes. Y te agradezco haberme dado a beber del cáliz de tu merced, que sobrepasa lo visible y lo invisible.

miércoles, 10 de junio de 2020

Marco Aurelio - Meditaciones


¡Oh, universo! Todas tus obras me complacen. Todo lo que llega a tiempo para ti no puede ser para mí ni prematuro ni tardío. ¡Oh, Naturaleza! Lo que me traen tus estaciones es para mí siempre sazonado fruto. Todo proviene de ti, todo reside en ti, todo vuelve a ti.

lunes, 8 de junio de 2020

Anecdotas del Talmud - PECADOS CONTRA EL ETERNO Y LOS SERES HUMANOS


Los pecados contra el Eterno, si se arrepiente, le son perdonados, pero los pecados contra el prójimo, el Eterno no perdona, salvo que pida perdón al que dañó.
Rabí Iosí Hacohen dio un ejemplo al respecto:”-Una persona pidió un préstamo a otra y juró por la vida del rey, en su misma presencia, que lo devolvería en una fecha establecida. Cuando llegó dicha fecha y como no podía devolver el préstamo, corrió a ver al rey y le pidió misericordia.
El rey le respondió:”-Te perdono el haber jurado por mi vida, pero en cuanto a la deuda, tienes que arreglarte con el damnificado”.
(Tratado Rosh Hashana ,17)

sábado, 6 de junio de 2020

Oraciones Bahá'ís


¡Mi Dios, mi adorado, mi rey, mi deseo! ¿Qué lengua puede expresar mis gracias a Ti? Yo era negligente, Tú me despertaste. Yo me había alejado de Ti, Tú me ayudaste bondadosamente a volver hacia Ti. Yo era como un muerto, Tú me vivificaste con el agua de vida. Yo estaba marchito, Tú me reanimaste con la corriente celestial de tu Palabra que ha fluido de la pluma del Todo Misericordioso.

jueves, 4 de junio de 2020

Anécdotas del Talmud - LA FIGURA DE RABÍ IOJANAN BEN ZAKAI


Se cuenta que nunca habló de cosas sin sentido, ni durmió una siesta en la Casa de Estudios, a la cual llegaba el primero y salía el último.
Nunca nadie lo vio callado, porque siempre estaba sentado estudiando.
Nadie les abría la puerta a sus discípulos, él solo se paraba para hacerlo y nunca dijo nada que no hubiese escuchado de su maestro
(Tratado Ioma, 28)

martes, 2 de junio de 2020

Anécdotas del Talmud - LA RESPONSABILIDAD DE UN JUEZ


Cuando Rav se dirigía al Tribunal para juzgar, decía:”-Voy a tomar una responsabilidad que es tan seria como si pusiese en peligro mi propia vida. No voy a aprovechar nada para mi pecunio y ojalá que vuelva a mi hogar tan limpio como salí”.