Dentro de la dinámica familiar, el orden en el que
nacen los hijos es importante, para la personalidad y para la afinidad con los
demás. Por eso te interesa saber qué número de hermano eres. Marc Fréchet, el
descubridor de los “Ciclos Biológicos Memorizados”, descubrió también que
existían patrones repetidos en las personalidades de los primogénitos, de los
segundos hijos y de los hijos terceros.
Hay
una especie de “resonancia”, afinidad. Y es, básicamente, una regla de 3. Es
decir, no existe el 4, la afinidad y personalidad de los hijos 4, es la del
hijo 1, porque vuelve a comenzar.
Este
principio está cimentado en la subconsciente idea de la “Trinidad”.
1:
Es masculino, el hombre.
2: Es femenino, la mujer.
3: Es la realización, la creatividad, el fruto.
Afinidades
entre hijos:
Hijo 1, afín al hijo 4, al hijo 7 y al hijo 10
Hijo 2, afín al hijo 5, al hijo 8 y al hijo 11
Hijo 3, afín al hijo 6, al hijo 9 y al hijo 12
Y la
misma memoria subconsciente, existe en el vientre de una madre. Todas las
concepciones, así sean abortos naturales y provocados, corresponden a los
números descritos: masculino, femenino y realización.
Y
éste número en la hermandad, representa que hay simpatía, entendimiento,
comprensión, complicidad y en algunos casos, hasta parecido físico.
En
todas las familias sucede esto y puede ocurrirte con tus hermanos y con tus
padres. Por ejemplo, si tú eres el primero hijo y tu padre es el primer hijo
dentro de su familia, tú y tu padre serán afines.
Si
tú eres el hijo 2 y tu madre es la segunda hija en su familia, serás afín a tu
madre.
En
Biodescodificación, éste llamado “Rango de Hermandad”, influye también en lo
que decidas hacer en la vida, porque como parte de la “afinidad”, resulta el
copiar, el imitar, el repetir programas, enfermedades, etc.
Existiendo
a la vez, la influencia del proyecto sentido con el que te conciban tus padres.
Es decir, si te sienten un gran regalo, un estorbo, un bebé ya no esperado ni
deseado, un accidente, etc.
Y en
general, se han podido observar las siguientes características, en la
personalidad de los hijos, según qué número de hermano eres o ciertas
condiciones específicas:
El primer hijo, el primogénito.
Disfrutan durante algunos meses o años, de ser hijos
únicos, pero con el nacimiento de los hermanos viven un conflicto de pérdida,
porque ya no toda la atención de los padres se dirige a ellos. Más cuidados van
al hermano.
El
primogénito, puede reaccionar aislándose, convirtiéndose rápidamente en un ser
independiente o puede convertirse en enemigo del hermano 2. Esto dependerá
mucho de la capacidad de los padres para educarlos en equilibrio.
El
primogénito suele ser un hijo responsable, ordenado, esquemático, líder y por
lo general, extremadamente seguro de sí mismo. Se sabe especial, se sabe
importante y se sabe fuerte. Será la voz que escuchen todos los demás hermanos.
Con
frecuencia se les obliga a cumplir responsabilidades que les corresponderían a
los padres: cocinar, cuidar a los hermanos, resolver problemas de la casa,
alimentar a los hermanos, e incluso a mantener el negocio familiar en algunos
casos.
Ser
primogénito también tiene sus ventajas. Por lo general, el primero hijo
representa el linaje del padre, de la familia paterna e incluso, en un gran
porcentaje de ocasiones “el parecido físico mayor” es con el padre.
Hay
que tener cuidado, de no cargar la mano al hijo primogénito, porque puede
sentirse obligado a ver de por vida por los hermanos, mantenerlos, cuidarlos y
dejar su vida de lado. Las hijas primogénitas, con frecuencia llegan a tener un
gran poder en la familia y asumen responsabilidades como el rol de cuidadoras,
pudiendo llegar a convertirse en madres simbólicas de los hermanos y de la
propia madre.
Los
hijos primogénitos varones se convierten en patriarcas, en guías para toda la
familia. Todos le siguen y obedecen. Tiene muy marcados los valores masculinos
de la familia. Y hay que analizar al padre, al abuelo y al bisabuelo, para
entender toda la carga emocional que trae encima.
Son
muy sensibles a los problemas del linaje paterno y a los programas
inconscientes de otros familiares primogénitos en el árbol.
Si
hay un primogénito que tenga padre ausente, familia paterna no presente, que
haya sufrido abandono del padre, entonces, será un hijo rehén de secretos y
sombras transgeneracionales. Con una gran carga emocional negativa.
Un
primogénito hombre o mujer, nunca rechazarán asumir responsabilidades y buscar
el liderazgo, pudiendo llegar a creerse irreemplazables. Se identificarán con
personas que están en posición de poder. Pueden tener actitudes autoritarias y
un marcado interés por los bienes materiales.
Son
pragmáticos y ordenados. Los fracasos no les desaniman.
Con
sus parejas se mostrarán sensibles y tímidos.
No
sólo las tratarán como a un “igual” sino que buscarán parejas fuertes,
decididas, determinadas.
Los
primogénitos, hombres y mujeres, serán padres controladores y estrictos.
El primogénito varón, seguido de una hermana.
El primogénito varón seguido de una hermana tiene un don
natural para cuidar a las mujeres, con las que sabe mostrarse atento y
comprensivo. Elegirá mejor que otros hombres a sus parejas y no tendrá
inconvenientes en trabajar con o para ellas.
La primogénita mujer, seguida de una hermana.
La primogénita mujer, seguida de una hermana toma
actitudes maternales con ella. Tiende a ser responsable, estricta y preocuparse
por los demás, dando órdenes y controlando.
Cuando
llega el momento, intentará controlar a su marido y a sus hijos. Son mujeres
muy sacrificadas, que llegan a olvidarse de sí mismas.
Suelen
tener una relación muy estrecha con el padre, siéndole fiel. Puede sentir culpa
inconsciente por ser la preferida del padre. Por su rol matriarcal, puede tener
dificultades para entenderse con el sexo opuesto. De hecho, le molesta que el
hombre que le interesa busque su contacto. Su pareja ideal sería un hermano
menor de hermanas o un hombre con el mismo rango de hermandad que su padre.
El primogénito varón, seguido de un hermano.
El primogénito varón, seguido de un hermano, se convierte
en guía de éste, pero suele ser una relación difícil, Casi siempre se
convierten en enemigos. Piensan diferente, actúan diferente, sienten diferente.
Se crea una especie de competencia de por vida, para ser mejor que el otro.
La primogénita mujer, seguida de un hermano.
La hija primogénita seguida de un hermano varón, tendrá
una fascinación especial por el mundo masculino y una conexión especial con la
abuela paterna y las tías paternas.
Sabe
cuidar de los hombres y será muy valorada por ellos, sobre todo si son hermanos
menores. En cambio, puede tener conflictos de poder con hombres primogénitos,
porque los verá como competencia y será una lucha constante de poder.
Será
independiente y fuerte, en el ámbito profesional prefiere dirigir. Tendrá una
mejor relación con el sexo masculino que con el femenino.
A
los hombres bajo su cargo, los tratará como niños.
En
las relaciones de pareja, suele esforzarse por satisfacer a su hombre,
olvidándose de sí misma y de sus necesidades.
El segundo hijo, el hijo sándwich.
La
confusión.
Se
trata, sin duda, del hijo cuyo rango de hermandad entraña más dificultades en
el seno familiar. Disfrutará de una mayor neutralidad y su posición favorecerá
un mayor equilibrio emocional; pero dudará consciente e inconscientemente de
los sentimientos de los padres hacia él en comparación con el resto de
hermanos. No tendrá más opción que esforzarse para hacerse notar y reclamar
protagonismo.
Su
equilibrio emocional le llevará a ser probablemente comprensivo, cooperativo y
flexible sin dejar, por ello, de ser competitivo. Suele rodearse de un círculo
de amistades en el que buscará la atención que siente que no obtuvo en la
familia. Al haber recibido menor atención que sus hermanos por parte de los
padres, las amistades pueden convertirse en una suerte de familia de
compensación.Precisamente, esta habilidad social aprendida por la necesidad
puede propiciar actitudes emprendedoras exitosas.
Por
otra parte, fruto de la comparación con hermanos mayores y menores, así como
del reclamo de protagonismo, el hijo de rango central forjará una personalidad
opuesta al hermano mayor y al hermano menor.
Hijo segundo varón, si el primogénito es varón.
Si el segundo hijo es varón y ha nacido poco tiempo
después de un primogénito varón, puede acentuarse ese espíritu competitivo e
incrementarse la polarización con las cualidades del mayor por oposición. Si
uno de los progenitores es también hermano segundo, se identificará con él; si
se trata del padre, esa identificación padre segundo – hijo segundo generará
competencia de este último con el primogénito.
Como
resultado y reminiscencia de sus dudas de la niñez sobre el cariño y los
sentimientos de los padres, en la vida buscará amigos protectores que lo
entiendan y valoren.
Profesionalmente,
no tendrá inconvenientes en ser subordinado, aunque puede desafiar a oponentes
más poderosos. Con las mujeres se mostrará generoso y permisivo.
Hijo segundo varón, si el primogénito es mujer.
Será un hijo aislado, que luchará por ser el mejor, ser
independiente, y puede tener una personalidad muy femenina o emocional o lo
contrario, una personalidad dura y rígida.
Necesitará
mucho el referente paterno. Copiar al padre, imitar a su padre. Comprender cómo
debe ser un hombre.
Las
mujeres no sólo lo aman, sino que anhelan cuidarlo. En cuanto a las mujeres,
puede seducirlas fácilmente. Siempre esperará que las mujeres de su vida,
primero hermanas y luego parejas, lo protejan y sirvan. Para él sólo cuentan
sus propios intereses.
Hija segunda mujer, si el primogénito es hombre.
Será femenina, cálida, amable y sensible. Obviamente, con
esas cualidades puede conseguir lo que quiera de los hombres y, de hecho, tiene
gran facilidad para encontrar compañía. Suele casarse o emparejarse antes que
las demás, aunque no le preocupa la soltería porque tiene hermanos en quien
apoyarse. Su mejor elección como pareja será un hermano mayor de hermanas. Es
capaz de adaptar su vida a los intereses del hombre que ama.
Hija segunda mujer, si el primogénito es mujer.
Vivirá buscando el reconocimiento de los demás y se
mostrará competitiva no sólo con otras mujeres sino también con los hombres.
Necesita sentirse respetada. Se identifica con su madre y con su abuela
materna, sobre todo si tienen su mismo rango de hermandad. También necesitará
al esposo que deberá implicarse en lo cotidiano con los hijos y ayudarla mucho
con ellos.
En
cuanto a los hijos, le cuesta manejarlos, no se sabe dar a respetar, siente que
su voz, no cuenta y precisa la ayuda de su madre o de la hermana. Suelen ser
madres de hijos muy conflictivos, porque jamás las ven como autoridad.
El tercer hijo, el chiquito, el benjamín.
Llega cuando los padres ya tienen confianza y experiencia
acumulada para ejercer ese rol.
El
hijo pequeño goza, por tanto, de más permisividad y menos control que sus
hermanos mayores. Por ende, desarrolla cualidades como la simpatía y el encanto
para poder seducir, con lo que acapara las atenciones de todos los miembros de
la familia y también las envidias de sus hermanos. Al gozar de más libertad, el
hijo menor es más independiente.
Tiene
mucho en común con el primogénito porque ambos se sienten con derechos y se
creen especiales. Como hijo menor, ha tenido que afrontar menos
responsabilidades y en la vida probablemente no buscará experiencias con mucha
responsabilidad.
Puede
estar sobreprotegido y, como resultado, mostrarse menos respetuoso con la
autoridad.
El
hijo menor puede heredar programas inconscientes muy concretos, como las
tentativas de sus padres para que no abandone el hogar familiar (síndrome del
nido vacío) o representar el programa inconsciente de ser el cónyuge ideal del
progenitor del sexo contrario.
Puede
sentirse el hijo bastón y padecer sobrepeso por sentir que debe ser “grande y
fuerte”, para cargar con la madre o el padre en la vejez. Difícilmente hará su
vida sin salirse de la casa.
Difícilmente
se casará o pensará en hacerlo mientras sus padres vivan.
Cuando
le separan varios años de sus hermanos anteriores, su rol es muy similar al del
hijo único.
Hijos Únicos.
Crecen rodeados de adultos, por lo que adquieren
rápidamente la madurez. Normalmente, se benefician de recursos como tiempo,
atención y dinero. Además, no tienen que compartir ni competir por el amor de
sus padres. Esto acrecienta su tendencia a ser independientes. Al pasar tanto
tiempo solos, suelen ser ingeniosos y creativos.
Desde
un punto de vista estrictamente transgeneracional, los hijos únicos a veces
responden a memorias de conflictos entre hermanos de anteriores generaciones y
son la respuesta al deseo de estar solos y evitar la repetición de esos
enfrentamientos. Otras veces, se trata de la reparación de un exceso de hijos o
de una procreación caótica en generaciones anteriores.
El
hijo único es el depositario de las expectativas de sus padres. Además, tiene
que asumir todo el peso de la continuidad familiar. El clan corre peligro de
extinguirse, lo que se traduce en una carga adicional para él. Es frecuente que
en estos casos se manifieste el Complejo de Atlas al tener que sostener en
soledad sobre sus hombros toda la herencia transgeneracional y la
responsabilidad de la supervivencia del clan.
Echará
de menos la existencia de hermanos y se sentirá culpable inconscientemente si
la madre ha sufrido abortos.
En
el caso del hijo único varón, hay que tener muy en cuenta el linaje paterno y
los rangos de hermandad de su padre y su abuelo. Un padre que sea hermano mayor
de hermanos se llevará bien con su hijo único.
El
hijo único varón puede asumir roles de liderazgo, aunque preferirá asesorar más
que mandar él mismo. Como pareja, buscará una que sea maternal y acepte
subordinarse a él y a sus intereses. Se identificará especialmente con otro
hijo único o con hermanos mayores. Si tiene un hijo, preferirá que sea varón.
A la
hija única le cuesta compartir más que a otras mujeres. Intentará ser siempre
la preferida y no pasar nunca inadvertida. Habitualmente, es incapaz de dejar
de lado su egocéntrica personalidad en relación a los hombres, de los que
espera que representen un modelo paterno. Su madre la asiste más que otras
madres a sus hijas y es posible que hasta le busque parejas. El hombre que se
case con ella debe tener muy en cuenta a la madre de ella ya que, por lo
general, la suegra forma parte del lote.
Como
madres, las hijas únicas son exigentes, si bien cuidan menos a sus hijos que
otras madres. Se dará por satisfecha teniendo sólo una hija. Si tiene un hijo,
verá en él más características de su padre que de su marido.
Mellizos y Gemelos.
Pueden polarizarse y representar uno el linaje paterno y
el otro el linaje materno. Su vinculación especial les hace muy intuitivos. Con
respecto a otros hermanos, es habitual que actúen en coalición.
Si
son niño y niña, los roles se determinarán en función de los padres. Si el
padre es el mayor y la madre la menor de sus hermanos, el niño asumirá el rango
de mayor y la niña el de menor, aunque no hayan nacido en ese orden. Es decir,
si no hay más hermanos, asumen roles de posiciones filiales habituales. Cuando
los mellizos o gemelos tienen hermanos menores, aprenden roles de hermanos
mayores de hermanas y hermanos, según cada caso.
Hijos Adoptados.
La clave está en las circunstancias del momento de su
llegada a la familia. Si se incorpora antes que sus hermanos (biológicos o
también adoptados), todo será más fácil para él. Si lo hace después, su
presencia trastoca todo el sistema de rangos ya existente, lo que puede
originar reubicaciones, rivalidades y conflictos de identidad.
El
hijo adoptado se beneficia de una mayor protección por parte de los padres
tanto en el seno familiar como hacia el exterior. Sin embargo, puede ser
considerado como un intruso o un competidor por los otros hermanos.
Según
vaya creciendo, podrá sufrir un conflicto de lealtad con los padres adoptivos
si alguna vez desea de conocer o saber algo de sus padres biológicos, hacia los
que podrá sentir resentimiento en unos casos o mucha pena en otros.
Fuente: soyespiritual.com