1. El período en que está influida por el rayo de la
personalidad.
2. El período en
que está influida por el rayo del ego.
3. El período en que está regida por el rayo
monódico.
El primer
período es mucho más prolongado que los
otros dos; y abarca la vasta progresión de los siglos durante los cuales se
desarrolla el aspecto actividad del triple yo. Las vidas trascurren una tras
otra, durante las cuales se forja lentamente el aspecto manas o mente, y el ser
humano es controlado cada vez más por su intelecto, actuando por medio de su
cerebro físico.
Los siglos
pasan y el hombre va siendo cada vez más inteligente; el campo de acción de su
vida es cada vez más apropiado para la entrada de este segundo aspecto.
El segundo
período, en que domina el rayo egoico, no es
comparativamente tan prolongado… caracteriza a esas vidas del hombre en que
pone sus fuerzas del lado de la evolución, se somete a disciplina, entra en el
Sendero de Probación y va ascendiendo hasta la tercera Iniciación.
El tercer
período es el más corto… Señala el período de realización, de
liberación, y aunque es el más corto visto desde abajo, es de relativa
permanencia visto desde el plano de la Mónada.
“Sigue tu
camino, oh Peregrino, con firme perseverancia. No existe candil ni lámpara
terrenal alimentada con aceite. Acrecienta continuamente la irradiación hasta
que el sendero termine en una llamarada de gloria, y el viajero de la noche se
convierta en el hijo del sol y atraviese los portales de ese radiante orbe”.
El Peregrino Atento.
Atiende oh
Peregrino, la entonación de la palabra por los Grandes Señores dévicos. Aquieta
toda vibración terrena; apacigua las inquietas luchas de la mente inferior, y
con oído atento escucha los sonidos que se elevan hasta el trono del Logos.
Sólo los puros de corazón pueden oír, sólo los gentiles pueden responder.
Los tormentosos
sonidos de las luchas terrenas, las agudas vibraciones de la esfera acuosa, la
explosiva nota que marca el lugar del pensamiento, apagan el sonido y oscurecen
el tono. Aquel que está silente, tranquilo y calmo internamente, que todo lo ve
por medio de la luz divina, y no es guiado por la luz reflejada dentro de las
triples esferas, es aquel que en breve oirá. Desde el éter circundante, una
nota hará impacto en su oído, distinta de los tonos emitidos en el mundo
terrestre.
Atiende oh
Peregrino, porque cuando ese sonido hace impacto sobre el sentido interno, con
una vibración colorida, debes sabe que se ha logrado un punto que señala una
gran transición.
Observa oh
Peregrino la llegada de esa hora. Con esfuerzo purificado asciende más cerca
del Sonido. Debes saber que su ton se desliza a través de la brumosa alborada o
cuando la suave luz del sol golpea suavemente al oído pronto el oído interno se
convertirá en un sentimiento expandido y cederá su lugar a la visión y perfecta
comprensión.
Has de saber que cuando la música de las esferas te
llegue nota tras nota en el brumoso amanecer, en el soleado mediodía en la
frescura de la tarde o en la reverberación a través de la noche profunda, en su
rítmico tono reside la secreta revelación.
Las seis Reglas del Sendero (Reglas del Camino):
I. El Camino se recorre a la plena luz del día, la cual
es proyectada sobre el Sendero por Aquellos que saben y guían. Nada puede
ocultarse, y en cada vuelta de ese camino el hombre debe enfrentarse a sí
mismo.
II. En el Camino lo oculto es revelado. Cada uno ve y
conoce la villanía del otro. No encuentro otra palabra para traducir la antigua
palabra que designa la estupidez y la vileza no reveladas, la burda ignorancia
y el propio interés, características sobresalientes del aspirante común. Sin
embargo, a pesar de esa gran revelación, no es posible volver atrás, despreciar
a los demás ni vacilar en el Camino. El Camino va hacia el día.
III. Ese camino no se recorre solo. No hay prisa ni
apremio. No hay tiempo que perder. Cada peregrino, sabiéndolo, apresura sus
pasos y se encuentra rodeado por sus semejantes. Algunos logran pasar adelante,
él los sigue. Otros caminan detrás, él marca el paso. No camina solo.
IV. Tres cosas debe evitar el peregrino. Llevar un
capuchón o velo, que oculte su rostro a los demás, un cántaro que sólo contenga
suficiente agua para sus propias necesidades y, un báculo sin horqueta.
V. Cada Peregrino en el Camino, debe llevar consigo lo
necesario; un brasero para dar calor a sus semejantes; una lámpara para
iluminar su corazón y mostrar a sus semejantes la naturaleza de su vida oculta;
una talega con oro que no ha de esparcir por el Camino sino compartirlo con los
demás; una vasija cerrada donde guarda todas sus aspiraciones para arrojarlas
a los pies de Aquel que espera en el portal para darle la bienvenida.
VI. A medida que el Peregrino recorre el Camino debe
tener el oído atento, la mano dadivosa, la lengua silenciosa, el corazón casto,
la voz áurea, el pie ligero y el ojo, que ve en la luz, abierto. Él sabe que no
camina solo.
Recopilado de los libros de Alice A. Bailey y El Maestro Djhwal Khul Fuente: tsering.cl
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