domingo, 12 de junio de 2022

Cuentos Sufís - EL ENFERMO Y EL SUFI (3)

De todos modos, el mástil está roto y la tienda se viene abajo. Sería estúpido acabar ante la justicia por un hombre que tiene ya toda la apariencia de un cadáver." Así, decidido a no replicar, condujo al enfermo ante el juez, que es la balanza de la verdad, lejos de todas las trampas de Satanás. Como por arte de magia encierra a Satanás en una botella y cura la calumnia con el remedio de la ley. Así, el sufí tomó a su adversario por su túnica y lo arrastró ante el juez. "¡Mira a este asno reacio! dijo al juez. ¡Ponlo sobre un asno y hazle dar la vuelta a la ciudad! ¡O hazlo azotar si lo prefieres! ¡Pues si alguien muere por la ley, no se pedirá cuenta alguna por su muerte! - ¡Oh, hijo mío! dijo el juez. ¡Tensa tu lienzo para que yo pueda ejecutar mi pintura! ¿Quién ha golpeado? ¿El o tú? Si ha sido él, está tan enfermo que casi no es ya más que una ilusión. Y el juicio de la ley se aplica a los vivos y no a los muertos. No existe ley que autorice a ponerlo sobre un asno, pues ¿quién pondría un leño sobre un asno? ¡Sería como ponerlo en un ataúd! Sabe que la tortura consiste en prohibir a la gente el lugar al que merecen ir. - ¿Es justo, preguntó el sufí, que este asno me haya abofeteado sin razón alguna?" Entonces el juez preguntó al enfermo: "Cualquiera que sea tu riqueza, dime cuánto dinero llevas encima. -¡No poseo más que seis monedas! respondió el enfermo. -Conserva tres y dame el resto sin replicar. También él me parece débil y en mal estado. Podrá así buscar pan y algo para acompañarlo" En ese instante, el enfermo vio la nuca del juez y pensó que ésta merecía una bofetada tanto como la del sufí. Después de todo, pagar tres monedas por una bofetada no le parecía un precio exorbitante. Aparentó, pues, querer hablar al oído del juez y le asestó una ruda bofetada diciendo: "¡Repartíos estas seis monedas y dejadme en paz con esta historia!" El juez se encolerizó, pero el sufí le dijo: "Debes sentenciar según la justicia y no bajo el imperio de la cólera. Acabas de caer en el pozo que me invitabas a visitar. Un hadiz pretende que quien excava un pozo, cae dentro. Actúa según tu saber. La bofetada que has recibido es la recompensa de tu buen juicio. Te has compadecido del verdugo y me has dicho: "¡Llena tu estómago con estas tres monedas!" ¿Puedes imaginar el valor de las demás sentencias que has podido pronunciar?" El juez respondió: "Hay que aceptar cada tormento y cada bofetada que nos cae encima. Mi cara se ha amargado, pero mi corazón acepta el veredicto del destino, pues sé que la verdad es amarga. En el período de sequía, el sol sonríe, pero los jardines agonizan. ¿De qué sirve sonreír como una sandía pasada? ¡No conoces ese mandamiento del profeta: "Llorad abundantemente!» El sufí le preguntó: "¿Por qué el oro, que es un metal es tan precioso mientras que los demás metales no lo son? Dios dijo: "He aquí mi camino" Entonces ¿cómo es que El haya llegado a ser el guía y el otro se haya convertido en un bandido? Existe un hadiz que dice: "El hijo es el secreto del padre" Entonces, ¿por qué nacen del mismo vientre un esclavo y un hombre libre? -¡Oh, sufí! dijo el juez. No temas nada. Voy a citarte un ejemplo a propósito de esto. El Amado es estable como la montaña, pero los que aman tiemblan como hojas. En su ser y en sus actos no existe ni opuesto ni semejante.

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