sábado, 18 de junio de 2022

Cuentos Sufís - EL ENFERMO Y EL SUFI (5)

Permanece en la casa para que la llegada del favorecedor no te sorprenda desprevenido. Si no, retirará la felicidad que traía diciendo: "¡No hay nadie aquí!" -¿Qué sería el mundo, prosiguió el sufí, si la misericordia y el reposo fueran eternos? ¿Si Dios no nos enviase un tormento en cada instante? ¿Si la alegría estuviese lejos de la tristeza? ¿Si la noche no robase la luz del día? ¿Si el invierno no destruyera los jardines? ¿Si nuestra salud no fuera blanco de las enfermedades? Su misericordia no se encuentra disminuida si el menor de sus dones va siempre acompañado de su cortejo de inquietudes." A este ignorante, desprovisto de razón y con el corazón cerrado, respondió el juez: "¿Conoces la historia de aquel hombre que era un elocuente hablador? Discurseaba un día sobre los sastres y describía cómo robaban éstos al pueblo y citaba numerosas anécdotas sobre este tema. Como se trataba de historias de ladrones, la gente se reunió alrededor de él. "Las palabras agradables procuran placer al auditorio y el interés de los niños aumenta el deseo de enseñar en el maestro. En un hadiz, el profeta dice: "Ciertamente, Dios inspira sabiduría en la lengua del predicador igual que la inspira en la comprensión del auditorio" "Si un músico toca diferentes makams ante un auditorio ignorante, su instrumento se transforma en plomo. Olvida toda melodía y sus dedos se inmovilizan. Si no existiesen ojos para comprender las artes, el cielo y la tierra dejarían de existir. Si no existiesen los perrillos, no llenarías su escudilla con los restos de tu comida. "Así contaba nuestro narrador las fechorías de los sastres cuando un turco, que había seguido sus palabras, le preguntó lleno de cólera: "¿Cuál es el sastre menos honrado de esta ciudad?" "El narrador respondió: "Es Pur Usüs. ¡Ha arruinado a toda la ciudad con sus trapicheos! -¡Apuesto, dijo el Turco, que, a pesar de toda su astucia, a mí no podría robarme ni siquiera una hebra de hilo!" "Le dijeron: "Otros más astutos que tú se han dejado engañar por sus artimañas. No seas presuntuoso. ¡Seguro que te engañará!" "Pero el turco insistió en su apuesta y fijaron los términos de ella. El turco dijo: "Si consigue robarme, os doy mi caballo y si no lo consigue, yo os tomaré un caballo a vosotros" "Aquella noche, el turco no concilió el sueño. Se debatió hasta el amanecer con el fantasma del sastre estafador. Por la mañana, tomó una pieza de tejido de seda bajo el brazo y se trasladó al almacén del sastre. Este lo acogió con gran deferencia. Tanto lo honró que sus palabras despertaron el afecto en el corazón del turco. Ante aquel ruiseñor que cantaba, éste extendió su tejido diciendo: "Hazme un traje de guerra con esta tela. Hazlo ancho por abajo y estrecho por arriba. Pues la estrechez arriba proporciona descanso al cuerpo, mientras que la anchura debajo libera las piernas" "El sastre le respondió: "¡Oh, encantador cliente! Para mí es un honor servirte" "Y empezó a medir el tejido mientras charlaba. Contó anécdotas sobre la generosidad de los beyes, sobre las particularidades de los avaros y sobre muchas otras cosas. Después, mientras que su boca seguía vertiendo su palabrería, sacó sus tijeras para cortar la tela. El turco se reía mucho de todo lo que oía y sus ojos se fruncían de tanto reír. En aquel instante, el sastre recortó rápidamente un trozo de tela y lo disimuló entre sus piernas.

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