Vivimos en una cultura que contrapone emoción y razón como si se tratase de dimensiones antagónicas del espacio psíquico…hablamos como si lo emocional negase lo racional y decimos que lo racional define lo humano. Al mismo tiempo, sabemos que cuando negamos nuestras emociones, generamos un sufrimiento en “los nosotros” o “los demás”, que ninguna razón puede disolver.
Hablamos
como si la razón y la lógica del razonar tuviesen un fundamento transcendental,
y como si tal fundamento diese validez universal a nuestros argumentos
racionales…
…lo
racional se realiza, desde lo emocional.
Las
emociones son disposiciones corporales que especifican dominios de acciones,
con lo que las acciones humanas, cualquiera que sea el espacio operacional en
el que se den, se fundan en lo emocional porque ocurren en un espacio de acciones
especificado desde cada emoción. El razonar también… (el creer que “razonamos”,
o que pensamos de una manera “totalmente racional” en algún momento es una entallecía
del “yo” humano)
…todo sistema racional tiene fundamento emocional, y es por ello que ningún
argumento racional puede convencer a nadie que no esté de partida convencido,
al aceptar las premisas “a priori” que lo constituyen.
Las
emociones son disposiciones corporales que especifican en cada instante el
dominio de acciones (situaciones) en que se encuentra la persona; y, el
emocionar, entendido como un fluir de una emoción a otra, es un fluir de un
dominio de acciones a otro.
Todo
sistema racional y, en efecto, todo razonar, se da como un operar en las
coherencias del lenguaje a partir de un conjunto primario de coordinaciones de
acciones tomado como premisas fundamentales, aceptadas o adoptadas, a priori.
Pero,
ocurre que todo aceptar a priori, se da desde un dominio emocional particular
en el cual, queremos lo que aceptamos, y aceptamos lo que queremos, sin otro
fundamento que nuestro deseo, que se constituye, y expresa en nuestro aceptar.
Todo
sistema racional tiene fundamento emocional y es por ello que ningún argumento
racional puede convencer a nadie que no esté de partida, convencido al aceptar
las premisas a priori que lo constituyen.
“El
ser humano adquiere “su emocionar” en su vivir congruente con el emocionar de
los otros seres, humanos o no, con quienes convive.”
Lo
humano surge en la historia evolutiva del linaje homínido al que pertenecemos,
al surgir el lenguaje…
…es
el modo de vida homínido, lo que hace posible e incluso necesario, el lenguaje;
y es el “amor” como la emoción que constituye el espacio de acciones en el que
se da el modo de vivir homínido, la emoción central en la historia evolutiva
que nos da origen.
Cuidado
con las conversaciones de autodepreciación…
…”
soy torpe y siempre lo hago todo mal.” nos lleva a un fluir entrelazado de las
emociones con el lenguaje, y cuando esto ocurre, el resultado de nuestro
quehacer, parece confirmar nuestra autodepreciación… y luego las emociones de
una situación concreta, afectan a las emociones de otras, se entremezclan, y
entre ellas forman nuestro estado de ánimo…
(profecías autocumplidas)
Hay
que realizar las tareas en la emoción del placer, porque cuando las realizo en
una emoción distinta del placer, adscribimos nuestro desencanto o desagrado a
las circunstancias en que se da nuestra tarea y la acusamos de interferir en
ella…
…si
realizamos la tarea en la frustración, significa que estamos realizando la
tarea en el deseo de estar en un lugar distinto de donde se está.
…si
realizamos la tarea en la expectativa, significa que estamos en el deseo de
tener el resultado de la acción antes de completarla.
Debemos
darnos cuenta de nuestras emociones, y conocerlas en su fluir, cuando queremos
que nuestra conducta sea “racional”, desde la comprensión de lo emocional.
Humberto Maturana.
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