Una princesa se enamoró del jardinero del palacio, cuando sus padres se enteraron que pasaba las tardes caminando con él en el jardín, decidieron despedirlo. Para evitar el enojo de la princesa, le pidieron a una mujer del servicio que le contara cómo el jardinero se había robado las joyas que la princesa dejaba en una banca del jardín y también acerca de las terribles consecuencias de tener una relación con un hombre de menor rango.
La princesa escuchó con atención a la dama de servicio y luego fue en busca de sus padres y les dijo: sé lo que han hecho, y quiero que sepan que no estoy enojada. Yo ya lo había hecho antes. Con amor despedí a ese hombre maravilloso sabiendo que lo que vivimos es lo único que nos tocaba vivir. Las joyas no se las robó, yo se las regalé y a cambio él me enseñó a sembrar las flores, a nombrarlas y a apreciarlas por lo que son,sin querer sacarlas de su lugar. Esa enseñanza es ahora parte de mi corazón.
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