Apenas
amanezca, piensa todos los días: hoy encontraré a cualquier persona que tenga
alguna de estas faltas: que sea un indiscreto, un ingrato, un insolente, un embustero,
un envidioso, un egoísta. Los desgraciados que tienen estos defectos son porque
no distinguen los verdaderos bienes y los verdaderos males. Pero yo, que he aprendido
que el bien verdadero consiste en lo que es honesto y el mal verdadero está en lo
vergonzoso, yo, que conozco la naturaleza de quien comete la falta, que sé que
es hermano mío, no de sangre y de carne, sino por nuestra común participación
en un mismo espíritu procedente de Dios, no puedo sentirme ofendido por su
parte, ya que nada de cuanto hago podría avergonzarme. En efecto, nadie podría
despojar a mi alma de la honradez; es imposible que llegue a enfadarme con un
hermano y que pueda odiarle. Ambos hemos sido hechos para obrar de común
acuerdo, como los pies, las manos, los párpados; como dos hileras de dientes,
superior la una e inferior la otra.
Obraríamos,
pues, contra la Naturaleza si fuésemos enemigos; y obraríamos así si expresásemos
disgusto y aversión con estos desdichados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar y hacer más grande esta página.