Una
madre le dijo a su hija:
-Debes
tener mucho cuidado con tus amoríos, no quisiera que seas como yo.
¿Qué
significa como tú? -preguntó la hija
-Debo
confesarte un secreto. Tengo diez hijos, pero solamente uno de ellos es el hijo
del que ustedes llaman padre.
El
marido escuchó la conversación y no dijo nada. Años más tarde, en su lecho de
muerte dio instrucciones para que todos sus bienes fueran para su único hijo.
Después
de su deceso prevaleció la confusión. La familia afligida quedó perturbada.
Cada hijo se decía el heredero; así fueron a ver a Rab Banai, para pedirle
consejo.
El Sabio les aconsejó que fuesen a la tumba
del padre y golpearan hasta que se levantara y entonces le preguntaran cuál
era su intención.
Nueve de los hijos hicieron lo que dijo el Rabí;
fueron a la tumba y la golpearon, esperando recibir un signo. Uno
de los hijos se negó a lo que llamó falta de respeto y se quedó en
casa.
Observando esto, Rabí Banai dictaminó:” Este
hijo es el verdadero heredero. Toda propiedad le pertenecen, puesto
que fue el único que mostró el debido respeto a su padre.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar y hacer más grande esta página.