HONRAR Y DESCONFIAR
Cierta vez llegó una persona a lo de Rabí Ioshúa,
para pernoctar en su casa. El maestro le dio de comer y beber y luego
lo llevó hacia el altillo, donde había una cama y cuando bajó, sacó la
escalera.
A medianoche el individuo se levantó, envolvió en
una manta todo objeto valioso que encontró y cuando se disponía a
bajar, se cayó y se quebró la espalda.
A la mañana siguiente, Rabí Ioshúa lo encontró en el
suelo, dolorido y quejoso. - ¿Es ésa la manera de agradecer la
hospitalidad que te brindé? -
-Maestro, no podía saber que retiraste la escalera.
-Tonto- ya te venía observando desde el primer
momento.
Desde entonces quedó un proverbio:
Honrar a un extraño como si fuera el mejor, pero
sospechar como si fuera el peor.
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