viernes, 16 de agosto de 2024

El número de malhechores no autoriza el crimen. – Charles Dickens

No quiero sufrir. No me gusta el sufrimiento. Todo está bien, no pasa nada, si pienso cosas positivas, el mundo será mejor. Lo pasado ya pasó y ya lo olvidé. Es como si no hubiera pasado: dejar pasar y olvidar, ésa es la mejor manera de estar bien, de no sentir ese dolor que a veces me quiere asaltar; esa tristeza y esa depresión que veo en otros. Yo no siento esas cosas. Yo estoy bien.

Hoy me abro a mis emociones. Me entrego a la tristeza, al dolor. Dejo de negar lo que siento, dejo de crear un mundo de fantasía y le doy la bienvenida a mis sentimientos reales.

Duele, duele mucho, en ocasiones parece que va a acabar conmigo, pero si lo dejo estar el tiempo suficiente me doy cuenta de que este dolor no mata, por el contrario, me sana, me libera, dura el tiempo que tiene que durar y después se va; se convierte en aprendizaje, en fortaleza.

En oposición, cuando no dejo entrar la tristeza y el dolor, se cuela el sufrimiento. El sufrimiento no tiene fin, es un veneno que se toma lentamente, gota a gota, y que permea todo en la vida. No necesito el dolor, sin embargo, sé que si llega y lo acepto, es un gran maestro que me hace grande.


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