¿Eres culpable de lo que te hicieron en el pasado, del dolor que te ocasionaron? No. ¿Pudiste haberlo frenado? Bueno, es inútil pensar en los “podrías”. Eras inocente en ese momento. Vuelve al presente. Siente tus pies en el suelo. Respira. Aquí es donde vives ahora.
¿Los sentimientos dolorosos que llevas en el presente – la vergüenza, la
rabia, el miedo, la culpa – son un error tuyo? No. Tenemos que ir más
allá del lenguaje del error, la culpa y la vergüenza aquí. Tenemos que
descubrir el lenguaje del amor ahora.
¿Vas a pasar el resto de tu vida culpando al mundo por tu infelicidad,
enfocándote en lo que te quitaron? No. Desde donde te encuentras en
este momento, no tienes ningún poder para cambiar tantas cosas externas, y el
pasado no puede ser editado. Puedes pasar el resto de tu vida esperando a que
los demás cambien, sanen, perdonen, admitan sus errores y que sean auténticos.
Morirías de tanto esperar.
¿Eres responsable de la relación que tienes con tu dolor? Sí.
Responsable, pero no culpable; eres capaz de responder a la herida que tienes
dentro desde un lugar de amor. ¿Estás dispuesto a acercarte a ti
mismo, estás dispuesto a abrazar tus pensamientos y sentimientos, a ofrecer un
santuario para el que se siente herido, para el abandonado, para el asustado,
para ese pequeño enfurecido que llevas dentro? ¿Estás listo
para dejar de intentar sanar, perdonar, estar ‘bien’, y hoy,
sólo hoy, por este único día, permitir sentirte ‘no bien’,
permitir sentirte enojado, vulnerable, y un poco destrozado, rescatando de
nuevo esos fragmentos?
Tú no eres una víctima
porque no estás separado de las estrellas y la luna, y eres la vida misma, esta
inquebrantable e íntima presencia en donde incluso los pensamientos y
sentimientos más dolorosos pueden ser bienvenidos, incluyendo cualquier energía
que no sea bienvenida.
Sal de la narrativa
llamada ‘lo que me hicieron a mí’, y déjate caer, en este
momento presente, en tu propia naturaleza, en tu enorme poder. Porque tu poder
está en tu amor, en la inmensidad de tu ser, y has transmutado tu historia de
ser una víctima en una historia de supervivencia, y no sólo de supervivencia,
sino de un florecimiento heroico, contra todo pronóstico.
Estás parado en tu vida
ahora, a pesar de que te sientes un poco sensible y en carne viva, a pesar de
que el camino se siente incierto. Estás vivo, respirando, victorioso, y un
nuevo día te espera. No te ha sido quitado nada que no pueda ser descubierto de
nuevo. No has perdido nada que no puedas encontrar en la presencia. El perdón
no es algo que haces; es una reconexión con la presencia, el sitio que está más
allá de la narrativa.
No eres una víctima, sino
un santuario para la víctima, el Corazón en el que él o ella pueden descansar.
Por Jeff Foster
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar y hacer más grande esta página.